Las últimas dos semanas nos han traído noticias esperanzadoras con respecto a las elecciones en Estados Unidos. Las numerosas evidencias de fraude electoral han puesto en duda el supuesto triunfo de Joe Biden. Los grandes medios de comunicación y las redes sociales nunca escondieron su preferencia por el candidato del Partido Demócrata. Hoy es claro que lo celebraron anticipadamente para forzar a un reconocimiento que nunca llegó. Por el contrario, el equipo legal de Trump avanza muy firme acumulando demandas en los estados clave que, logrando eliminar los votos cuestionados, darían 4 años más a Trump como presidente.
Tal es la incertidumbre que incluso la candidata demócrata a vicepresidenta Kamala Harris todavía no ha presentado su renuncia como senadora, dando muestras claras que no está nada segura de estar jurando al cargo el próximo 20 de enero. Si Harris no lo está, imagínense al resto.
Por el contrario, Donald Trump no ha perdido oportunidad para asegurar que al final se hará con el triunfo. ¿Qué significarían 4 años más de Trump para los provida y profamilia?
Pues en primer lugar, dejar de pensar en defendernos de las amenazas y de los ataques a la Vida y a la Familia sino trabajaríamos en consolidar una agenda propositiva. Trump ha probado reiteradamente ser el político que más respaldo ha dado al movimiento provida y profamilia mundial. Ha hecho todo lo posible para cumplir todas y cada una de las promesas que hizo como candidato en 2016, sin excepción. Ningún otro presidente, ni siquiera Ronald Reagan, ha tomado partido por la causa como Donald J. Trump. Nadie tan decidido a respaldar las iniciativas provida ni tan resuelto como para asumir todos los ataques. Nadie como sí lo ha hecho Trump.
En segundo lugar, la agenda provida y profamilia tendrá representatividad política vigente y en crecimiento. El Partido Republicano siempre ha tenido otras prioridades. Trump cambió eso definitivamente. Él ha sido el único presidente de EEUU que ha estado presente en la Marcha por la Vida, el único en 47 años de historia. Trump nunca ha escondido o minimizado esta opción por presiones o cálculos políticos. Por el contrario, sabía que su presencia en la Marcha por la Vida 2020 en EEUU lo comprometía a un vínculo permanente y de mutuo provecho. La marcha del 2020 fue la más exitosa políticamente y esta vez los medios de comunicación no pudieron ignorarla como lo habían hecho todos los años anteriores. Por su parte, Trump reiteró ser el candidato provida frente a la decidida agenda abortista radical del partido demócrata. Este dinamismo de retroalimentación mutua crecerá mucho más con una reelección de Trump.
Por otro lado, 4 años más de Trump pondrían en serio riesgo la industria abortista y a Planned Parenthood en particular. Porque hoy ya es muy claro que el sustento legal de la industria, la sentencia Roe vs. Wade, podría revertirse en la Corte Suprema. Existe una clara mayoría de jueces que ven a esta sentencia como un abuso de los magistrados en 1973. Pero además el recorte de fondos federales a Planned Parenthood ha sido una batalla donde Trump no ha dado respiro a sus adversarios. Muchas clínicas en varios estados han tenido que cerrar. Y fuera de las fronteras de EEUU, no solo restituyó la Política de Ciudad de México desde el primer día de su mandato sino que la fue ampliando en sus alcances y aplicaciones. El último día en funciones Obama aprobó dar financiamiento a sus aliados políticos abortistas por 4 años más. Así de importante es para ellos que Trump no sea reelegido. Una verdadera batalla de supervivencia.
Igualmente Trump provocó un giro de 180 grados en la política exterior de EEUU, en la ONU, OEA y demás instancias internacionales, que con presidentes demócratas era de un grosero activismo proaborto.
Un punto adicional es la política del gobierno de Trump con la libertad religiosa: No solo ha exceptuado a organizaciones de inspiración religiosa a estar obligadas a pagar seguros a sus empleados por abortos o dar servicios que vayan contra sus creencias. Defendió y valoró las prácticas de culto en época de pandemia cuando los gobernadores demócratas se encargaron de cerrar los centros de cultos mientras clínicas de abortos y licorerías tenían permiso para abrir.
Trump ha actuado en todos los frentes de nuestra agenda.
Lo paradójico es que las únicas dudas sobre Trump existen en el lado provida. Es tristemente frecuente ver que nunca falta el “provida” que juzga a Trump por algún hecho cuestionable de su pasado que el periodismo progre se empeña en recordarle y deja de lado todo lo que actualmente hace. Son los tontos útiles, claro está.
En el lado abortista, la certeza es unánime. No hay un solo promotor del aborto en todo el mundo que dude ni por un segundo que Trump es el peor enemigo para su causa, el que más ha hecho para dañar la agenda abortista y el que menos reparos tiene para decirlo abiertamente sin temor a las consecuencias políticas. Para ellos Trump es de lejos el más peligroso enemigo de la historia… hasta ahora y sin considerar lo que le falta por hacer.
De hecho los abortistas también están totalmente convencidos que Trump está muy lejos de haber terminado su compromiso con la vida. Por esa razón, lo combaten tanto. Saben que si no se juntan a otros enemigos de Trump y organizan todos los ataques posibles, éste seguirá nombrando jueces pro vida en la Corte Suprema y en las demás circuitos judiciales, seguirá recortando fondos públicos a Planned Parenthood y apoyando la investigación de sus delitos como el tráfico de órganos, seguirá manteniendo la política de Ciudad de México para cortar fondos de EEUU a ONGs que promueven el aborto en todo el mundo.
Dicho en breve, 4 años más de Trump serán un factor decisivo en la guerra cultural por la vida y la familia.
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