El machismo que se esconde tras el nuevo feminismo

Se juega con el revanchismo de mujeres que han tenido que vivir a la sombra de los hombres, para tapar a los verdaderos promotores y beneficiarios de esta nueva ideología.

La Real Academia Española (RAE) define el feminismo como la “Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres”. Concepto a partir del cual podríamos incluir en el movimiento tanto a las sufragistas del siglo pasado y aquellas que lucharon por el derecho a la propiedad privada de las mujeres casadas, como a todas aquellas que dieron la ardua batalla para entrar en la Universidad y poder acceder a cargos de responsabilidad empresarial y gubernamental. Feministas a las que le debemos gran parte del nivel de calidad de vida que llevamos en pleno siglo XXI y que, desde luego, no pueden caer en el olvido. Concepción Arenal, Clara Campoamor, Rosalía de Castro… ¿por qué nadie habla de ellas? Porque lo que tenemos ahora no es feminismo.

Haciendo una mirada retrospectiva ¿cuáles han sido los grandes campos de batalla del nuevo feminismo? El aborto, las cuotas y el fin de la feminidad. Todo eso envuelto en una confrontación constante con el hombre, donde se juega con el revanchismo de mujeres que han tenido que vivir a la sombra de los hombres, para tapar a los verdaderos promotores y beneficiarios de esta nueva ideología.

El aborto ¿a quién beneficia? ¿a la mujer que entra en quirófano? ¿a la que se juega no solo su futura maternidad sino hasta su propia vida en ocasiones? ¿a la misma mujer que en un considerable  número de ocasionas desarrolla problemas de ansiedad, de falta de libido sexual, insomnio, oscilaciones en el estado de ánimo y tanatofobia? ¿o al hombre, que continua su vida con completa normalidad sin responsabilizarse de sus actos y desde luego sin secuelas para él? ¿Estamos seguras de que es a la mujer a quien liberaliza el aborto?

Las cuotas, el eterno debate sobre las leyes de paridad, en la empresa, en las listas electorales y en los puestos de la administración pública. ¿Beneficia a la mujer? Porque a mi lo único que me queda claro con esta reserva de plazas, es que necesitamos esa ayuda, ese guiño, ese empujoncito para llegar a los sitios, porque no somos tan buenas, porque no nos elegirían por nuestras aptitudes y actitudes, y tenemos que acudir a la pena del “sexo débil” para llegar alto. ¿Soy la única que opina que esto nos deja de inútiles? ¿Que es un menosprecio a la mujer introducido sin ningún tipo de sutileza? A mi se me caería la cara de vergüenza si me pidieran entrar en unas listas electorales porque necesitan a gente con falda y no con cerebro, o si me reservasen una plaza en la administración porque ya hay bastante testosterona en el ambiente y no porque necesitan a gente con aptitudes diferentes. Hasta dónde hemos llegado…

¿Y qué decir del fin de la feminidad? ¿Por qué está mal visto ahora hasta que la mujer quiera depilarse? ¡Pero si es pura comodidad no tener pelos enganchados en las medias! poder ponerte tu crema hidratante y dejarte unas piernas suaves y brillantes… No tener un animal muerto en las axilas después de hacer deporte… ¿por qué si queremos ser madres somos malas mujeres y si decidimos vivir por y para el trabajo somos ejemplos de la causa? ¿por qué no puedo arreglarme y verme guapísima un día cualquiera de la semana? Hay mujeres que se maquillan hasta para ir al Mercadona, y es que ellas lo disfrutan ¿por qué no pueden? Pensar que sólo nos arreglamos para los hombres es de un razonamiento tan patético como simplista. Quieren que la pureza, la dulzura y la belleza de la mujer baje a la suciedad del mundanal subsuelo, donde perdamos nuestra esencia,  nuestro anhelo de ser cuidadas y tratadas con delicadeza, con dignidad, porque no merecemos menos. Quieren que vayamos como un saco de pienso, para poder ser tratadas como tal. Usar y tirar. Ni parecemos la mujer del César ni vamos a ser tratadas como tal. Señoras, por favor, un poco de amor propio. Si nosotras mismas no nos cuidamos, desde luego no lo harán los demás.

Y todo esto se envuelve en una lucha constante contra el hombre, también su esencia y su comportamiento tradicional con la mujer. No quieren caballeros que les den los buenos días, le abran la puerta, y le digan lo bonitas que están. Tal vez prefieran animales que las traten como la presa de la noche, aquí te pillo aquí te mato, y mañana no recordaré ni tu nombre. No quieren hombres que se arreglen y demuestren su hombría aun habiéndose perfumado para nosotras. Parece que está de moda el hombre se asea poco pero se depila mucho, el que le dice que sí a todo, porque tiene menos personalidad que un insecto palo (pero sabe que así se asegura la “conquista”). Desde luego cada vez es más fácil conseguir una mujer. La competencia es entre nula y patética, y la mujer se valora entre poco y nada. Todo ventajas. Pero ventajas no para una relación seria, eso tampoco es feminista, sino para pasar el rato. Como decía: usar y tirar. La mujer como cacho de carne desaliñado acudirá la semana próxima a abortar, mientras que el sucio chico que la llevó a su piso de solteros ya está metiendo a otra en su cama. Ni siquiera se ha cambiado de calzoncillos, y lo peor de todo, es que a la siguiente también le dará igual.

El machismo se define como “La actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer”. Saquen sus propias conclusiones.

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