Estuve muy pendiente, junto el resto de estadounidenses, de las espanrosas escenas del pasado miércoles en las que decenas de personas irrumpieron en el Capitolio de EE.UU., resultando en personas muertas y la destrucción de la propiedad en la Casa del Pueblo americano. Lo condeno en los términos más enérgicos posibles y hago un llamamiento para que todos aquellos que violaron la ley sean procesados a la mayor brevedad posible.
La violencia y los ataques a nuestros agentes de la ley y a los edificios federales siempre será condenable y nunca deben ser aceptables. Este principio se aplica independientemente de si los infractores son partidarios del Presidente Trump o de grupos liberales como “Occupy” o “Black Lives Matter”.
La izquierda, sin embargo, como siempre, está intentando usar el ataque al Capitolio para generalizar y difamar al Presidente y a sus partidarios. Siempre es lo mismo. Siguiendo a su mentor, Saul Alinsky, “nunca dejarán pasar la oportunidad de aprovecharse de una crisis”.
Los políticos demócratas y su voceros, e incluso algunos miembros republicanos, se apresuraron a culpar al Presidente Trump por “causar” tal situación avivando las pasiones de sus partidarios. También se apresuraron a generalizar de forma burda culpando a todos los asistentes al mitin pro-Trump señalándolos como “insurrectos” que abrazan la violencia.
Para quien esté dispuesto a escuchar la verdad, el Presidente ha condenado constantemente la violencia y ha apoyado la ley y el orden, sin ir más lejos, hoy en su discurso a la Nación. Tal vez el Presidente no haya respondido tan rápido como sus críticos quisieran, o con las palabras que ellos desearan, pero esas son cuestiones totalmente diferentes a si ha condenado o no la violencia.
Además, los asistentes a la manifestación marcharon al Capitolio con el propósito de expresar su posición en el proceso constitucional de certificación, ejerciendo su libre (de momento) derecho. De los muchos, miles de asistentes, sólo una pequeña porción formó parte en estos actos violentos y llenos de maldad.
Lamentablemente, algunas personas encastradas en la anarquía, la violencia, la destrucción y en flagrante violación del proceso establecido por la Constitución norteamericana se encargaron de irrumpir en el Capitolio con el fin de perturbar los procedimientos. Algunas otras personas sin intención criminal, probablemente superadas por la emoción y la pasión, siguieron como masa a los que habían accedido al edificio. Esto no fue una “insurrección” como muchos medios de comunicación lo han absurdamente llamado. Fue un mitin de protesta que trágicamente fue dirigido en la dirección equivocada por unos pocos matones. Una vez más, insisto que de deben ser castigados por lo que hicieron.
Estos extremistas no representan ni reflejan de ninguna manera las creencias de los activistas conservadores pro-vida, pro-familia y pro-libertad. El intento de la izquierda de presentar a los partidarios de Trump como violentos “insurrectos” es tan absurdo como torpe. Engañarán a unas pocas personas; pero confirmará la creencia de muchos de que lo que realmente les importa a los medios liberales, al mundo político y a la grandes empresas tecnológicas es silenciar a 75 millones de estadounidenses.
Los descarados medios con los que los liberales están usando el asalto al Capitolio es patente cuando se comprara con su radicalmente distinta respuesta cuando eran los Antifa y BLM quienes quemaban nuestras ciudades. Esos mismos medios de comunicación afirmaron que los disturbios eran “pacíficos” y los políticos de izquierda no se manifestaron para exigir que los violentos rindieran cuentas. No se hablaba de insurrección entonces.
Afirmar tales verdades no es “whataboutism” (la falacia del “y tu más”): es simplemente reconocer y denunciar la clara hipocresía del establishment liberal.
Mensaje a la izquierda política: yo, y la mayoría de los conservadores, sabemos que la violencia, el desorden y la violación de la ley son reprobables. La hemos condenado continuamente, y sin matices, siempre… esperamos que ustedes hagan lo mismo.
