La estrella del pop Britney Spears, en sus próximas memorias tituladas “La mujer que hay en mí”, comparte una revelación profundamente personal sobre su experiencia con el aborto.
En contra de la narrativa común de que el aborto es una elección de la mujer, Spears revela que la decisión no fue sólo suya. Admite con franqueza que no habría optado por el aborto si sólo dependiera de ella, arrojando luz sobre la influencia de su antiguo novio, Justin Timberlake, otra estrella del pop, que se oponía rotundamente a la paternidad.
La revelación llega mientras Spears relata su relación, que comenzó en 1999 cuando ella tenía 17 años y Timberlake 18, y que terminó en 2002.
Spears hace hincapié en la confusión emocional que experimentó como consecuencia del aborto, calificándolo como uno de los momentos más angustiosos de su vida. Aunque el bebé fue una sorpresa inesperada, ella no lo vio como una tragedia y había imaginado una familia con Justin en el futuro.
Trágicamente, esta situación no es exclusiva de las estrellas del pop, ya que muchas mujeres que se enfrentan a embarazos inesperados se sienten presionadas para optar por el aborto.
Una encuesta realizada en 2023 por el Instituto Charlotte Lozier entre mujeres de 41 a 45 años reveló que el 60% de las que abortaron se sintieron muy presionadas para tomar esa decisión.
Esta presión suele tener su origen en diversas fuentes, como la familia, las preocupaciones económicas y, sobre todo, la pareja masculina.
Una cuarta parte de las mujeres declararon sufrir una presión considerable por parte de sus parejas masculinas para abortar, mientras que otro 20% experimentó una presión moderada.
El discurso público predominante en torno al aborto lo enmarca como una cuestión de derechos y opciones de las mujeres. Sin embargo, la prevalencia de la presión externa sobre las mujeres para que tomen determinadas decisiones pone en tela de juicio la noción de verdadero empoderamiento.
Esta estadística socava la idea de que el acceso al aborto capacita intrínsecamente a las mujeres para tomar decisiones sin trabas.
Para empoderar realmente a las mujeres, la sociedad debe adoptar medidas que las apoyen para conciliar la educación, la carrera profesional y la maternidad. Además, debe existir la expectativa compartida de que los hombres deben estar preparados para asumir las responsabilidades de la paternidad si mantienen relaciones sexuales con mujeres.
La historia de Britney Spears sirve como un duro recordatorio de que el aborto no es una elección que empodere, sino una huida de las consecuencias para muchas, y tiene como resultado el arrepentimiento y el dolor en las vidas de estas mujeres.
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