Con los finales de curso llega la etapa en la que los adolescentes empiezan a pensar qué van a estudiar, aunque todavía les quede tiempo por delante. Piensan en grandes grados, o en aquellos que les permitirán tener un mejor trabajo, o quizá estudiar y trabajar fuera. Otros buscan estudios con los que “quedar bien” y presumir de lo que estudian. Algunos, eligen lo fácil y otros, unos pocos, lo que les gusta o lo que les va a permitir una vida familiar tranquila sin exigencias laborales agotadoras.
Cada uno tiene sus objetivos y su mirada hacia el futuro, pero creo que, si dirigimos a los niños hacia el futuro laboral de éxito económico desde que son pequeños, les estamos abocando a una vida egoísta, centrada en donde nunca van a encontrar la felicidad.
Es muy difícil que los chavales de 15 o 16 años sepan lo que quieren. Además, van mirando las carreras posibles y hay tantas que no hay manera de aclararse. Pero si la manera de elegir se basa en las salidas profesionales de éxito, entonces todo se limita y se empobrece. El objetivo ha de ser lo que le gusta, lo que se le da bien, lo que encaja con su modelo y proyecto de vida. Y luego las piezas irán encajando.
Aquellos que lo tienen claro, perfecto, adelante, pero muchos no lo saben y entonces quizá sea mejor encaminarse hacia algo básico para luego ir perfilando y definiendo especialidad.
Creo que es un error agobiar a los chavales con elegir estudios top por definición, con obsesionarles con la nota media y la EBAU, aunque la tengan a tres años vista. La vida da muchas vueltas y un altísimo porcentaje de adultos trabaja en cosas no directamente relacionadas con lo que estudiaron. La adolescencia es un tiempo precioso de aprendizajes y crecimiento y si la centramos en la nota media, el éxito y la competitividad, no estamos educando para la felicidad y la plenitud del alma.
El futuro, la vida, es mucho más que una nota o un doble grado. Eduquemos para cosas grandes, no para un puesto de trabajo. “Busca primero el reino de Dios y Su justicia y lo demás se te dará por añadidura”.