Humanidad 2.22 Hombres y mujeres post COVID19 (y ii)

Conversaciones en tiempos de COVID – Segunda (y última) parte de la entrevista a Leopoldo Abadía* por el periodista Jordi Picazo.

Aventuraba Don Leopoldo Abadía —y te lo mostraba en la primera parte de esta entrevista (leer aquí)— que para salir mejores de la crisis sanitaria llamada del COVID19 hay que tener, y la expresión es mía, madera. Y hay que tener madera no solamente para pasar por una crisis que nos dejará al fin del día como estábamos si no aportamos algo de nuestra parte, sino también y sobre todo hay que tener una voluntad de salir y una actitud centrada. Y Leopoldo Abadía expresaba esta duda sobre si de repente vamos a ser mejores, si vamos a experimentar una “conversión a lo caída de caballo”, como San Pablo, opinan que «cuando uno se cae de un caballo… pero si 7.300 millones se caen de 7.300 millones de caballos me cuesta mucho de creer. (…) Y me parece que se acabará la pandemia y, y seguiremos igual, ¿eh?» (Puedes leer haciendo clic aquí).

Y parecería que hace falta algo más que caerse de un caballo para “salir mejor de esta”. A este respecto añadía mi ilustre entrevistado que «mi mujer a veces me ha dicho, ‘En España hace falta una posguerra’. Y yo le digo ‘Mamá, para que haya una posguerra tiene que haber una guerra’. Ahora estamos en una guerra gravísima. (…) El problema económico me preocupa relativamente poco porque se trata solo de fabricar dinero». Sin embargo, a pesar de mostrar este sentimiento de Abadía en nuestra primera parte de la entrevista, Don Leopoldo es conocedor con su amplia experiencia de vida de la capacidad de olvidar que tenemos como humanos, incluso hechos traumáticos: «si no fuese por la cantidad de referencias con las que nos aburren, ¡quién se acuerda de la guerra española!».

¿QUIÉN SE ACUERDA DE LA GUERRA ESPAÑOLA?

Leopoldo Abadía.O sea, tú, ¿tú, qué recuerdo tienes de la guerra española? Yo, que voy a por los 88; yo nací en el año 33, a mí me cogió la guerra entera. Yo no recuerdo nada. Tengo recuerdos agradabilísimos. De que cuando sonaba la sirena, y quería decir que venían los aviones a bombardear, mi padre me agarraba, me ponía encima de los hombros, y bajábamos cantando al refugio que teníamos en casa. Y aquella generación, ya se ha olvidado de esas cosas. Sí, en la pandemia mis hijos se enteran, pero mis nietos… ya se han olvidado todos, hombre, y ya no digamos, dentro de treinta años, la pandemia ya será… es como la gripe española aquella. ¡Oye!, fue terrible. Y a mí me parece que, aunque esto a nosotros nos resulte muy fuerte y estemos impresionados, luego pasa el tiempo y yo creo, creo que deja muy poco poso.

Estas cosas te las digo así, que “creo que”, pero que puedo también estar equivocado totalmente. A mucha gente le ha marcado, por la muerte de un padre, una madre, y eso claro que marca: marca. Pero quiero decirte, que de esta yo creo que saldremos, como podamos, medianamente; mira, pero en cuanto que habremos mejorado sustancialmente, ojalá; ojalá, mira, me alegraría el alma que me entrevistaras de aquí a diez años, y me dijeras, ‘mira, no acertaste ni una’. ¡Bendito sea Dios! Pero mira, chico, no veo la salida así brillante, tipo a partir de ahora seremos buenos; ¡uy!

CUANDO LA TORMENTA PASE/ TE PIDO DIOS, APENADO,/ QUE NOS DEVUELVAS MEJORES,/ COMO NOS HABÍAS SOÑADO

Jordi Picazo – International Family News. – Le mencionaba antes, Don Leopoldo, el poema del periodista uruguayo Mario Benedetti (1920-2009). Y le mencionaba esas líneas al final de su poema que transmiten ese pulso por seguir queriendo, deseando ser aquello para lo que hemos sido creados, y más todavía, ser aquello que nos corresponde por nuestra naturaleza: Cuando la tormenta pase/ te pido Dios, apenado,/ que nos devuelvas mejores,/ como nos habías soñado:

“Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia
pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia:
Seremos más compasivos.
Valdrá más lo que es de todos
que lo jamás conseguido.
Seremos más generosos
y mucho más comprometidos.
Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos.
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre
era tu Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre
porque estabas apurado.
Y todo será un milagro
Y todo será un legado
Y se respetará la vida,
la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado
»

UNA CLAVE, LA AUSTERIDAD PERSONAL Y COLECTIVA

«En la posguerra éramos austeros —hombre claro, no había nada— se había pasado una época terrible, bueno, entonces qué pasa. Pues lo que pasa es que cuando todo esto se acabe, que tardará, que tardará, estaremos en una posguerra». Y habiéndome hecho D. Leopoldo estas reflexiones, le pregunto sobre su famoso concepto del “presupuesto cero”, de hacer un presupuesto, una planificación, entiendo yo de lo que sea, en base a un folio en blanco, no en base a los pre-juicios de un período anterior en lo que esas bases tengan de pre-juicio: más bien sobre la necesidad real del ahora.

JP IFN. – El presupuesto en base cero, ese volver a empezar, y volver a empezar otra vez, es mantenerse joven, ¿no?, Don Leopoldo?

LAb.- Sí, claro… es ser joven, y mantener el deseo de ser aquello para lo que hemos venido. Pues si quieres seguimos con lo de la austeridad. A mí me hace mucha gracia cuando…  deja que haga referencia y pensando en nuestro caso en España a los eurobonos. El tema de los Eurobonos, qué está pasando con esto, el tema de los eurobonos es muy sencillo, muy sencillo. Actualmente si España emite deuda, o sea, si pide prestado, pues avala España. Si hubiera eurobonos, cuando España pidiera prestado avalaría Europa. Por eso nos gusta, claro. A la que no le gusta es a la señora Merkel, o a Alemania, o a Holanda, a Austria, a Finlandia no les gusta. ¡Claro! Porque ellos dicen ‘nosotros hemos sido los frugales —se llaman así, los que hemos gastado menos de lo que hemos ingresado—, y vosotros —lo dicen textualmente— que os habéis gastado el dinero en vino y mujeres, ahora venís a pedir dinero’. Bueno, pues entonces qué pasa, qué nos están pidiendo. Austeridad.

ESPAÑA Y LA AUSTERIDAD

LAb.- Y austeridad qué es. Es gastar con la cabeza, no es gastar con los pies. O sea, ¡un señor puede gastar millones! al año, con la cabeza. Y un señor puede gastar… miles al año, sin la cabeza. España qué es. España es un modelo de tirar dinero. Así de claro. Y en España hace años inventamos el tema de las Autonomías, ¡hombre! ¡Ya Tarradellas dijo ‘Esto es inviable!’ Claro. Bueno, pues entonces qué pasa. Que cuando pedimos dinero por ahí, claro: ‘si estáis con vino y mujeres’. Claro, sí, sí sí sí.  ¿Entonces… volveremos a lo que Dios soñó con nosotros? Hombre, deberíamos.

Deberíamos. Es decir, que en estos momentos estamos haciendo maravillas para intentar colar algo a la Unión Europea. Los eurobonos o lo que les queramos llamar, o non-abonos —ahora le hemos quitado la palabra bonos, porque suena muy mal— y entonces nos queremos meter en un presupuesto, que me parece muy bien, … un presupuesto de la Unión Europea de un billón y pico de Euros, que lo avalaría la Unión Europea, de acuerdo, euro-bonos. (Sobre los Eurobonos, cfr. con este artículo de abril 2020 de El País y también en El País de 6 de enero de 2021 aquí). Entonces te digo, o volvemos a discurrir con la cabeza o el futuro es muy feo.

LA FÓRMULA PARA ESPAÑA: SOBRE AUTONOMÍAS Y EL AHORRO RESPONSABLE

LAb. ¿Un presidente? Sí. ¿Un Gobierno? Sí. ¿De cuánta gente? Hombre, dos o tres. ¿Un Parlamento? Sí: seis o siete. Eeeh, y unas secretarias, ¿cuántas? Pon seis, siete. ¿Unos ordenadores? Vamos a poner… diez. ¿Un palacio? No, ¿pa’ qué? Un piso grande pues por si viene otro Presidente para poderlo recibir bien. ¿Un defensor del pueblo?, noo. Un no sé qué, nooo. Otro no sé cuántos…, nooo. Y entonces tienes que “esto es lo que me costaría hoy, montar una Autonomía”. Eso lo haces con las diecisiete Autonomías, más dos ciudades autónomas, comparas con lo que hay hoy, y está resuelto el problema económico en España.

