A días del tratamiento de la ley de aborto en la Cámara de Diputados de la Nación en Argentina, escribo estas líneas como madre de cuatro hijos: Miguel, María, Mateo, y un cuarto bebe que murió en la semana 6 de gestación, en el vientre materno –es decir, el mío-, el 10 de abril de 2015. Para el Ministro de Salud de la Nación, un fenómeno.
Asumo que toda madre que haya perdido un bebé durante el embarazo sentirá esta definición dada por González García días atrás, como una daga al corazón, una falta de respeto, un insulto a sí misma y a la memoria de su hijo. Más aún, cuando al día siguiente de sus desafortunadas declaraciones, ratificó lo dicho aduciendo que se puede hablar de vida cuando se habla de una célula, pero distinto es otorgarle al no nacido el carácter de ser humano.
Resulta vergonzoso, aberrante, e intolerable que un médico argentino, Ministro de Salud de la Nación falte además de a la verdad, el respeto a todas las mujeres argentinas que hemos perdido a nuestros hijos en algún momento de los nueve meses de gestación. No tiene derecho a manipular información para promocionar conceptos falsos, defender la ilegalidad y negar derechos básicos y fundamentales a nuestros hijos.
Las madres sabemos de ese explotar el corazón al enterarnos de la noticia de que estamos embarazadas. Emoción, felicidad, sentido de la trascendencia, miedo. Todas y cada una recordará lo que sintió al escuchar, ver, saber que un bebito estaba creciendo dentro suyo. Lo sabemos aunque no hayamos estudiado medicina, ni tratados de bioética, ni tengamos el título de Ministras: es nuestro hijo quien llevamos dentro.
Esto pretende no saberlo el señor Ministro. Quizás por eso quiere confundirnos, y miente, diciendo que defiende nuestros derechos al promover el mayor genocidio de la historia de la humanidad, citando sus propias palabras.
¿Qué nos dirán luego? ¿Qué otros hijos querrán arrebatarnos de las manos a las mujeres argentinas? ¿Por qué otros derechos de nuestros hijos irán después de esto? El aborto es la punta del ovillo, ya que de él se irán desprendiendo otras definiciones de no-persona, y serán otros los que ya no sirvan para los poderosos del mundo.
Resulta inconcebible que el Ministro de Salud de la Nación en contra de la ciencia, la bioética y la ley (le recuerdo que debe regirse por la legislación argentina) niegue que los niños argentinos en el vientre de su madre son seres humanos. Es gravísimo.
Por todo esto, es que esperamos del señor Ministro una disculpa pública no sólo a todas las madres a las que se nos murió un hijo en el vientre, sino también a esos nuestros hijos, a quienes negó su dignidad de persona con sus declaraciones falsas y agraviantes. Y le pedimos, si cuenta con un mínimo de grandeza, que presente su renuncia indeclinable al cargo de Ministro de Salud de la Nación, y la devolución de su título de médico.
No más mentiras ni atropellos.
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