El gobierno turco está tratando cada vez más a las minorías cristianas como amenazas existenciales, tildándolas de “peligros para la seguridad nacional” para justificar expulsiones masivas y fuertes restricciones a la libertad religiosa. Esta alarmante retórica marca un nuevo mínimo en la represión de Turquía contra los creyentes minoritarios.
Las declaraciones oficiales revelan el cambio: en los últimos meses, las autoridades han acusado a las congregaciones y al clero cristianos de espionaje, subversión y vínculos con potencias extranjeras. Eso ha permitido al Estado revocar permisos de residencia, cerrar iglesias y expulsar a líderes cristianos, a menudo sin el debido proceso ni justificación pública. Un cristiano turco compartió cómo la policía afirmó que su casa era “inadecuada para un musulmán” y luego lo declaró persona non grata en su país de nacimiento.
Entre los peores casos, el gobierno ha expulsado a cristianos extranjeros que trabajaban como misioneros o cooperantes, incluso cuando tenían visados válidos. Algunos cristianos locales denuncian amenazas, intimidación y acoso burocrático hasta que se marchan. A las iglesias y a las ONG confesionales se les niega el registro o la financiación, hundidas por la burocracia y las amenazas de disolución.
Las implicaciones son graves: cuando un Estado tacha a los creyentes de riesgos para la seguridad, abre la puerta a la persecución. La medida socava los compromisos internacionales de Turquía en materia de derechos humanos y sienta un peligroso precedente en un país predominantemente musulmán. Los derechos de conciencia, culto y las confesiones minoritarias están en juego.
En respuesta, los defensores de los derechos humanos y de los cristianos están pidiendo a los gobiernos y a los organismos internacionales que arrojen luz sobre las acciones de Turquía, que impongan responsabilidades por las violaciones y que apoyen a los cristianos que se enfrentan a la expulsión forzada o a la persecución. Instan a Ankara a que detenga las expulsiones, restablezca la igualdad religiosa y proteja a los creyentes en lugar de silenciarlos.