EXCLUSIVA: Levan Vasadze: Las extrañas circunstancias de mi enfermedad, segunda parte

"Me di cuenta desde el principio de que, tal vez, lo que me ocurrió no fue accidental".

[Nota del editor: Aquí presentamos la continuación y conclusión de una declaración exclusiva proporcionada por Levan Vasadze a iFamNews. La primera parte se puede leer pinchando aquí. En la primera parte, el autor explicaba el inicio de sus síntomas y el diagnóstico de una enfermedad rara y peligrosa, la amiloidosis AL. Levan es un viejo amigo y colaborador de la Organización Internacional para la Familia (OIF) y fue presidente del X Congreso Mundial de Familias celebrado en Tiflis en 2016. Es uno de los líderes pro-familia más conocidos en el Cáucaso. Brian Brown, presidente de IOF, estuvo recientemente con Levan en Georgia para el lanzamiento del nuevo movimiento social ERI de Levan. Por aquel entonces, Vasadze empezó a sentirse mal con extraños síntomas. Como uno de los críticos más conocidos del liberalismo, Levan tiene muchos enemigos, lo que da lugar a muchas preguntas sobre su enfermedad. ¿Se ha producido esta enfermedad de forma natural? ¿O fue envenenado? ]


A pesar del duro golpe psicológico -imagínense mis sentimientos, lo que significa para un padre de ocho hijos, un hombre perfectamente sano, escuchar tal diagnóstico-, desde el día de mi llegada a Estambul mi estado físico mejoró notablemente y siguió haciéndolo en Moscú.

Todo comenzó con el hecho de que la primera noche tras mi llegada a Estambul dormí perfectamente. La tos, que me ahogaba desde hacía tres meses, desapareció por completo. La hinchazón de mis piernas también desapareció totalmente, mientras que hasta ese momento no había podido ni siquiera ponerme los zapatos.

A pesar de estas mejoras, lamentablemente se confirmó el terrible diagnóstico. Así que, paradójicamente, durante los dos últimos meses, aun cuando he sufrido un estrés psicológico bastante severo y no he oído más que advertencias funestas sobre las perspectivas de mi salud y estado general, los sentimientos y síntomas que había descrito anteriormente han seguido mejorando de forma constante.

Lo más extraño no es que mi tos haya desaparecido por completo, ni que mi respiración durante el sueño se haya normalizado, ni que la hinchazón de mis extremidades haya desaparecido, sino que lo más extraño es que la fracción de eyección de mi corazón (es decir, la secreción de oxígeno) también ha mejorado significativamente en Moscú, en comparación con lo que había experimentado en Estambul. Realmente no creo que todo haya ocurrido únicamente por causa del único medicamento diurético que me recetaron. De hecho, según la opinión general de absolutamente todos los especialistas que he consultado, es totalmente imposible explicar estos efectos por ese único medicamento, que estuve tomando todo el tiempo.

En un principio, este hecho suscitó la esperanza entre mi consejo de médicos de que tal vez ya había pasado el pico de alguna otra enfermedad. La primera sospecha recayó en la miocarditis (inflamación del músculo cardíaco). Tal vez mi corazón había superado una miocarditis debido a fuertes indicadores físicos; la deformación de la pared interna podría explicarse entonces por el llamado fenómeno del “corazón del deportista”, es decir, un corazón acostumbrado a grandes esfuerzos físicos. A veces la miocarditis puede tomar ese curso.

Me hicieron la prueba de los anticuerpos indicativos de miocarditis pero, por desgracia, esta teoría no se confirmó. En cambio, los análisis confirmaron el peor diagnóstico de amiloidosis. Así pues, la autorregulación de mi fracción de gasto cardíaco(es decir, la liberación de oxígeno), junto con la desaparición de mi tos, la desaparición de la hinchazón de mis extremidades y el cese de los trastornos del sueño, siguen sin tener explicación a la luz de mi grave enfermedad.

Pero este no es el único misterio. Desde el principio me di cuenta de que, tal vez, lo que me ocurrió no fue accidental; y por eso, estando todavía en Estambul, pedí un análisis toxicológico en profundidad. Me di cuenta de que si se trataba de un ataque de alta tecnología, debía tratarse de algo mucho más complejo de lo que podía determinarse mediante un análisis de las funciones hepáticas o un desequilibrio del nivel de bilirrubina. Pero en Turquía me dijeron que este tipo de examen requería una decisión judicial, así que lo dejé pasar.

Cabe destacar que mi médico en Turquía, a pesar de su alto nivel de cualificación, parecía en cierto modo reacio a seguir adelante con el caso. Tal vez, tras escuchar de mi boca la teoría del envenenamiento, buscó mi nombre en Google, vio mis protestas contra la construcción de la central hidroeléctrica de Namakhvani (de acuerdo con las condiciones actuales del contrato de la central), que nuestros medios de comunicación liberales habían calificado de anti turcas, y decidió implicarse conmigo sólo en lo absolutamente necesario y evitar así mayores problemas. ¿Cómo podría yo llegar a saberlo? ¿Realmente querría alguien que un paciente sufriera un paro cardíaco simplemente por haberse opuesto a la construcción de una central eléctrica? En cualquier caso, me gustaría expresar mi gratitud a mi médico en Turquía, que, tras un solo examen, llegó al diagnóstico más preciso, aunque parco, y con ello me indicó la dirección correcta para someterme a todos los exámenes médicos posteriores. Sin embargo, es de destacar que pueda recordar claramente su insistencia en que no disponían de centros de tratamiento para esta rara enfermedad en Turquía y que yo debía considerar la posibilidad de viajar a otros países para recibir tratamiento.

