El exdirector del FBI, James Comey, fue acusado formalmente el jueves por un gran jurado federal de hacer una declaración falsa y obstruir una investigación del Congreso, la primera vez que se presentan tales cargos contra un alto funcionario vinculado a la saga Trump-Rusia. La acusación se deriva de las afirmaciones de que, durante su testimonio ante el Senado en 2020, Comey engañó al Comité Judicial sobre si había autorizado filtraciones del FBI relacionadas con las investigaciones de Trump o Hillary Clinton.
Según los cargos, Comey mintió cuando negó haber aprobado o conocido una fuente anónima en el FBI que proporcionaba información a los medios, una declaración que la fiscalía insiste en que era materialmente falsa. También se le acusa de “obstrucción de un procedimiento del Congreso” en virtud del estatuto federal 18 U.S.C. § 1505, lo que significa que sus presuntas declaraciones falsas impidieron la función de supervisión del Congreso.
El caso marca un punto de inflexión: Comey es ahora el objetivo de las fuerzas del orden, después de años de alardear de integridad y responsabilidad. La fiscal general Pam Bondi emitió una declaración desafiante: “Nadie está por encima de la ley”, y agregó que el Departamento de Justicia está comprometido a responsabilizar incluso a las personas poderosas cuando engañan al público.
En respuesta, Comey recurrió a Instagram para declarar su inocencia y expresar su angustia por lo que llamó un proceso politizado. “No viviremos de rodillas”, dijo, insistiendo en que está preparado para el juicio y sigue confiando en el sistema judicial. Su comparecencia está programada para el 9 de octubre en Alexandria ante el juez Michael S. Nachmanoff.