Yo ahora por las noches llevo un tiempo grabando un mensaje de un par de minutos, que es para animar al personal, y cuento cosas así. Haciendo eso, decía, ¡podría decir ‘he encontrado el dinero! ¡Estaba aquí!’ Eso representaría miles, y miles y miles de Euros… ¡que los tenemos en casaaa! Y no hace falta ir a buscarlos, ¡que están en casa! Lo que pasa que los estamos gastando mal.

Y entonces hay quien me dice ‘si hicieras esto, entonces aumentaría el paro’. Sí. Sí, sí, pero prefiero, pagar el paro durante unos años, que pagar sueldos falsos, durante toda la vida. Y eso es el presupuesto cero, y no hay más, ¿eh?

“SOY EL DUEÑO DE MI DESTINO, SOY EL CAPITÁN DE MI ALMA” -Henley

JP IFN. La sempiterna ‘quest’ o búsqueda del famoso Estado de Bienestar —que nunca su conquista final— nos lleva no pocas veces a prescindir de un sentido de dirección y a contentarnos con sentir que nos llevan a algún sitio —parece que pensemos ‘seguro que ellos saben más’—, ‘siéntense y pónganse cómodos en sus asientos y disfruten del viaje’, ¿no?

LAb. Y cierre los ojos.

JP IFN. Y cierre los ojos. Es un afán de reivindicar que deseamos preservar nuestras libertades individuales, peo a menudo lo que logramos en lugar de eso es gozar de la libertad de perdernos en un océano de opciones, que no es más que un espejismo del deseo inicial. Y logramos la libertad de no ir a ninguna parte cuando deberíamos ser capitanes de nuestro destino; pero ello, ¡ah!, requiere primero saber adónde ir y estar dispuesto a sacrificar lo que nos produce gozo inmediato, pero nos aleja a la vez de ese rumbo deseado y en conclusión de nuestro destino.

LAb.Tú y yo somos dueños de nuestro destino y capitanes de nuestra alma desde antes de la crisis. Tú has hecho cosas, tú has entrevistado a personas importantes, tú has tenido una vocación determinada, en un momento determinado no la has visto clara y la has dejado, pero con ello quiero decir que siempre has sido dueño de tu destino; entonces a mí me parece que esto de la libertad… la libertad es lo más gordo que tenemos, lo más gordo. Y esto lo habrás oído muchas veces, “hay que hacer las cosas porque te da la gana”, que es la razón más sobrenatural. Entonces yo, hacía las cosas porque me daba la gana antes de la pandemia, y ahora en la pandemia, también. Y cuando acabe la pandemia, ¡también! Entonces lo que pasa es que yo hago un esfuerzo constante para que no me pase esa anécdota que contabas, de Gato en Alicia en el país de las maravillas, que no sé adónde voy.

Creo que sé adónde voy, y esto si quiero lo cuido todos los días. Lo que quiero decirte es que, a mí… a las ocho tenía que aplaudir, y saludar a mis amigas durante el confinamiento y tengo que preparar el vídeo diario… hoy ya lo tengo preparado. Y tengo que hacer cosas, porque mi hijo me da trabajo continuamente, continuamente, y le agradezco mucho. Y hay gente, pues que no lo sabe o, chico, que a base de pensar decide ir a un sitio que… a mí no me gustaría.


* Nacido en Zaragoza el 7 de septiembre de 1933, Leopoldo Abadía lleva 60 años casado con su mujer y es padre de 12 hijos, abuelo de 49 nietos y ya es bisabuelo. Es Doctor Ingeniero Industrial e ITP Harvard Business School. Fue miembro del equipo del IESE que viajó, a principio de los años 60, a Boston para traer a España el concepto “máster” y poner en marcha el primer Máster de Empresa que hubo en nuestro país. Actualmente el IESE es una de las grandes escuelas de negocios a nivel mundial, donde Abadía impartió la asignatura de Política de Empresa durante más de 30 años. Fue nombrado Ingeniero del Año por el Colegio de Ingenieros de Madrid en 2010. Su documento “La Crisis Ninja” está considerado como la mejor explicación en español sobre la crisis económica mundial de las hipotecas subprime que sacudió al mundo en 2008.

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