No abandoné la idea de un análisis toxicológico. Al llegar al Centro Bakulev de Moscú tuve una charla con uno de mis compatriotas, que es jefe de un importante servicio toxicológico local y una gran autoridad a nivel mundial. Me explicó vivamente cómo el descubrimiento de “tales cosas” es realmente muy difícil. Dijo: “Imagina que te atropella un coche y el conductor se da a la fuga, y ahora estás mirando las fracturas tratando de entender cómo sucedió esto o aquello”. Explicó que en el caso de un ataque de este tipo, los rastros del agente químico en el cuerpo desaparecen muy rápidamente. En teoría algún rastro podría llegar a permanecer en el cabello durante un par de meses, pero sólo si se han utilizado algunas sales de metales pesados; de todas formas, esto no es ninguna garantía. Me di cuenta de que difícilmente podría seguir esta línea de investigación. En primer lugar, ya estaba muy mal físicamente y, en segundo lugar, ¿quién en Georgia iba a creer un análisis toxicológico realizado en Moscú? Así que abandoné la idea. Además, me esperaban varias decisiones más difíciles todavía.

¿Qué método de tratamiento debo elegir? ¿A quién debo atender y cómo? ¿Debo esperar a que me vacunen contra la COVID-19 antes de empezar el tratamiento, como me habían recomendado, lo que supondría a su vez perder otras tres semanas mientras espero la vacuna? ¿O era demasiado arriesgado, ya que la enfermedad podría extenderse a otros órganos en ese tiempo? Pero, por otra parte, me habían advertido de que, en mi condición de sistema inmunitario debilitado y función cardiovascular comprometida, probablemente no sobreviviría a una infección de la vacuna contra el COVID-19. Una y otra vez, estas y otras decisiones pesaban ahora sobre mí, además del mes y medio tan impactante que ya había sufrido. Estos fueron los días más duros.

Cuando me di cuenta de que no podía hacer frente a todo esto, recé y le pedí al Señor que me guiara en lo que debía hacer y cómo debía hacerlo. Y así sucedió. Por la gracia de Dios y con la ayuda de mis amigos, pude llegar a tomar todas las decisiones necesarias, y por eso estoy aquí en estos momentos, en medio de la segunda semana de mi tratamiento. Confío en el Señor y reúno todo mi ánimo para la batalla contra esta enfermedad. No me rendiré ni claudicaré, y lucharé con todas mis fuerzas. Mi tratamiento de quimioterapia es un camino difícil, pero es un camino que debo tomar. Vuestras oraciones, mis queridos compatriotas georgianos y amigos de todo el mundo, me animan y me ayudan a ganar fuerza espiritual. Me dan la energía para seguir adelante. Leo comentarios vuestros del tipo “¡todo irá bien, estoy completamente seguro!” con una sonrisa y un espíritu alegre. ¡Es tan característico de nuestra querida cultura!

Una cosa puedo decir con seguridad: si me hubiera quedado en Tiflis o, como había planeado, hubiera regresado de Estambul antes del 5 de julio, existe la posibilidad de que todas las inexplicables mejoras en mi salud descritas anteriormente no se hubieran producido. No puedo evitar pensar que, con el giro de los acontecimientos que tuvieron lugar el 5 de julio, si me hubiera encontrado en Georgia es casi seguro que me habrían achacado todos los sucesos ocurridos allí (en lugar de la justa ira y emoción de nuestro pueblo), independientemente de lo que hubiera hecho, y probablemente me habrían detenido. [El autor se refiere a los brotes de violencia entre manifestantes y contra manifestantes LGBT durante los actos del “Orgullo” de ese día.-Editor] Mi insuficiencia cardíaca habría empeorado, y quién sabe cuál habría sido el resultado. Es obvio que nadie habría visto la luz venenosa de la microflora de la amiloidosis en la pared interna de mi corazón en un hospital de la prisión. Y entonces mi mujer Nino podría haber gritado todo lo que hubiera querido sobre la buena salud de su marido hasta ese momentoc…

He pensado mucho en si compartir estos detalles públicamente o no.

Si esto ha sido un atentado contra mi vida, entonces para quien haya intentado matarme, que yo comparta estos detalles no deja de serle una ayuda, ya que aprenderán en qué han fallado esta vez. Si, por el contrario, mi enfermedad es un mero accidente, me resulta embarazoso molestar a la gente hablando de mis personales calvarios.

Pero al final decidí que debía hablar. En primer lugar, por motivos de seguridad si alguna vez se lleva a cabo una investigación, y en segundo lugar, para reducir la espiral de chismes y corros de opinión sobre todo el asunto.

