[Nota del editor: Levan Vasadze es un viejo amigo y colaborador de la Organización Internacional para la Familia (OIF) y fue presidente del X Congreso Mundial de Familias celebrado en Tiflis en 2016. Es uno de los líderes pro-familia más conocidos en el Cáucaso. Brian Brown, Presidente de IOF, estuvo recientemente con Levan en Georgia para el lanzamiento del nuevo movimiento social ERI de Levan. Por aquel entonces, Vasadze empezó a sentirse enfermo con síntomas extraños. Como uno de los críticos más conocidos del liberalismo, Levan tiene muchos enemigos, lo que da lugar a muchas preguntas sobre su enfermedad. ¿Se ha producido de forma natural? ¿O fue envenenado? Presentamos aquí la primera entrega de dos de una declaración exclusiva de Levan].
Antes de iniciar la parte principal de lo que tengo que contarles hoy, me gustaría subrayar el hecho de que no pretendo especular sobre el resultado de mi repentina y extrañísima enfermedad. Tampoco es mi objetivo buscar la simpatía de la gente. Hay tantas personas en nuestro país que padecen enfermedades graves, tantos niños sometidos a quimioterapia, tanta angustia y malicia alrededor nuestro, que en circunstancias normales ni siquiera mencionaría mi propia enfermedad.
Pero el hecho es que no se trata sólo de mi condición personal; tiene que ver con la situación social y política de nuestro país. Por eso me siento obligado a informar al público, tratando así de evitar las especulaciones ociosas, por un lado, y de permitir que los ciudadanos se formen su propia opinión basándose en la información de primera mano.
Así que para empezar debo afirmear que no puedo decir con certeza si esta rarísima enfermedad, que tan extrañamente coincidió con mi entrada en la política, es casual, o definitivamente causada con medios artificiales. No puedo excluir ninguna de estas posibilidades. Y ya he aceptado que no hay esperanza real de llegar a conocer nunca toda la verdad. Pero eso no significa que no tenga la obligación para con mi familia y mi país de recordar con detalle lo que ha sucedido durante estos difíciles meses, y de revelar circunstancias sobre las que el público no sabe casi nada.
Mi diagnóstico confirmado es amiloidosis de tipo AL (amiloidosis adquirida con infarto de miocardio) con un posible diagnóstico secundario de mieloma múltiple. Para la confirmación definitiva de este segundo diagnóstico habría que hacer un TEP con contraste del esqueleto, lo cual es imposible por el momento debido a mi análisis renal.
Sin embargo, en general, se confirme o no el mieloma, la gravedad de mi diagnóstico no cambiará en absoluto. La amiloidosis de tipo AL es mucho más agresiva que el mieloma y, según los especialistas, el número de células plasmáticas características del mieloma que ya se han descubierto en mis análisis (no doy el porcentaje exacto a propósito) ya hace ahora bastante probable la existencia también del mieloma que, como todos sabemos, puede ser causado (entre otras cosas) por la radiación y el envenenamiento.
Hablo de todos estos detalles porque hoy quiero catalogar las circunstancias sintomáticas y clínicas de mi enfermedad. Esto, junto con los hechos mencionados anteriormente, debería dejar una huella para aquellos investigadores o especialistas médicos que en el futuro pudieran encargarse de estudiar mi caso. No soy médico, pero intentaré ser lo más específico posible en la descripción de las cosas, a la vez que lo haré de forma sencilla para que todo el mundo pueda entenderlo.
Precisamente en el mismo periodo de marzo-abril de 2021, cuando había empezado a hablar de entrar en política (incluso por teléfono), desarrollé una extraña tos persistente. Esto ha continuado desde entonces, y se ha agravado cada vez más.
Al principio, no le presté mucha atención, pero pronto la tos se volvió muy grave, me sofocaba, interfería con el habla y el sueño, y no me ayudaron ninguna de las medicinas que probé.
En abril, mientras asistía a una reunión del consejo de administración de nuestra empresa en Moscú, mi mujer me pidió que me sometiera allí mismo a un examen médico completo. He visitado el Centro de Tratamiento y Rehabilitación que dirige el profesor Lyadov. El examen duró dos días completos e incluyó un conjunto completo de estudios, incluidos análisis de todos los órganos principales, utilizando los equipos y procedimientos de prueba más modernos. Los resultados están documentados.
