Tras el grave acto de vandalismo satánico, comunista y anarquista contra la Catedral de Burdeos, el prestigioso diario francés “Le Figaro” apareció un llamamiento público a la Unión Europea para pedir al gobierno de Macron que defienda a los cristianos, los lugares de culto (iglesias) y los religiosos y laicos del país que han sufrido durante el último año.
He aquí algunos extractos significativos del llamamiento que hasta ahora ha sido desoído:
“Aunque el preocupante aumento de la violencia contra las religiones afecta a todos los creyentes, el cristianismo sigue siendo el principal objetivo de los actos antirreligiosos en Francia y en Europa.
La noticia de las monjas obligadas a abandonar su barrio de Nantes a causa de la inseguridad, así como la lectura del último informe parlamentario de Isabelle Florennes y Ludovic Mendes sobre los actos antirreligiosos y anticristianos en nuestro país, nos recuerdan que el odio no conoce tregua.
Si bien el preocupante aumento de la violencia contra las religiones afecta a todos los creyentes, el cristianismo sigue siendo el principal objetivo de los actos antirreligiosos en Francia y en Europa, según el Ministerio del Interior y la OSCE… Frente a este recrudecimiento del odio, que sigue siendo desproporcionado en comparación con los crímenes y persecuciones cometidos en otras partes del mundo, ya no es tiempo de medias tintas ni de anuncios repetitivos y convencionales.
Todos los actos antirreligiosos deben combatirse con la misma fuerza, porque amenazan no sólo a todos los creyentes, sino también a los principios fundadores de nuestra civilización, en primer lugar la libertad de conciencia.
Para frenar la ola de violencia antirreligiosa, que ha pasado del ámbito de la crítica legítima al de la delincuencia, es necesaria una acción coordinada a escala europea. En aplicación de su estrategia contra el racismo y los actos de odio, la Unión Europea adoptó la Decisión marco del Consejo de 28 de noviembre de 2008 y, a raíz de ella, creó las funciones de coordinadores encargados de la lucha contra el antisemitismo y el odio antimusulmán.
Si esta lucha es indispensable, lo que nadie discute, ¿no sería justo extenderla también a la lucha contra lo que habría que llamar anticristianismo? ¿Por qué, en una carta fechada el 11 de noviembre de 2022 en respuesta a una petición de la asociación “La France en partage”, la Comisión Europea confirma explícitamente su negativa a nombrar un coordinador para la lucha contra los actos anticristianos? ¿Por qué se niega a abrir los ojos ante una realidad ciertamente desagradable, pero confirmada por las estadísticas y la experiencia cotidiana de muchos franceses?
¿Cuál es la justificación de este doble rasero, que debe reconocerse como una discriminación contra la comunidad cristiana? La Unión Europea no debe olvidar que los valores comunes sobre los que se funda son la igualdad de protección de las personas. ¿Estaría Europa tan incómoda con la protección de la identidad heredada de su historia que se negaría a hacer frente al aumento de actos anticristianos?
Lo que está en juego es la garantía igualitaria de las libertades fundamentales de pensamiento y creencia en Europa. Pero es también, en la indiferencia culpable de los poderes públicos, el mantenimiento del vínculo con lo que fundó la propia cultura europea, desde el monacato de sus orígenes hasta las doce estrellas de su bandera. Y, con ello, la perpetuación de un elemento esencial de nuestra civilización.
La Comisión debe dar este paso para confirmar su compromiso con una libertad de conciencia igual para todos. Ya no podemos limitarnos a decir que todos los creyentes gozan de la misma protección europea. Para que esa protección exista, debe establecerse.
“Si las autoridades europeas persisten en su negativa a considerar esta petición, será necesario movilizar todas las vías políticas y jurídicas para que prospere”.
Sí, es urgente que la Comisión Europea defienda la libertad religiosa para todos y no sólo para los musulmanes, especialmente en Francia, donde los muros de la iglesia del Sagrado Corazón, situada en el centro de Burdeos fueron objeto de actos vandálicos con pintadas satánicas y símbolos comunistas y anarquistas en el pasado año.
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