“Como única solución a tu desesperación, el sistema te da heroína con limón”. Corría el año 1980 cuando el grupo musical de derechas Amici del Vento denunció los albores de ese “reflujo hacia la esfera privada” en el que el compromiso político de los jóvenes era dramáticamente suplantado por las drogas. Han pasado más de cuarenta años, pero esa estrofa de la canción Patria sigue siendo de gran actualidad.
Escuela cercana
Se hace eco en Dublín, Irlanda, donde el sitio Gript anuncia que está a punto de construirse una instalación dedicada a las inyecciones de heroína para los toxicómanos. Dirigido por la organización benéfica Merchants Quay Ireland (MQI), estará abierto desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche todos los días, siete días a la semana, y ofrecerá cabinas privadas donde los adictos podrán inyectarse heroína en las venas. La instalación, como informa Ript, está situada a 150 metros del Colegio Nacional de San Audoen, uno de los centros educativos más antiguos del país, al que acuden diariamente muchos jóvenes estudiantes. Según una estimación citada en el artículo, para cuando los niños lleguen a la escuela cada mañana, unas 63 personas ya habrán utilizado las cabinas para drogarse.
La demanda
San Audoen sin embargo, no se resigna a esto. Así que ha presentado una demanda para anular una sentencia de 2019 que concedía permiso para convertir un sótano en un distribuidor de heroína. El consejo escolar se basa en dos factores: primero, que el permiso no tuvo en cuenta el impacto psicológico que la presencia de esta instalación frente a un colegio puede tener en los niños; y segundo, que la decisión sería nula porque no puede conceder el permiso para una actividad delictiva como es inyectarse heroína.
Comportamiento antisocial
Algunas de las aulas de la escuela dan a una zona donde, incluso ahora, la gente va habitualmente a drogarse. Las nuevas instalaciones les permitirán hacerlo en un lugar seguro y controlado. Pero los responsables de la escuela se preguntan a dónde irán los adictos después de la inyección: no está previsto hacerlo, por lo que temen que se reúnan en un parque situado frente a donde estudian los niños. El riesgo es que aumenten los comportamientos antisociales, de los que la dirección de la escuela ya está informando, sobre todo en las inmediaciones de un Café Nocturno gestionado por MQI. Por su parte, la organización se defiende señalando que una estructura de este tipo debería ubicarse donde se concentra el mayor número de adictos. Añade que ya existen otras similares en otras ciudades, sin mayores problemas.
Respuesta falsa a un problema verdadero
Pero los comerciantes del distrito 10 de París, donde en 2016 la alcaldesa socialista Anne Hidalgo inauguró una “sala de cabinas” en la que los toxicómanos pueden tomar drogas, no parecen pensar lo mismo. El negocio, como explicaba un restaurador local a la revista Tempi en 2018, cayó un 40%: los clientes dejaron de salir por la inseguridad. Más delito, pues, pero también hay una cuestión de principios, como recordó a Tempi el diputado francés de la UMP Yannick Moreau: “Para limpiar su conciencia, el Gobierno da una respuesta falsa a un problema real. En lugar de buscar la raíz del problema y adoptar políticas ambiciosas para empujar a los adictos a la recuperación, es decir, a dejar de consumir drogas, se contenta con esconder a estas personas en las “habitaciones del agujero”, con gran derroche de dinero público”. ¿Qué era eso que cantaban los Amigos del Viento hace más de cuarenta años?