El ministro de consumo (uno de los 22-veinidos-22 ministerios del Gobierno de España) ha arremetido en un medio internacional (The Guardian) contra la industria española atacando lo que él llama Macrogranjas. 22 ministerios más 30 secretarías de Estado sí forman una “macrogranja” de vividores y no lo que hacen los ganaderos españoles. Puedes leer el origen de la polémica pinchanso aquí.
Cada día por la mañana viene el granjero, te da los buenos días, te pone el pienso, recoge los huevos y te da las gracias. De vez en cuando traen a Braulio, el gallo, que te da una alegría.
Las gallinas del corral estáis relativamente contentas, y hacéis vuestros planes de futuro, pero alguna de las gallinas está preocupada: el motivo es que ve nubarrones en el cielo y está segura (se lo ha dicho la Mari, que sabe mucho de esto) de que en dos o tres semanas va a haber tormenta, se va a arruinar el pienso, van a caer rayos y truenos y a muchas se les va a cerrar la cloaca y van a dejar de poner huevos, será su fin. Las gallinas deciden “hacer algo al respecto” y “actuar antes de que sea tarde” y se ponen a comer menos pienso para hacer acopio, además, rompen a picotazos el sistema de iluminación que las mantiene despiertas para poner más huevos porque, según la Mari, está demostrado estadísticamente que de noche llueve menos (según un estudio de la granja de Wisconsin con 100 días de registros).
Cada día el granjero viene con la misma rutina, pero se encuentra a las gallinas como más débiles, ponen menos huevos y casi no comen. El pienso que les echa se pudre, decide cambiarlo, y tampoco funciona, decide ponerles música por si están estresadas, nada, cada día peor. No sabe qué les pasa y está preocupado, decide no traer a Braulio para los pocos huevos que hay. Al cabo de dos semanas, no hay tormenta, pero ninguna gallina se atreve ya a discutirle a la Mari, que dobla la apuesta, interpreta la debilidad de sus compañeras por no comer por el cambio de clima que se avecina, la música como una distracción para mantenerlas entretenidas mientras se avecina su muerte, y la tristeza del granjero y la ausencia del gallo Braulio como la confirmación de sus teorías (¡qué teorías, hechos!).
La cosa empeora tanto que el granjero decide deshacerse de las gallinas, y venderlas a una granja industrial, que las estabula en cubículos en los que casi no caben, con luz artificial todo el día, no ven la luz del sol, y les ponen una mierda de comida hipercalórica que les hace engordar. Como la Mari sigue enrocada en la llegada de los truenos, siguen sin comer, y establece horarios para las gallinas de “cierre de ojos por el clima” en solidaridad con la tierra, ya que no pueden apagar la luz.
Los granjeros industriales no entienden por qué un centenar de gallinas no comen, no duermen, no ponen huevos, no engordan, así que deciden sacrificarlas y venderlas como carne a Mercadona.
Intentar definir cómo va a ser el clima en cien años es un ejercicio que nos llevaría a la melancolía por inútil, si no nos llevara a la ruina ahora por el empeño de algunos de que otros tomemos decisiones en base a esa profecía.
Lo que la gallina Mari no sabía, y los profetas del Cambio Climático, de la Agenda 2030, de la ONU y demás entidades globalistas, es el concepto del error compuesto.
Hoy puedes intuir cómo va a irte mañana. Pero mañana algo pasará que cambie un poco tu previsión de pasado mañana, día en que pasará algo en que cambie un poco tu previsión del día anterior, pero “un poco al cuadrado” respecto a hoy. El domingo será “al cubo”, y así. Las alternativas de aquí a 100 años son tantas que es absolutamente imposible predecir nada con un 1% de seguridad. Y sin embargo, nos piden que no comamos carne, que no vayamos en coche a la ciudad, que no volemos en avión, en base a exactamente eso, a una previsión imposible.
Si limitas el crecimiento no sólo perjudicas a los ricos (el granjero) sino también a los pobres (las gallinas).
Haces imposible la búsqueda de soluciones alternativas y más baratas. Es como las teorías malthusianas de limitar el crecimiento poblacional para acabar con el hambre: San Juan Pablo II decía que uno de esos que ya no nacen podría traer la solución a la tala de árboles. Nadie ha hecho más por el clima que dos empresarios que no tenían intención alguna de luchar por el clima: Steve Jobs redujo con su Ipad la tala de árboles, y Elon Musk ha puesto el coche eléctrico de moda.
La clave para cuidar el medio ambiente no es limitar, sino abrir. Producir el máximo de energía posible, al menor coste posible y de la forma más accesible posible. Y eso, hoy, se llama energía nuclear. De esta forma seremos más fuertes todos, más ricos y más preparados para el error compuesto que seguro que se producirá
Nadie (Bill Gates aparte) previó la pandemia que arruinó a Greta Thumberg (la Mari). ¿Qué no pasará de aquí a 100 años?.
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