El pasado 21 de junio el régimen nicaragüense de Daniel Ortega y de Rosario Murillo decidió expulsar del país a las misioneras de la Caridad, las monjitas de la Madre Teresa de Calcuta. Lo hicieron además con nocturnidad, forzándolas a abandonar el país de noche y con la cuenta corriente congelada… ¡Como si fueran delincuentes!
Nadie sabe qué pasará con los ancianos que cuidaban las hermanitas. Como es sabido las monjas de la Madre Teresa están consagradas a los más pobres entre los pobres. Si ellas no cuidan a estos ancianos, ¿quién les cuidará?
La decisión marca un antes y un después en la política de represión y violación de los Derechos Humanos por parte del régimen nicaragüense.
Porque es 100% seguro que las monjitas de la Madre Teresa no conspiraron contra el gobierno. Ellas sólo acogen sin preguntar ni pedir explicaciones ni nada a cambio. Amor a cambio de nada. Quizás sea esto precisamente lo incómodo: el testimonio de amor frente al ejercicio del odio…
Si el régimen es capaz de expulsar a quien es imposible que les haga oposición, ¿qué será lo siguiente?
Llueve sobre mojado porque a mediados de junio el régimen clausuró un canal de televisión propiedad de la Conferencia Episcopal Nicaragüense. “Un gesto de represión orteguiano”, en palabras de la Iglesia. El régimen violó la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad religiosa y de empresa. ¡Liberticida!
Pero es que lleva ya meses golpeando sacerdotes, monjas e inclusio obispos y profanando iglesias y templos.
Un odio que sólo se explica porque la Iglesia es la única voz con autoridad moral que denuncia la violación de los Derechos Humanos.
Cuando el sandinista Ortega regresó al poder pensó que podría “amaestrar” a la Iglesia mostrándose provida y que la Iglesia callaría ante su corrupción y su totalitarismo. No lo hizo. Y la respuesta es represión y censura. Una censura que se aplica sobre la Iglesia institucional y sobre sus obras: 100 ONGs -la mayoría católicas y evangélicas- fueron cerradas el pasado 29 de junio.
La situación es límite. Por eso desde CitizenGO se ha lanzado una campaña pidiendo al secretario general de la OEA, Luis Almagro, que despliegue su capacidad diplomática para garantizar la libertad religiosa y el regreso de las hermanitas de la Madre Teresa.
Si quiere puede firmar aquí.