La Agenda 2030 tiene la obsesión del ‘todos café’, todos iguales, todos lo mismo, y, por supuesto, lo que yo digo y va a ser así porque si no haces lo que yo te diga, te voy a tachar de disidente, negacionista, machista, fascista o lo que se tercie y todo el mundo te hará el vacío. Yo impongo mi Agenda y además te digo que “todo en la Agenda, nada contra la Agenda, nadie fuera de la Agenda”
Y ¿por qué te van a hacer el vacío? Porque esa agenda que tienes que aceptar está envuelta en papel de seda. Tiene objetivos que nadie puede rechazar, objetivos que no se pueden negar y utiliza un lenguaje suave, lleno de esas palabras que ya forman parte de lo necesariamente aceptable pero que esconden la imposición ideológica de la izquierda.
Los creadores y promotores de esa minuciosa agenda ya se han encargado de señalar al disidente como responsable de dejar que “avance la violencia, el racismo y la discriminación”.
La Agenda tiene 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) que a su vez tienen varias metas cada uno. Y entre ideas evidentes y objetivos universales como la eliminación de la pobreza o el respecto y cuidado de la naturaleza, la educación para todos o llevar agua potable a todos los rincones del planeta, tenemos las imposiciones características de siempre, como la inclusión del aborto en las políticas de los países, la educación sexual en la escuela que de educación tiene poco o nada, o la pérdida de la soberanía nacional.
La Agenda es de carácter universal, para todos los países en cualquier lugar del mundo y cualquier situación social, política y económica, y para todas las personas a todos los niveles.
Esta universalidad evidentemente sólo se puede conseguir con ese deseado “nuevo orden mundial”, que acabe con la libertad individual, la propiedad privada, el modelo de familia tradicional y la soberanía de las naciones.
La Agenda 2030 es, por tanto, una guía ideológica, una hoja de ruta de la ingeniería social del progresismo imperante con delirios de grandeza sostenida sobre dos pilares fundamentales: el terror del cambio climático y el igualitarismo mundial feminista. Todo ello desde la conquista del lenguaje y poniendo la sensibilidad frente a la razón y convirtiendo los sentimientos en leyes o neo-derechos.
Un panorama que puede parecer desalentador por que ya estamos viendo muchos efectos y frutos de esa imposición y, sin duda, la pandemia dichosa ha favorecido el avance rápido de muchas medidas que utilizan el virus como excusa.
Pero también cuando cayó el imperio romano parecía que no había salida, o cuando la revolución francesa o tras las dos guerras mundiales….pero de entre esas cenizas surgieron los grandes santos y muchos otros quizá no “tan grandes” pero que fueron luz del mundo y sal de la tierra. “La victoria es de nuestro Dios que hizo el cielo y la tierra”.
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