Todas mis pruebas dieron resultados normales, excepto la disminución de la frecuencia respiratoria durante el movimiento. Por ello, me recomendaron que visitara a un neumólogo (experto en el sistema respiratorio).
Tomé mi vuelo de vuelta a Tbilisi y fui a un neumólogo muy reconocido, que me recetó un tratamiento para la tos. Pero esto no sirvió de nada. En una segunda visita, que tuvo lugar un poco más tarde de lo previsto, cambió algunos de los medicamentos; pero mi tos sólo se agravó.
En ese momento ya estábamos en el mes de mayo, tras mi anuncio de entrar en política.
Mientras tanto, mi estado general empeoraba. Me faltaba el aire por la noche, así como al caminar y subir las escaleras. Sufría restricciones de movilidad y, finalmente, apareció hinchazón de las extremidades inferiores, empezando por las pantorrillas hasta los pies. Estas condiciones progresaron de forma constante a lo largo de mayo y junio. Aunque hice mis ejercicios habituales al aire libre en Kiketi, y observé una dieta y un estilo de vida saludables, nada mejoró. Debido a la falta de aire durante el sueño, a menudo me levantaba en la cama, respirando con dificultad. Pronto esto se convirtió en algo habitual.
Después de mi segunda visita al neumólogo, mi mujer me pidió que me hiciera también una radiografía abdominal. En el hospital a uno de los médicos, que también es nuestro pariente, no le gustó algo que vio en mi hígado; sin embargo, más tarde se consideró que no era motivo de alarma.
Mientras tanto, viajamos por Georgia para celebrar reuniones periódicas con nuestros partidarios. Durante este tiempo, realmente no me sentía bien, y decidí hacer un viaje a Estambul para otro examen médico en la Clínica Acibadem, que conozco bien . Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo se produjo un incidente.
Estábamos en la región de Guria-Adjara, en el Mar Negro. Una mañana, decidí darme un baño… y casi me ahogo. Apenas conseguí volver a la orilla; apenas podía moverme y sentía como si mi corazón se hubiera detenido, además de sentir todos los demás síntomas mencionados anteriormente de forma aguda. Mi hijo mayor, Shio-Irakli, se quedó conmigo en la habitación del hotel esa noche, y llamó a mi mujer diciéndole que yo respiraba tan aceleradamente por la noche que él mismo se preguntaba cómo podía dormir.
Cabe destacar que tres de mis amigos y colegas políticos con los que estuve pasando los últimos tres días de mi viaje en Guria-Adjara también empezaron a toser. Su tos era sofocante, se ahogaban al hablar y no sabían en absoluto cómo había empezado todo. Gracias a Dios, en cuanto tomé mi vuelo a Estambul y regresaron a Tbilisi, me dicen que su tos cesó sin dejar rastro.
Sólo mi mujer y un pequeño círculo sabían de mi viaje a Estambul. Había reservado mi billete de avión inmediatamente antes. Tenía previsto someterme al examen médico y regresar rápidamente a Tiflis para asistir a los actos del 5 de julio. [Elautor se refiere a los actos del “Orgullo” en la ciudad, y a sus contramanifestaciones. – Editor].
Sin embargo, curiosamente, la misma mañana en que subí al avión, todos los medios de comunicación liberales anunciaban de una manera u otra que había sido envenenado y que había viajado a Estambul. Habría que investigar cómo obtuvieron esta información los voceros del ala liberal, qué es lo que sabían exactamente y por qué armaron tanto alboroto. Tengo entendido que en nuestro país, el Servicio de Seguridad del Estado de Georgia y las altas autoridades extranjeras pueden adquirir todo tipo de datos de los teléfonos móviles de las personas, sin tener en cuenta los derechos personales y la privacidad. Pero la forma en que la información sobre mi enfermedad llegó a los medios de comunicación ciertamente debe ser investigada.
Aterricé en Estambul el 23 de junio y fui al hospital al día siguiente. Tenía toda una agenda de exámenes clínicos, y dio la casualidad de que el cardiólogo era el primero de la lista. Según el chequeo médico que se había hecho en abril, recordarán, mi corazón debía estar ahora completamente sano…
Me tumbé en la camilla y el médico empezó a examinarme. De repente me di cuenta de que se había sobresaltado, ya que salió de la oficina y volvió con dos de sus colegas. Se quedaron mirando mis imágenes en el aparato durante mucho tiempo, dándose la razón unos a otros y parecieron mirarme con simpatía como a un paciente desesperado y sin esperanza.
