El ex All-Star de la NBA Gilbert Arenas, en una reciente entrevista con Vlad TV, provocó una conversación al criticar a la comunidad LGBT por su control sobre el discurso aceptable. Arenas expresó su preocupación por una aparente falta de transparencia en las normas y reglas establecidas por esta comunidad, lo que dificulta la participación de quienes no pertenecen a ella sin temor a ser condenados al ostracismo o cancelados.
Arenas expresó su descontento, sugiriendo que existe un “libro de jugadas” oculto que sólo la comunidad LGBT conoce, mientras que los demás son juzgados por las normas que establece, a menudo sin conocimiento previo.
“No hay un diálogo abierto sobre lo que es apropiado y lo que no. Sólo nos enteramos después de meter la pata. Eso es injusto”, explicó. Arenas llamó la atención sobre el lenguaje y la terminología en constante evolución, afirmando que la ausencia de una comprensión universalmente compartida es problemática e injusta.
Destacando el desequilibrio que ve en el discurso actual, Arenas pintó un escenario hipotético de una discusión con alguien de la comunidad LGBT. Sostuvo que aunque pueden utilizar un amplio vocabulario para insultar o criticar, cualquier réplica de su parte potencialmente tachada de ofensiva podría dar lugar a su cancelación. Expresó su malestar, afirmando que la conversación sobre estos temas está cargada del miedo constante a las reacciones violentas.
La antigua estrella de la NBA se comparó a sí mismo con un árbitro de baloncesto al observar una disputa entre una persona heterosexual y alguien de la comunidad LGBT, insistiendo en que la equidad debe ser la regla del juego. Subrayó que la situación actual, en la que ciertos grupos parecen tener la sartén por el mango en cuanto al lenguaje aceptable, no es jugar limpio.
Reflexionando sobre su propia experiencia, Arenas destacó que es una práctica común que los miembros de un grupo utilicen ciertas palabras entre ellos, estableciendo un paralelismo entre el uso de la palabra con N por parte de la comunidad negra y las normas lingüísticas de la comunidad LGBT.
Sin embargo, expresó su preocupación por el desequilibrio que se percibe cuando esas mismas palabras se utilizan fuera de las respectivas comunidades. Su principal argumento fue un llamamiento a la coherencia y la equidad en el diálogo, afirmando que “cuando se abre la puerta de algo hay que saber jugar limpio”.
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