En memoria de Jane Roe y Mary Doe: la valentía de Norma McCorvey y Sandra Cano

Ante el inminente estreno de “Roe V. Wade. La verdadera historia que nunca te han contado”, sirva este artículo de 2017 de Harold Cassidy, traducido por IFN como aperitivo antes del plato fuerte.

 [Traducción de Jordi Picazo – IFN] El valor de estas dos mujeres sacó más tarde a la luz el deseo, no solamente vergonzoso sino también indignante por parte de los tribunales de justicia de emitir sentencias a lo “Roe & Doe” —ahora sinónimo de “caso de vida o muerte”— [estos casos marcaron la decisión de legalizar el aborto en caso de peligro para la madre, incluso cuando la vida del feto fuese viable -nota del traductor] sin evidencia alguna, o saber sin incluso si las mujeres en cuyo nombre se pedía sentencia querían o no abortar.

Hace 17 años recibí una llamada telefónica de Norma McCorvey, en la que me decía: «haré lo que sea para retirar mi voluntad en el caso ‘Roe contra Wade’», y me pidió ayuda.

Norma, claro está, era la demandante, de nombre “Jane Roe” en el caso “Roe contra Wade”; caso en el que el Tribunal Supremo de los EEUU interpretaba la “14 Enmienda de la Constitución de los EEUU” para dejar claro que los Estados de nuestra nación tenían prohibido prohibir, o regular significativamente, o restringir en cualquier forma el aborto.

Poco tiempo después recibí una llamada de Sandra Cano, la demandante en un caso calcado al de Roe, esta vez “Doe contra Bolton”. Doe, que se decidió el mismo día que Roe, puede haber pasado más inadvertida al público general, pero es considerado igualmente notable por parte de los estudiosos de la Constitución y los comentaristas provida. Así, los casos “Roe & Doe” se convirtieron en los dos pilares en los que descansaría toda la jurisprudencia creada posteriormente.

En esa llamada telefónica, Sandra Cano me confesó que había estado 27 años conviviendo con un profundo sufrimiento por un sentimiento de culpa y remordimiento debido a la decisión sobre el caso Roe. Quería mi ayuda para eliminar su decisión personal del caso, y me dijo que no podría descansar hasta que ayudara a corregir lo que ahora veía como una gran injusticia hacia las mujeres y niños de esta nación. Las dos mujeres me veían como un abogado acostumbrado a litigar en casos relacionados con la Constitución, incluyendo algunos de madres que habían perdido a sus hijos en abortos realizados sin su pleno consentimiento y sin haber recibido una información completa.

Con la noticia de la muerte de Norma McCorvey el sábado pasado, tenemos que Sandra y Norma ya nos han dejado. Y para aquellos de nosotros que las conocimos es natural reflexionar ahora sobre sus experiencias y el significado de lo que hicieron, sobre quiénes eran, y finalmente y como objetivo último, lo que querían conseguir con todas sus fuerzas antes de morir.

DAR A CONOCER LA PRECARIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA SOBRE EL ABORTO

Cuando recibí esas llamadas de Norma y Sandra, llevaba un caso en representación de una madre que había perdido a una hija en el útero; el caso estaba ya ante el Tribunal de Apelación de los EEUU.

Las decisiones emanadas de los casos “Roe y Doe” habían tenido tal influencia en las leyes de Nueva Jersey que esas mismas decisiones se entrometían e impedían que mi cliente redefiniera su reclamación.

Norma y Sandra querían ser oídas por los tribunales para ahora considerar seriamente apoyar positivamente al sector provida en beneficio de las mujeres y sus hijos. Así que llamé a Allan Parker, un abogado experimentado y fundador de la “Fundación Justicia” en San Antonio, Texas. Le dije que ellas querían ser representadas y poder así presentarse como parte interesada en nuestro caso. Allan se avino a representarlas y Norma, Sandra, Allan y su personal del departamento legal, incluyendo a Clayton Trotter, pusieron todos manos a la obra para ultimar un documento legal en la línea del nuestro con el objetivo de ser presentado ante el tribunal. Se centró en cómo el aborto, tal y como se practicaba después de los casos “Roe & Doe”, dañaba no solamente a los niños sino que lesionaba también los derechos e intereses de las madres.

El otro día, después de enterarme de la muerte de Norma, volví a mirar unas fotografías tomadas frente a la Campana de la Libertad en Filadelfia, al otro lado del Tribunal federal. Allí, cada una de ellas entregó sus “amicus brief”, sus alegaciones de mediación, para que se incluyeran en los expedientes de la causa. Concedimos una rueda de prensa ese mismo día, y sus amigos y simpatizantes se manifestaron frente a la Campana de la Libertad. Norma, Sandra, Clayton Trotter y yo mismo hablamos a la gente allí presente. Y he encontrado dos fotografías que destacan: la de portada y esta de aquí. En la foto de portada, Norma se dirige a la gente mientras Sandra puede verse detrás en espera de su turno. Esta fotografía marca la primera entre varias ocasiones en que las dos colaborarían para dirigirse a los tribunales.