El médico me pidió que me vistiera mientras intentaba mostrar una cara serena. Me dijo que había sospechas de que tenía una de las enfermedades más graves, incurables y raras que existen, llamada amiloidosis. “No soy especialista en esta enfermedad”, dijo, “pero estoy seguro de que necesita un examen médico más exhaustivo. Incluso ahora puedo decirle que tiene una insuficiencia cardíaca grave, causada por la deformación/engrosamiento de las paredes de su corazón. Existe el resplandor característico de los cristales de proteínas tóxicas en las paredes y la fracción de eyección del corazón (o tasa de liberación de sangre oxigenada) ha disminuido hasta un margen crítico [De nuevo no menciono el porcentaje exacto a propósito ]. Puede sufrir un paro cardíaco en cualquier momento. Se puede obtener una imagen más precisa mediante una resonancia magnética con contraste, que programaré inmediatamente.”
También tenía el médico para mí la noticia de que podría necesitar un trasplante urgente de corazón e hígado, y que los pacientes con ese diagnóstico suelen tener una esperanza de vida muy corta. Cambió el calendario de todas mis citas con otros médicos y me dirigió en primer lugar a un nefrólogo y a un gastroenterólogo, para que pudieran comprobar si los depósitos de las proteínas tóxicas que vio en mi corazón se habían extendido ya a otros órganos como riñones, hígado y otros. No me recetó ningún medicamento, salvo un diurético común, al que volveré más adelante.
Y aquí es donde comenzó mi nuevo camino: el último mes y medio lleno de sufrimiento, de difíciles análisis y procedimientos, de dudas y vanas esperanzas. Otro hospital en Estambul, y tres más en Moscú.
Debido al temor inicial de sufrir una parada cardíaca, acudí inmediatamente al muy respetado Dr. Leo Bokeria. El Centro Nacional de Investigación Médica de Cirugía Cardiovascular A.N. Bakulev, dirigido por él, realiza el mayor número de operaciones en el mundo en casos de parada cardíaca: 6.000 al año. Pensé que al menos en este caso podría tener confianza en mi atención médica mientras me sometía a todos los exámenes clínicos necesarios.
El Dr. Bokeria me devolvió la llamada inmediatamente. Me pidió que fuera para un examen más profundo y, como es característico en él, me prestó gran atención, invitando e involucrando a todos los especialistas necesarios en la consulta. No puedo dejar de mencionar a nuestro gran cardiólogo, el Dr. Ismet Mikeladze, un “gurú” corpulento y sabio que, junto con sus amigos, nos mostró a mí y a Nino una gran hospitalidad y amistad en Estambul. Sobre mis otros médicos, encabezados por un doctor de Israel y entre los que se encuentra un buen amigo kakhetiano que vive en Estados Unidos, quizá tenga más que contar más adelante.
El Dr. Bokeria me explicó que, dado que el diagnóstico de amiloidosis AL es muy poco frecuente, dudaba que se confirmara. Con medio siglo de experiencia a sus espaldas, comentó, no había visto más de dos pacientes con esta enfermedad en toda su vida. El tipo primario adquirido de amiloidosis AL(es decir, no genético) se da principalmente en personas mayores después de someterse a un tratamiento de diálisis durante muchos años, o tras padecer un mieloma múltiple. Suele manifestarse inicialmente en los riñones, pero mis riñones estaban limpios. La amiloidosis a menudo se encuentra sólo después de la muerte, en los cadáveres durante la autopsia; y por lo tanto el desarrollo de tal enfermedad en un paciente sano en sólo dos meses hizo que el diagnóstico fuera muy incierto, especialmente sobre la base de un solo examen del corazón.
Sin embargo y finalmente, tras la extracción de tejido cardíaco para las pruebas, y los exhaustivos análisis de sangre y orina el diagnóstico llegaría a confirmarse. Pero mientras se hacían todas estas pruebas, en el ínterin empezaron a ocurrirme cosas extrañas ….
[En la segunda parte, que se publicará posteriormente, el autor describirá más sobre la evolución de su enfermedad y su tratamiento, y profundizará en el misterio de su causa. – Editor].
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