Un incidente impactante se desarrolló en Washington, D.C., cuando las fuerzas del orden arrestaron a un hombre con presuntas inclinaciones de extrema izquierda que había colocado un alijo de explosivos fuera de la Catedral de San Mateo durante los preparativos para la Misa Roja anual. El momento no fue una coincidencia: se esperaba que los jueces de la Corte Suprema asistieran al servicio. Las autoridades dicen que el sospechoso podría haber tenido la intención de atacar a los propios jueces.
El hombre, identificado como Louis Geri, ahora enfrenta múltiples cargos criminales, incluyendo la fabricación o posesión de un arma de destrucción masiva en relación con un crimen de odio. Según los funcionarios, Geri albergaba sentimientos virulentos anticatólicos y antisemitas, y también expresó hostilidad hacia el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE).
Los investigadores informan que Geri intentó instalar una tienda de campaña en los escalones de la catedral antes de la Misa Roja y amenazó con encender explosivos durante su arresto. Las autoridades encontraron en su posesión cientos de artefactos explosivos, incluyendo viales de nitrometano, un químico conocido por su uso en artefactos explosivos improvisados. Algunos dispositivos fueron descritos como “totalmente funcionales”. Sus cuadernos supuestamente revelaron animadversión explícita hacia la Iglesia Católica, la fe judía, los jueces de la Corte Suprema y el ICE.
Las implicaciones de este caso se extienden más allá del comportamiento criminal aislado. Subraya la retórica y las acciones cada vez más violentas que emanan de los márgenes izquierdistas radicales que tienen como objetivo las instituciones religiosas, las fuerzas del orden y el poder judicial. Bajo un clima político que a menudo suaviza el escrutinio de tales ideologías, este evento es una advertencia sombría: cuando el estado de derecho se ve socavado y la violencia política se tolera, ninguna institución está verdaderamente a salvo.
Estados Unidos no debe responder a tales amenazas con debilidad o confusión. Nuestros líderes, en las fuerzas del orden, el Congreso y los tribunales, deben mostrar resolución en la defensa de las instituciones de fe, absteniéndose de la violencia anticristiana y responsabilizando a aquellos que eligen el terror para promover una agenda política.