La fotografía es especialmente conmovedora. En ella vemos a Norma McCorvey de pie frente a la Campana de la Libertad mientras sostiene un gran poster que muestra un dibujo de una mujer joven, y que a su vez sostiene un periódico. Encima del dibujo de la mujer y en letras en negrita bien grandes se lee: «Es inevitable». En el dibujo bajo esa línea la joven mujer sostiene un periódico con el titular en negrita: «Roe desbancado». Y como subtítulo el periódico reza: «las mujeres de todo el mundo están de celebración».

En esa fotografía Norma sonríe de una forma poco habitual en ella. Esa comparecencia y aquella manifestación enfrente de la Audiencia les levantaron el ánimo y les proporcionaron a ambas la esperanza de que conseguirían deshacer el daño que pesaba sobre ellas por haberlo propiciado. Esa misma fotografía captura y simboliza los esfuerzos heroicos de Norma McCorvey en los últimos 20 años de su vida.

Más tarde Allan Parker, Clayton Trotter y la “Justice Foundation” representaron a ambas mujeres en sus peticiones, amparadas por la “Norma 60” (Rule 60), las mismas mujeres a las que habían representado para sus casos originales en “Roe y Doe”. Cada una de las mujeres solicitó al Tribunal eliminar la decisión judicial en sus casos basándose en la creencia de que ambos juicios evacuaron decisiones injustas para las mujeres y los niños. Personalmente apoyé los esfuerzos de Sandra y Norma, no porque pensara que representarían un giro en los casos que nos ocupaban, sino porque tanto Norma como Sandra expusieron la sorprendente precariedad de las decisiones de los jueces.

EL FRAUDULENTO CASO DE “DOE CONTRA BOLTON”

Los detalles del caso Doe son particularmente chocantes. Aunque su caso alfombró el camino de millones de mujeres para que pudieran abortar a sus hijos, Sandra Cano no quería personalmente abortar al suyo. Mientras estaba inmersa en un procedimiento de divorcio, pensó que sus padres habían contratado un abogado para asistirla en la demanda para obtener la custodia de sus cuatro hijos más el que llevaba en el vientre. Cuando averiguó que su abogado le había pedido cita para un aborto y había presentado una demanda, alegando que ella quería un aborto y que el Estado de Georgia se lo había negado, Sandra huyó a Oklahoma para evitar ser presionada a tener un aborto que no quería. Solamente se decidió a volver cuando su abogado y su madre le aseguraron que no tendría que abortar a su hijo.

No había ningún registro de los hechos en el caso de Sandra: ninguna petición ni admisión de pruebas, ninguna entrevista, ninguna petición de documentación, ninguna testimonial, y ningún informe forense. Cuando leí la transcripción del litigio ante el tribunal de tres jueces, constaté que el fiscal general de Georgia solicitaba la presentación de pruebas. El Tribunal, ansioso por dictar sentencias, dijo que no veía motivo para preocuparse en pedir pruebas.

Cuando el fiscal general señaló que el tribunal no conocía si «Mary Doe estaba efectivamente embarazada» los jueces dijeron que simplemente supondrían que lo estaba. No se le ocurrió al fiscal general que «Mary Doe» podría de hecho estar embarazada pero no haber nunca de hecho pedido a los médicos que se le practicara un aborto —porque el caso es que ella no quería abortar—. Si Sandra hubiera declarado en el caso, se hubieran sabido sus verdaderos deseos, se hubiera desestimado el caso, y nunca se hubiera tomado la decisión por parte del Tribunal Supremo que se tomó en el caso “Doe contra Bolton”.

La abogada de Sandra, Margie Pitts Hames, convenció a Sandra de que ese día se sentara al fondo en la sala de vistas. Sandra me dijo que estaba de acuerdo con esto porque quería volver a Georgia y ver a sus cuatro hijos. Hames no volvió a hablar con Sandra. Sandra desconocía el curso de los acontecimientos en el caso hasta que escuchó a un comentarista anunciar en la televisión la decisión de la audiencia el 22 de enero de 1973.

Sandra se dolió de esa decisión durante años. Decidió obtener una copia del expediente para revisarlo. El juzgado no quería dárselo porque todo estaba guardado bajo sello. Conservó un abogado que interpuso una demanda para que se le permitiera a Sandra obtener una copia de lo que estaba en el expediente a cuenta de ella. Margie Pitts Hames se opuso a la solicitud, pues no quería que Sandra viera el expediente. Finalmente el tribunal sancionó a favor de Sandra y fue cuando ella descubrió que el expediente entero no era más que una simple “doy fe” pretendiendo ser su propia declaración jurada. Se halló la firma de Sandra en una declaración jurada que decía que ella quería un aborto, que había acudido a un hospital solicitando que se le practicara uno y que los médicos se habían negado a realizarlo.

La firma de Sandra fue falsificada. Todo el caso fue un fraude judicial —fraude que bien pudiera haber sido detectado si el tribunal no hubiera insistido en juzgar sobre temas tan importantes sin ningún tipo de prueba testimonial o cualquier fondo documental que aporte evidencia de cualquier tipo.