Muy al contrario, ahora pretenden, desde su tribuna de superioridad moral, exigir la destitución del Presidente Trump a través de l impeachment o invocar la 25ª enmienda para intentar aplastar al hombre que tanto odian.
Es repugnante.
Y también condeno los comentarios del presidente electo Joe Biden y la vicepresidenta electa Kamala Harris después de los acontecimientos. Biden y Harris se postularon para atacar al presidente al tiempo que prometían unir a una nación dividida. En su lugar, están dividiendo aún más el país, radicalizando la realidad sobre lo que pasó el miércoles. Hubo alborotadores negros que asaltaban el capitolio; y había oficiales blancos que trataron de detenerlos. Introducir la cuestión de la raza en este debate está mal, y es despreciable.
América está en una posición difícil.
Somos una nación dividida. Las falsas visiones de unidad ofrecidas por Joe Biden y Kamala Harris son tan perjudiciales que hacen peligrar toda esperanza de reconstruir la confianza social mutua.
Los que rechazamos el libertarismo americano también rechazaremos una supuesta unidad que exija renunciar a nuestras creencias. Porque esa es la unidad del totalitarismo. Esa es la unidad de la conversión forzosa. Aunque rodeada de palabras amables, esta forma de unidad nunca la aceptaremos. Nunca renunciaremos a la verdad para aceptar la falsa visión de la izquierda sobre la vida, Dios, el hombre y el país.
El único tipo de unidad factible nacerá de un reconocimiento mutuo y sobrio de nuestras diferencias políticas junto con un profundo respeto por la dignidad de cada persona.
Un último pensamiento.
El hecho de que Facebook y Twitter crean ahora que tienen derecho a silenciar al líder del mundo libre -con el apoyo casi unánime de la izquierda- prueba lo que algunos de nosotros hemos estado denunciando durante mucho tiempo. La unión cruel de la gran tecnología y los libertarios americanos es actualmente más poderosa que el propio Presidente de los Estados Unidos. Aconsejaría a los verdaderos liberales que tengan mucho cuidado con lo que apoyan. Puede haber algún momento en que sus puntos de vista pasen de moda, y los mecanismos de control, al haber dejado de funcionar, les perjudicará gravemente.
Una regulación del nuevo poder de monopolio de los Social Media y las empresas tecnológicas es absolutamente crítica si queremos seguir siendo una nación que realmente valora y defiende la libertad de expresión y la lnbertad asociación.
Quien decide quién puede hablar es más poderoso que el que quiere hablar. Y ahora mismo, Mark Zuckerberg y Jack Dorsey se están convirtiendo en los amos del mundo.
Si los dueños de las nuevas tecnologías pueden censurar a un presidente con el que no están de acuerdo, pueden silenciar a cualquiera.
Para nuestros amigos del resto del mundo que defienden la fe, la familia y la libertad, soy consciente de que sus medios están desdibujando una imagen falsa de los conservadores en los EE.UU. Me doy cuenta de que puede sentirse frustrados sobre lo que podemos hacer en el futuro para corregir esta imagen.
No tengo respuestas fáciles. Pero sí sé esto: despreciamos los ataques a nuestra policía, despreciamos el ataque a nuestro capitolio, defendemos a Dios, la familia, el país y la libertad ordenada. No permitas que nuestros oponentes nos definan. Haced visible la verdad, representar la belleza, exponer el amor.
Nunca te rindas, nunca cedas, nunca aceptes el falso retrato que nuestras elites globales te imponen. Nunca.
Termino invitando a todas las personas de buena voluntad y temerosas de Dios a la oración. Recemos por el Presidente y su Administración, el Presidente y Vicepresidente entrante y su Administración, nuestras apreciadas instituciones y por nosotros mismos y nuestras familias. Juntémonos como nunca antes lo habíamos hecho para preservar nuestros valores, creencias y forma de vida.
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