Chile por la pendiente deslizante de la cultura pro muerte

El orgullo patrio chileno por los suelos tras verse irreconocible renunciando a sus principios como nación a costa de las injerencias extranjeras.

Chile ha pasado en 4 años de ser uno de los países provida más fuertes a un desconocido producto moldeado por la ingeniería social y pro muerte.

Antes de 2017 el aborto no estaba contemplado en ninguna circunstancia. Y su Constitución (todavía vigente hasta que no la cambien, que es la intención), blinda la vida humana “del que está por nacer” en su artículo 19. Pero ni aun así, este país pudo escapar de las zarpas del afán pro aborto y en interpretaciones rocambolescas, se sacaron el “problema” constitucional de encima.

Así, se despenalizó el aborto en los 3 famosos supuestos, que son ya una táctica conocida por la que se introduce la lógica abortista y luego se usan como brecha para colar el aborto irrestricto. De esta manera ha sido en casi todos los países y, en Chile no podía ser menos, eso sí, con una celeridad de récord, impulsados en gran medida por el empuje pro muerte que viene de Argentina. Como resultado, se acaba de presentar una propuesta para flexibilizar el aborto como en el país vecino, hasta la semana 14 de embarazo.

Esta noticia si bien es triste, poco sorprende. Todos sabíamos que el efecto argentino sería usado como ariete en toda la región. Pero lo que convierte a Chile en alumno aventajado, es que, además, van por el combo y pretenden implantar la eutanasia a toda máquina. Esta vez, apoyándose en la iniciativa española que va por el mismo camino y que tendrá legalizada a principios de este año, si el Senado no lo remedia (algo que no parece factible), la legalización de la pena de muerte a los enfermos.

En el caso chileno ha pasado desapercibido que, en diciembre del año pasado, se aprobó en general el proyecto de ley de “Muerte digna y cuidados paliativos” en el Congreso nacional. Es decir, el suicidio asistido y su contrario, en una jugada ya utilizada por los argentinos en la que reconocían el “derecho” (sic) de eliminar a un hijo o de proteger su derecho a la vida, dependiendo del gusto de la madre y de cuál sea su sentencia.

Tras la votación, la propuesta de ley de eutanasia en Chile, retornará a la Comisión de Salud de la cámara baja para evaluar las indicaciones surgidas en medio de la discusión y, superados todos los trámites, podría entrar en vigor en pocos meses.

Los defensores de esta ley se escudan en que es muy restrictiva y garantista, algo que también sucedía en Holanda y Bélgica, a principios de este siglo, cuando se promulgó la eutanasia en estos países y, que 20 años después podemos ver cómo ha ido resbalándose por la pendiente deslizante de todas las propuestas pro muerte.

Lastimosamente, vaticino que si salen estas leyes en España y Chile no tardarán tanto en ponerse a la par de sus homólogos y antes de darnos cuenta, estarán sirviendo eutanasia a ancianos, personas con depresión, con adicciones, con todo tipo de problemas psíquicos y mentales, con discapacidad, con “cansancio de la vida”, con dependencia, a menores de edad y a un lastimoso etcétera. A las pruebas me remito, porque es una realidad que podemos ya visualizar en los Países Bajos, que no se conformaron con abrir un poco la mano, sino que dan muerte a manos llenas. Así de “generosos” son ellos y no van a dejar a nadie fuera de su círculo de devastación, no vaya a ser que los tachen de insolidarios.

Llegados a este punto y viendo que Chile gusta tanto de copiar a otros países, mi recomendación sería que busque ejemplos dignos de repetir. Pocos se pueden mencionar ya, pero por ahora, en Hispanoamérica nos queda El Salvador bastión provida donde los haya, que esperemos que resista a las presiones de los lobbys pro muerte y se mantenga firme, atrayendo a otros a sus convicciones, que confío, algún día sucederá.

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