Cuando el historiador Will Durant seleccionó a los diez mayores pensadores de la historia, el máximo honor recayó en el antiguo sabio chino Confucio por su idea de que no se puede poner orden en el mundo sin antes poner orden en la familia.
Es una verdad para todos los tiempos, y fue la estrella que guió a las recién creadas Naciones Unidas en su intento de poner orden en el mundo tras el conflicto más destructivo de la historia, la Segunda Guerra Mundial (sobre el que los estadounidenses acabamos de reflexionar durante el Día de los Caídos).
No sólo el Convenio de la ONU de 1948 Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce derechos especiales a la maternidad y a la infancia -ambas “merecedoras de cuidados y asistencia especiales”-, pero sólo reconoce derechos a un grupo: “La familia es el grupo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”.
Esa misma visión de la familia inspiró la Declaración de los Derechos del Niño de la ONU de 1959, que proclamaba inequívocamente que “la humanidad debe al niño lo mejor que tiene para darle” y a continuación procedía a explicar qué es lo mejor:
El niño, para el desarrollo pleno y armonioso de su personalidad, necesita amor y comprensión. Crecerá, siempre que sea posible, al cuidado y bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material... (énfasis añadido).
En 2012, las Naciones Unidas proclamaron el 1 de junio como el “Día Mundial de los Padres, que se celebrará anualmente, en honor de los padres de todo el mundo”. Aunque es un eco bienvenido, aunque débil, de la visión original de la ONU sobre la familia, también es un duro recordatorio de lo mucho que la ONU se ha alejado de esa visión, como es explicada por la socióloga Gabriele Kuby.
En pocas décadas, la ONU se convirtió en una institución que utilizaría su poder y sus recursos para cambiar la imagen de la humanidad declarada por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y sustituir los valores morales universales por “valores” posmodernos relativistas como fundamento de la cultura….. Hoy la ONU y sus poderosas sub organizaciones luchan por la disolución de la identidad sexual de hombres y mujeres así como por la eliminación del matrimonio y la familia.
Forma parte de lo que Kuby denomina la “revolución sexual global”, que se disfraza con el nombre de derechos al tiempo que ataca las libertades democráticas, espoleada por “personas influyentes y ONG que impulsan su aplicación global con ayuda de las instituciones de la ONU y la UE”. Mientras tanto, los activistas de todos los países “reciben dinero, educación, trabajo y apoyo jurídico” y “ganan poder e influencia” para impulsar la revolución.
La Organización Internacional de la Familia, en colaboración con organizaciones e individuos de todo el mundo, está en la vanguardia de la defensa contra esa revolución, ya que unimos y equipamos a los líderes para proteger y promover la familia, el matrimonio, los padres y los hijos.
Con motivo de la celebración del Día Mundial de los Padres de este año, reiteramos el llamamiento lanzado en nuestro Congreso Mundial de las Familias de 2009 en Ámsterdam por Elder Russell M. Nelson.
La familia es atacada por todos lados. Muchos se preguntan si la institución ya no es necesaria. Nuestra respuesta es segura. Si hay alguna esperanza para el futuro de las naciones, esa esperanza reside en la familia. Nuestros hijos son nuestra riqueza, nuestra fuerza, nuestro futuro…
El futuro de las naciones está ligado a los niños. Hay que volver a consagrar a las familias con hijos como unidad fundamental de la sociedad. Simplemente, ¡debemos valorar a los niños más de lo que lo hacemos! Sin una nueva generación que sustituya a la anterior, no hay riqueza; sin familias, no hay futuro.
Los niños nacen de la unión de un hombre y una mujer. Los niños más felices y seguros proceden de matrimonios felices de padres y madres. La historia y los estudios contemporáneos han demostrado que el matrimonio de marido y mujer, en el que ambos aportan sus rasgos naturales distintivos a la familia, proporciona el contexto ideal para criar individuos productivos, compasivos y morales…..
Además, quienes pretenden socavar el matrimonio y la familia tradicionales limitarían de hecho los derechos de quienes sí defienden la santidad de estas instituciones. Esta consecuencia conduce a otra gran preocupación: la eventual erosión de la libertad religiosa, incluida la libertad de defender, promover y practicar los valores familiares tradicionales.
Por favor, únase a nosotros en la celebración del Día Mundial de los Padres levantándose y hablando en favor de estas verdades fundamentales. Nunca ha habido tanto en juego para nuestros hijos y para la propia civilización.