Un trágico caso ha salido a la luz en un centro abortista de Nueva York, donde una chica de 16 años que se quedó embarazada de un hombre de 21 recibió píldoras abortivas.
El aborto, sin embargo, fracasó, dejando tanto a la madre como al bebé con lesiones de por vida. Según documentos legales obtenidos por The Washington Stand, la joven se había sometido a dos abortos en el Centro Médico para Mujeres Choices de Queens.
El primer aborto tuvo lugar en 2017, cuando tenía 15 años y estaba embarazada de su novio de 20 años. Un año después, a la edad de 16 años, se sometió a su segundo aborto, esta vez a las ocho semanas de embarazo. El centro tomó nota de las edades de la chica y de su novio en el papeleo, pero declaró que ella no fue presionada ni forzada a mantener relaciones sexuales. Cabe señalar que la edad de consentimiento en Nueva York es de 17 años.
Tras tomar las píldoras abortivas en el centro y en casa, la chica volvió para una visita de seguimiento un mes después. El personal le informó de que había dado positivo en la prueba del VIH/SIDA, lo que más tarde resultó ser falso, pero no le confirmó la realización del aborto.
Sólo tres meses después descubrió que su hijo prematuro había sobrevivido. Dio a luz a un bebé con múltiples defectos congénitos, entre ellos hidrocefalia y graves lesiones cerebrales.
La niña también ha sufrido física y emocionalmente como consecuencia del aborto fallido. Se describió a sí misma como “enferma, dolorida, coja e incapacitada” y declaró que había sufrido lesiones graves y permanentes en la cabeza, el cuerpo y las extremidades.
Un ginecólogo-obstetra de Connecticut, que revisó su historial médico, confirmó que el centro abortista se desvió de las prácticas médicas aceptadas y no informó adecuadamente a la niña y a su familia sobre los riesgos y las alternativas de los fármacos utilizados.
Este caso pone de relieve las devastadoras consecuencias de tales errores médicos y la revictimización de las jóvenes por la industria del aborto.
Jim Harden, director general de CompassCare, una organización de centros de embarazo, subrayó que la industria del aborto no sólo perjudica a las mujeres y destruye a los niños no nacidos, sino que también protege a los maltratadores.
Los extremistas políticos proabortistas, como la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, siguen protegiendo a la industria de la rendición de cuentas.
Casos como éste ponen de manifiesto la maldad de la industria del aborto, ya que está claro que la preocupación de los médicos que administraron las píldoras a esta chica no era su bienestar, sino el beneficio monetario que ello conlleva.
La industria del aborto falló a esta chica, como a todas las mujeres, y debido a la codicia esta chica y su hijo han quedado irrevocablemente marcados.
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