6 actitudes de la madre que favorecen un padre presente y activo

Si no confías realmente en él, lo estás incapacitando para asumir varonilmente la tarea de esposo y padre que le corresponde

1. Premisa: padre y madre “porque” esposos

Recuerda que él es padre por ser esposo, y tú madre, por esposa: su amor como padre se alimenta de tu amor de esposa; el tuyo, como madre, de su amor de esposo.

Vuestro amor recíproco ha dado vida a cada uno de vuestros hijos.

¡Mimadlo!

Enriquecido y aumentado, se desbordará como amor de madre, por tu parte, y como amor de padre, por la de él.

El mejor modo de hacer de tu marido un buen padre es quereros más los dos como esposo y esposa.

En negativo:

2. Asume que se trata de un varón y aprende a disfrutarlo a fondo

Precisamente por ser distinto de ti, puede contribuir con algo nuevo e imprescindible a la educación de tus hijos.

¿Entonces?

Tus hijos y tus hijas necesitan un padre muy, muy, muy varón y muy, muy, muy padre.

Que el modo de ser de cada uno/a acoja y modere el del otro… agregando su propio toque masculino/paterno o femenino/materno.

3. No pretendas entenderlo completamente ni que él te comprenda del todo a ti.

Lo que importa es que os acojáis amable y gozosamente tal como cada uno sois: irreductibles.

Los hijos nacidos de vuestro amor recíproco necesitan alimentarse del mismo amor… “declinado” en dos versiones: amor de madre y amor de padre.

4. Cada hijo ¡y cada hija! necesitan ser educados también por un padre

En la educación, el padre contribuye con un elemento imprescindible que tú muy difícilmente podrías aportar:

Tu marido, reciamente (con tu apoyo), le ayudará a “desprenderse” de ti sin por eso quererte menos, a enfrentarse con la realidad, a ganar en autonomía y a no depender siempre de vosotros… aunque tú sufras mucho al verlos a ellos sufrir un poco.

Siendo a fondo esposa y madre… lograrás que tu esposo sea, también a fondo, esposo y padre.

5. Hoy, la esposa-y-madre “hace” esposo-y-padre a su marido.

En la medida en que te esfuerces en ser más y mejor mujer y esposa, lo inducirás a ser más y mejor varón (hoy, muchos lo necesitan) esposo y padre.

Y en la medida en que lo reconozcas y valores más como varón (repito: hoy, muchos lo necesitan), esposo y padre, harás de él un todavía mejor varón, esposo y padre.

La medida de su eficacia en la familia es la de tu confianza en él:

Hoy bastantes padres necesitan saberse y sentirse plenamente varones porque su mujer sabe apreciarlos y quererlos como tales… siendo ella muy mujer.

6. Conclusión: mucho más —¡e infinitamente mejor!— lo “sintió” Miguel Hernández:

«Para siempre fundidos en el hijo quedamos: / fundidos como anhelan nuestras ansias voraces; / en un ramo de tiempo, de sangre, los dos ramos, / en un haz de caricias, de pelos, los dos haces. /

[…] Él hará que esta vida no caiga derribada, / pedazo desprendido de nuestros dos pedazos, / que de nuestras dos bocas hará una sola espada / y dos brazos eternos de nuestros cuatro brazos. /

No te quiero a ti sola: te quiero en tu ascendencia / y en cuanto de tu vientre descenderá mañana. / Porque la especia humana me han dado por herencia / la familia del hijo será la especie humana. /

Con el amor al cuestas, dormidos o despiertos, / seguiremos besándonos en el hijo profundo. / Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos, / se besan los primeros pobladores del mundo» (Miguel Hernández: Hijo de la luz y de la sombra).

«Para siempre fundidos en el hijo quedamos…

 

            

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