¿Es posible que en nuestro malogrado país alguien haya provocado esta situación deliberadamente? ¿Quién llevaría a cabo una acción tan radical para intentar destruir mi incipiente movimiento político? ¿Quién se beneficiaría de la continuidad de la dicotomía liberal de “natsebi” y “kotsebi” (es decir, el Movimiento Nacional Unido y el “Sueño Georgiano”), el perpetuo vaivén político de un lado para otro mientras el país perece? ¿Es posible que yo y la gente como yo, que nos oponemos a la propaganda radical LGBT que está causando tanto daño a nuestro país, seamos vistos como una amenaza por la izquierda, hasta el punto de llevarles a planear tal ataque de alta tecnología como este? Muy posiblemente. Si este es el caso, ¿significa que todavía hay una orden pendiente para liquidarme? Vuelvo a preguntar, ¿quién se beneficiaría? Si este intento hubiera funcionado, ¿cómo podrían evolucionar las cosas de forma diferente para nuestro país? Nadie lo sabe.

Al mismo tiempo, es posible, por supuesto, que haya contraído esta rara enfermedad justo cuando entré en política. Durante todos estos meses, consultando con los médicos, siempre que he podido me he hecho -aunque apenas estaba a la altura de entenderlo- la misma pregunta: ¿es posible provocar una enfermedad tan inesperada por medios artificiales? Los médicos a los que he podido consultar -en Estados Unidos, Rusia, Europa, Israel y Turquía- no pueden confirmar ni desmentir esto, porque la respuesta a esta pregunta pertenece a un ámbito de competencia diferente. Pero las células plasmáticas características del mieloma, encontradas durante la perforación del hueso de la pelvis, y los análisis adicionales de la médula ósea, de las partículas óseas y de la sangre, muestran claramente que al menos tengo síntomas de una enfermedad que puede ser causada definitivamente por la irradiación y el envenenamiento por radiación.

A juzgar por lo poco que he averiguado -el tiempo que tengo para investigar a fondo es obviamente limitado-, ese envenenamiento suele producirse por la mezcla de sustancias isotópicas en el agua potable. Después de beber este tipo de agua, el cuerpo se vuelve susceptible de envenenamiento por irradiación. Esta irradiación puede llevarse a cabo, por ejemplo, mediante lo que parece ser una simple cámara de vídeo sobre un trípode, o alguien con otro dispositivo igualmente disfrazado o camuflado. Aunque esta irradiación puede afectar a otras personas cercanas, sólo es temporal para quien no esté predispuesto a efectos más graves por el pico isotópico previo. Esto podría explicar, por ejemplo, la tos de mis amigos en Kobuleti que posteriormente remitió. Todo parece salido de una novela de espías de capa y espada, y quizás todo ello sean meras fantasías, pero ¿no hay aquí suficiente base para preguntarse qué pasó realmente? Resumamos:

Si, a la luz de todas estas circunstancias, nuestro Estado y el Servicio de Seguridad del Estado de Georgia guardan silencio, esto será una prueba más de que puede haber ocurrido algo nefasto.

Sin embargo, por ahora tengo que someterme a un tratamiento radical para una enfermedad muy peligrosa, y hacerlo con el corazón dañado. Ya he perdido 11 kilos y hasta ahora no puedo caminar bien, y esto es sólo el comienzo de mi tratamiento de quimioterapia. No se sabe qué es lo que nos espera. Tengo un largo camino por recorrer y, como dijo uno de nuestros padres, “en este camino se refleja un cuento de hadas de una poética valentía” (Galaktion Tabidze, ‘La luna de Mtatsminda’).

Siento un consuelo y una fuerza increíbles en mi corazón. He experimentado una felicidad indescriptible estos días. Su Santidad me llamó y me bendijo. Cualquiera que haya experimentado esto entenderá de lo que estoy hablando. (El autor se refiere a Su Santidad y Beatitud Ilia II, Catholicos y Patriarca de toda Georgia- Editor.)

En este mundo nada ocurre por casualidad: Escribo esta carta en el día en que se recuerda al sanador principal, San Pantaleón. Que el Santo Gran Mártir Pantaleón ayude a todos los enfermos y a los que llevan cargas, cansados y afligidos, en nuestra patria y en todo el mundo.

Perdóname si te he contagiado mi preocupación. A lo largo de estos días continuaremos nuestro trabajo público con nuestros maravillosos amigos, espero compartir con ustedes muchas otras cosas interesantes y alentadoras. Estaré en esta batalla hasta el final, ya que mi salud así lo permite. Me niego a permanecer en este estado, a aceptar la enfermedad o a retirarme. No es así como actúa un guerrero en el fragor de una batalla para salvar nuestra cultura.

Independientemente de la razón de mi condición, agradezco al Señor desde el fondo de mi corazón su ayuda, y espero lo mejor. Los médicos me dan ánimos, y mi familia y mis amigos me apoyan con su cariño. Hay una cosa que nuestros enemigos simplemente no entienden: que para nosotros, lo más importante es la Eternidad. ¿A quién debo temer entonces?

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