Un detalle de cariño al comenzar el día
Cuando te despiertes, o cuando “comiences a ser persona” (con el primer café, por ejemplo), dedica unos minutos a pensar qué detalle particular de cariño vas a tener ese día con tu cónyuge; anótalo en la agenda del móvil, activa la alarma… y no la apagues hasta que lo hayas llevado a la práctica.
Piensa un momento cómo esa firme decisión basta para imprimir a toda tu jornada un rumbo radicalmente distinto y muchísimo más gozoso que el que tendría si la vivieras sin el propósito de aumentar tu amor.
Si inicias y prosigues cada día con la cabeza y el corazón empeñados en hacer feliz a tu mujer o a tu marido:
- ¡Cuántas tonterías desaparecen de inmediato o ni siquiera llegan a presentarse!
- ¡Cuántas ocasiones descubrirás para vencerte por amor a él o ella y a tus hijos!
- ¡Cuántas para retomar con nuevos bríos la tarea que llevas entre manos y se va haciendo cuesta arriba!
- ¡Cuánto anhelarás el reencuentro… aunque solo sea para descubrir la cara de felicidad que provocas en quienes más quieres!
Si comienzas y prosigues el día con la ilusión de acabarlo más enamorado de tu cónyuge… ¡todo adquiere nuevos matices, más amables y atractivos!
Tres manifestaciones sinceras de gratitud
Es decir, tres frases con las que agradezcas de forma expresa y clara algunas de las muchas cosas que tu cónyuge hace diariamente por ti y en las que ni siquiera reparas… porque las “das por supuestas”.
Si buscas a lo largo de la jornada esas manifestaciones de amor de tu cónyuge hacia ti (¡recuerda el inicio de la película El violinista en el tejado, y los distintos modos de expresar el amor de él y de ella!), te llenarás de optimismo, pues descubrirás un buen montón de motivos por los que vale la pena vivir a fondo tu matrimonio, en lugar de centrar tu atención en las cosas que no van, en los problemas, en las dificultades, en los defectos propios y ajenos… ¡y amargarte así la vida!
Dar expresamente las gracias por el servicio que te han hecho:
- renovará tu alegría, al recordar esa concreta manifestación de amor hacia ti;
- hará disfrutar a tu cónyuge, al sentir reconocido su esfuerzo;
- te recompensará, como de rebote, porque la felicidad que le has procurado hará que él/ella se esmere también en su trato contigo y multiplique sus atenciones.
Realimentarás así el “circuito de la gratitud y la alegría”, alentando un feedback reiterado, tremendamente beneficioso para tu matrimonio y para el conjunto de tu familia.
Dar las gracias expresamente, cada día, por tres detalles de cariño de tu cónyuge… puede hacerte pasar del más gris de los pesimismos a un realismo optimista, que valora lo mejor de tu vida y tu matrimonio.
Cinco minutos dedicados exclusivamente a quereros
Sí, a quereros… ¡y exclusivamente!
No permitáis que en esos 5 minutos (o 10 o los que consigáis a diario) salgan a colación ni problemas del trabajo, ni de los hijos, ni entre vosotros… ni con la familia política… ¡ni de ningún otro tipo!
No os concedáis ninguna queja, ninguna protesta, aunque tengáis “motivos sobrados” para lamentaros o echaros en cara tantas “cosas que no van”.
Se trata de haceros la vida mutuamente agradable, lo más intensamente posible, dejando por completo a un lado cuanto pudiera enturbiar esos minutos mágicos.
Se trata de dedicar unos minutos a quereros, ¡exclusivamente!
Unos minutos dedicados exclusivamente a quererse es como la itv diaria que necesita incluso el mejor de los matrimonios.
¿La actitud?
El empeño constante (no necesariamente el esfuerzo, porque acaba saliendo solo, conforme lo vas convirtiendo en un buen hábito) por aprovecharlo todo —absolutamente todo— para querer más a tu esposo o a tu esposa.
La ilusión, alimentada desde bien temprano, por acabar el día más enamorado del propio cónyuge.
Todo un seguro de vida para… ¡un matrimonio feliz!
Nuestro matrimonio “funcionará” si tú y yo nos levantamos cada día con la ilusión de terminarlo más enamorados de nuestro cónyuge.