La violencia anti europea de la Unión Europea

Todos los Estados miembros reconocen los "matrimonios" LGBT+. Una declaración de guerra contra Polonia, Rumanía y Hungría

Bandera LGBT+ de la UE

La Unión Europea (UE) es una república fundada en la ideología LGBT+. Si no te gusta, peor para ti

El pleno del Parlamento Europeo aprobó el 14 de setiembre de 2021 -con 387 votos a favor, 161 en contra y 123 abstenciones- una resolución que impone a todos los Estados miembros el reconocimiento de los “matrimonios” registrados en un Estado miembro. Esto se anunció a modo de amenaza disfrazada de comunicado de prensa.

Como todas las amenazas, esta utiliza el arma intimidatoria de la violencia. La primera violencia es lingüística, es decir, conceptual. El entrecomillado de la palabra “matrimonios” en relación con las uniones LGBT+ es mio propio, no de Bruselas. Bruselas da por sentado que una unión homosexual es un “matrimonio”. Pero no lo es.

“Matrimonio” es una palabra compuesta a partir de las palabras latinas mater, “madre”, y munus, “tarea”, y no significa -como pretenden los groseros a favor y en contra- que la mujer sea una mera portadora de una descendencia en serie y compulsiva. Significa que, allí donde la mujer se cultiva en su dimensión maternal -dimensión sustancial de la mujer, pero no única dimensión femenina -lo subrayo para evitar la parte grosera de sus inferencias-, el vínculo entre la madre y los hijos es substancialmente necesario. Y necesario según la descripción de lo que significa la palabra “necesario” para la buena filosofía (siempre debemos estar agradecidos a nuestra ascendencia latina): necessarius es el compuesto de ne y cede, que significa “aquello de lo que no hay retirada”). Por lo tanto, la unión entre dos hombres nunca puede ser “matrimonio”. En cuanto al matrimonio entre dos mujeres, tampoco es “matrimonio”, ya que, para procrear, debe incluir necesariamente el adulterio. Todavía existe la posibilidad de una unión homosexual sin hijos: como este tercer caso es la negación positiva del vínculo necesario entre madre e hijos, tampoco tiene derecho a llamarse “matrimonio”.

Pero la UE pasa por encima de todas estas consideraciones como lo haría una oruga, e impone estas fake news con una apisonadora, porque, Humpty Dumpty lo sabe, las palabras significan lo que los poderes han decidido que signifiquen.

La violencia de la UE continúa, y dicen que las “familias arco iris” deben disfrutar de los mismos derechos de reagrupación familiar que las demás familias. De nuevo, las comillas son solo mías. Esta segunda violencia no es más que una repetición de la primera. La familia se fundamenta en el matrimonio, por lo que sin matrimonio no hay familia. Sin embargo, no soy yo quien afirma que sin matrimonio no hay familia, sino los mismos defensores de la ideología LGBT+; y también la UE, que impone sus diktats. Ellos son los que apoyan cándidamente esta idea. Al igual que se dice “matrimonio” en el caso de las uniones homosexuales, también se dice “familia” para la institución que se crearía. Pero si, como se ha dicho, las uniones LGBT+ no son matrimonio, entonces no dan lugar a ninguna “familia arco iris”.

La tercera violencia reside en el hecho de que esta amenaza disfrazada de comunicado de prensa transmite una declaración de guerra contra Polonia, Rumanía y Hungría, países que insisten en repetir ni más ni menos el razonamiento expuesto hasta ahora aquí.

Pero, ¿por qué Varsovia, Bucarest y Budapest deben reconocer un hecho que no existe? Porque a estas alturas incluso la UE constituye una violencia por sí misma: cuando debería ser la unión de países y pueblos y culturas del Viejo Continente, hijos de una historia y una civilización comunes, con una ética compartida. Por el contrario, es en este momento el campo en el que, con el puño de hierro del chantaje económico-político y el arma del castigo, con un liderazgo ideocrático se impone el lenguaje del poder a lo Humpty Dumpty.

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