ROE Y CASEY: MANTENER UN PRECEDENTE BASADO EN UNA DECISIÓN ERRÓNEA

En el caso de Norma, toda la testimonial consistía en una simple declaración que Norma firmó pero que nunca leyó. Norma se había reunido con su abogado solamente en dos ocasiones. La primera vez se habían reunido frente a un cubo de cervezas [pitcher: cinco botellines en un cubo por el precio de una cerveza —nota del traductor] para discutir la voluntad de Norma de comparecer como demandante. La segunda fue cuando Norma firmó una declaración.

Norma, cuya educación nunca pasó de un primer año de escuela secundaria, testificó más tarde que nunca había sabido o entendido lo que era un aborto. Ella pensaba que el proceso del aborto simplemente prevenía que un ser humano llegase a existir, como ocurre con el control de la natalidad.

No fue hasta mitades de los años 90, cuando estuvo trabajando en una clínica abortiva, que Norma empezó a entender lo que realmente era un aborto. Una vez se encontraba en la habitación llamada “Piezas”, adonde las “piezas” tales como extremidades y cabezas eran llevadas después de que se abortara a un no-nacido. Fue solamente entonces cuando Norma se dio cuenta que los abortos terminaban con la vida de seres humanos. Poco después pasó a convertirse a la causa provida de las cosas, y en 1997 empezó con su misión: “Roe no more”: “Stop Roe”.

En 1992, el Tribunal Supremo dio la razón al caso Roe en “Casey contra Planned Parenthood”, lo cual fue una decisión “de dos a tres y a cuatro”, es decir, que cuatro jueces decidieron que “Roe contra Wade” había sido sentenciado incorrectamente. Solamente dos jueces sostenían que Roe había sido sentenciado correctamente como asunto de jurisprudencia dentro del marco constitucional.

Los restantes tres jueces, en lo que se llamó opinión consensuada, mantuvieron la decisión sobre el caso Roe en base a la doctrina “stare decisis” [o atenerse al precedente establecido —nota del traductor]: aun cuando la decisión Roe hubiera sido tomada erróneamente, sostenían, el principio de precedente significaba que el tribunal tenía que ser consistente con sus decisiones. Los tres jueces, de alguna manera razonaron que las excepciones a la “stare decisis” – como las halladas en más de 240 casos en los cuales el Tribunal invirtió su decisiones anteriores —no se aplicaban a Roe.

EL ABORTO HIERE A LAS MUJERES

Me acuerdo del día que cruzaba una calle en Dallas, Texas, con Allan Parker dirigiéndonos a la Corte del Distrito para presentar la demanda de Norma McCorvey basada en el derecho que le otorgaba la “Norma 60”. En su demanda Norma le pedía al tribunal que desestimase su decisión sobre el caso Roe porque los hechos que ella conoció después del caso le revelaron que el juicio fue injusto para no solamente las mujeres embarazadas, sino también para sus hijos. Con la ayuda de su equipo legal, Norma entregó para adjuntar al expediente 6.000 folios de documentos que demostraban que el aborto es malo para la mujer. 2.000 mujeres que habían sufrido abortos presentaron sus declaraciones explicando cómo el aborto arruinó sus vidas.

El siguiente año Sandra Cano presentó su demanda bajo la Norma 60 en “Doe contra Bolton”. Cuando la vi ese día parecía genuinamente contenta de poder, finalmente, corregir el proceso en ese caso. Presentó su propia comparecencia ese mismo día, comparecencia que no solamente leyó sino que ayudó a escribir –y firmó ella misma. Ese día ella, tal como hizo Norma, aportó al expediente más de 6.000 páginas de documentos incluyendo más de 2.000 declaraciones de mujeres en un proceso post abortivo.

El deseo vergonzoso e irracional por parte de los Tribunales de llegar a una decisión en “Roe y Doe” sin ninguna evidencia —y sin incluso saber si las mujeres en cuyo nombre se defendieron los casos habrían querido esos abortos o no— fue expuesto más tarde por el coraje de estas dos mujeres.

No fue fácil para Norma y Sandra ponerse en pie ante al mundo y contar la verdad. Después del caso Roe, Norma había recibido los elogios de muchos, cual heroína nacional de la misma estatura que Rosa Parks. Fue elogiada por grupos proaborto. Norma abandonó posteriormente su vida de glorificación y aceptó un ajusticiamiento a manos de las críticas cuando en 1997 se alzó y comenzó a luchar por lo que es correcto, con un coste personal muy elevado.

Las historias de Norma McCorvey y Sandra Cano son historias de redención. Mientras seguimos con la lucha para acabar con el aborto, deberíamos sacar tiempo para recordar y celebrar lo que hicieron por el resto de nosotros mientras lucharon para redimirse. Artículo de HAROLD CASSIDY. Publicado en Public Discourse Remembering Jane Roe and Mary Doe: The Courage of Norma McCorvey and Sandra Cano el 23 de febrero de 2017.

Traducción: Jordi Picazo

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