La reciente propuesta de la Asociación Médica Británica (BMA) para que el gobierno del Reino Unido derogue la prohibición del uso de bloqueadores de la pubertad en menores se ha encontrado con una dura oposición.
El plan de la BMA también implica detener la aplicación de las recomendaciones de la ampliamente aclamada Revisión Cass.
Al parecer, la BMA tachó de “infundada” la Revisión Cass, descrita como la mayor y más exhaustiva de su clase, que abarcaba 237 trabajos de 18 países.
Sin embargo, el Departamento de Sanidad y Asistencia Social del Reino Unido defendió la revisión, haciendo hincapié en su sólida base empírica.
El Departamento afirmó claramente que las mejoras aconsejadas por la Dra. Cass a los servicios de género eran esenciales, y no ofrecieron ningún apoyo al retraso propuesto por la BMA.
Este sentimiento fue compartido por The Guardian, criticando a la BMA por causar un daño potencial con su postura sobre los bloqueadores de la pubertad.
La medida de la BMA ha suscitado duras críticas de un amplio abanico de profesionales sanitarios.
Una carta abierta al profesor Philip Banfield, presidente de la BMA, firmada por 1.000 médicos de alto nivel de todo el Reino Unido, criticaba duramente la crítica reservada de la BMA al Informe Cass.
Consideraron que esta crítica no era representativa de las opiniones de los afiliados en general y la tacharon de fracaso en la rendición de cuentas.
Citando el Informe Cass como la investigación más exhaustiva sobre la atención sanitaria a los niños con trastornos relacionados con el género, pidieron a la BMA que cesara en su infructuosa crítica de las directrices recomendadas.
La carta, firmada por líderes clínicos actuales y anteriores de los colegios reales, afirmaba que la presión de la BMA contra las recomendaciones basadas en la evidencia era contraria a la práctica ética y a la medicina basada en la evidencia.
Al contrario que la BMA, todos los demás organismos médicos importantes han respaldado la Revisión Cass y las reformas que propugna para la atención sanitaria de niños y adolescentes.
El creciente consenso entre las comunidades médicas internacionales se opone al punto de vista de la BMA, reconociendo que la crisis de salud mental no puede abordarse únicamente modificando los organismos.
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