Su presidente, Alejandro Giammattei, considera que la CIDH se ha extralimitado en su mandato.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha decidido incluir a Guatemala en el capítulo 4b de países que violan los Derechos Humanos. En dicho capítulo se encuentran Cuba, Venezuela o Nicaragua, países con disidentes encarcelados y con elecciones amañadas. ¿Cuál es el pecado de Guatemala? Firmar el llamado consenso de Ginebra que consagra el derecho a la vida desde el momento de la concepción y ser calificada con orgullo como la capital provida de Iberoamérica.
En un contundente discurso pronunciado anteriormente denuncia el “sesgo ideológico” de la OEA y de la CIDH, la “falta de rigor jurídico” y lo que califica como “errores metodológico”.
Lo primero es censurar que la CIDH cuestione las resoluciones judiciales recordando que la CIDH no puede ser una cuarta instancia y que existen mecanismos internos para impugnar. Ignorar esta realidad supone un “error metodológico grosero” y socava la institucionalidad y el principio de subsidiariedad.
Así se manifestó Giammattei:
“La CIDH no debería de ser activista (…) Tratando de imponer las interpretaciones de los tratados que no han sido consensuadas ni votadas en procesos democráticos (…) Supone una extralimitación de mandato”
Giammattei recuerda además que las recomendaciones no pueden ser vinculantes y que en todo caso deben de respetan la legislación interna y el orden constitucional. Todo ello para dignificar y prestigiar el mismo sistema americano de Derechos Humanos.
“Censurarnos por firmar el consenso de Ginebra que reconoce el derecho a la vida desde la concepción igual que la Convención Americana de Derechos Humanos es atentar contra nuestra soberanía. La ilegalidad contra Guatemala puede ser contra cualquiera”.
Y por si no se le había entendido, añadió que “Guatemala no va a aceptar ni la extorsión ni la amenaza” de la CIDH.
Puedes ver el video aquí
Todo esto después de mostrar un video de los diputados del Congreso de Guatemala en el que defendieron su soberanía y su derecho a promulgar leyes provida y profamilia.
El choque de trenes está servido. La CIDH lleva años -o décadas- tratando de imponer su agenda ideológica radical. Hasta ahora nadie le había parado los pies. Hasta ahora. Porque el discurso de Giammatei este martes 28 es un parteaguas.