Si tuviera que resumir en una breve declaración de lo que se encarga la IOF, podría ser esto: “La humanidad debe al niño lo mejor que puede darle”. Las palabras son de la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 de la ONU, que no deja dudas sobre lo que es mejor para los niños: “siempre que sea posible”, todo niño debe “crecer bajo el cuidado y la responsabilidad de sus padres” a fin de recibir la “protección especial” y “las salvaguardias y cuidados especiales” a los que todos los niños tienen derecho, dados con “amor y comprensión” para que puedan “desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente de manera sana y normal y en condiciones de libertad y dignidad”.
La base de este ambiente ideal ha sido descrita por el fundador de la OIF, el Dr. Allan Carlson, en La Familia Natural: Un Manifiesto como “el vínculo conyugal construido en la fidelidad, el deber mutuo y el respeto”, un vínculo que permite al marido y a la mujer “emerger a su pleno potencial” y “convertirse como su Creador lo quiso, en un ser completo”. De esta “unión natural fluye una nueva vida humana”, ya que los padres “encuentran su amor transformado en un niño vivo” y se convierten en “los primeros maestros del niño” y “guías y guardianes”.
O, en palabras del Papa Francisco, “la complementariedad entre el hombre y la mujer… está en la base del matrimonio y la familia… Los niños tienen derecho a crecer en una familia con un padre y una madre capaces de crear un ambiente adecuado para el crecimiento y el desarrollo emocional del niño”. Trágicamente, señala el Papa Francisco, este derecho fundacional es cada vez más violado bajo una engañosa bandera de derechos: “Hoy en día, el matrimonio y la familia están en crisis. Esta revolución en los modales y la moral ha ondeado a menudo la bandera de la libertad, pero en realidad ha traído la devastación espiritual y material a innumerables seres humanos”.
En un mundo cada vez más hostil a los niños, la OIF declara audazmente que “los niños son nuestro futuro”, y que su “refugio natural” y “ante todo la escuela” es “la familia, una comunidad universal basada en la unión matrimonial de un hombre y una mujer”. Nuestra labor de alentar y potenciar a los padres fieles en beneficio de los niños es bien conocida en todo el mundo a través de nuestro Congreso Mundial de las Familias, nuestra revista internacional y nuestro trabajo en las Naciones Unidas. Menos visible es el profundo compromiso personal de cada miembro del equipo de la OIF con su propia familia e hijos, una realidad que he tenido el privilegio de observar de cerca.
Al celebrar el Día Mundial de las Madres y los Padres el 1 de junio, honramos a todos los padres fieles que dan desinteresadamente al mundo lo mejor de sí mismos dando lo mejor a sus hijos, e instamos a los líderes y a los responsables políticos del mundo entero a que promuevan y defiendan las medidas destinadas a dar realmente a los niños lo mejor de la humanidad que puede darle. Como declaramos en nuestro Congreso Mundial de las Familias IX, “Hacemos un llamamiento a una cultura que honre y permita los matrimonios fieles, gratificantes y resistentes; que reconozca y proteja las contribuciones excepcionalmente valiosas tanto de las madres como de los padres a la vida de sus hijos; y que fomente los valores y la visión necesarios para que los jóvenes esperen y se preparen para un matrimonio y una paternidad exitosos”.
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