La Comisión Europea ha emitido una guía de recomendaciones a los estados de cómo gestionar la Navidad con la segunda ola del covid19.
La recomendación de Bruselas es que las ceremonias religiosas navideñas sean televisadas o seguidas por internet pero no presencialmente.
En todo caso, si alguien acude a un evento religioso calificado de masivo (o sea una misa) debería de guardar cuarentena al menos una semana antes y una semana después. Y por supuesto, usar mascarilla, gel y distancia social.
Y nada de coro. Los coros deberían de estar prohibidos, señala los euroburócratas.
Puedes ver las recomendaciones europeas aquí (en inglés):
https://en.m.wikipedia.org/wiki/International_Court_of_Justice
Lo más increíble de todo es que ya hay varios países europeos que ya han aprobado medidas siguiendo las recomendaciones de la Comisión. En Grecia sólo podrán acudir a la misa de gallo 9 personas, 25 si es en la catedral. En Italia la misa de gallo -si se celebra- tendrá que ser muy temprana porque a las 10 arranca el toque de queda. Y en Bélgica el culto está prohibido y algunos han tenido que regresar a las misas clandestinas. ¿Catacumbas en el siglo XXI?
En España todavía no se han tomado medidas. Pero habida cuenta del cierre total decretado en Alemania durante casi un mes y el carácter social-comunista del gobierno es probable que se tomen restricciones severas para la libertad religiosa.
Más allá del debate sobre la utilidad de las restricciones impuestas en todo el mundo, llama la atención que las restricciones a la práctica religiosa sean mayores que al resto de actividades sociales.
La razón es muy sencilla: muchos gobiernos están aprovechando la crisis sanitaria y el pánico social para acelerar su agenda laicista. El sueño de una sociedad sin Dios hoy puede ser una realidad…
Lo que no terminan de entender estos ‘comecuras’ es que en Navidad celebramos que Dios TodoPoderoso y Eterno se hace hombre, acampa entre nosotros, asume nuestra debilidad, fragilidad y contingencia para ‘deificarla’. Al haberse hecho hombre nos ha elevado. Y nos ha dado la Esperanza de un mundo de Paz, Justicia y Salud.
Si no podemos doblar nuestra rodilla ante ese Niño Dios, si no podemos alabar a ese Dios hecho carne, si no podemos mirar al Cielo con Esperanza. ¿Qué nos queda? Que el continente de raíces cristianas no entienda que esto es esencial dice mucho de los motivos de la Vieja Europa.
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