Un extraordinario y noble servicio a la vida ha surgido en España a través de una simple página de Instagram. Todo empezó por iniciativa de María Doussinague, madre de tres hijos, la última de las cuales, Marieta, tiene síndrome de Down. Cuando se enteró, durante su embarazo, fue un momento difícil. Sin embargo, la elección de dar a luz a esa hija nunca se puso en duda, a pesar de las presiones externas y las sugerencias no solicitadas. Al final, Marieta, que acaba de cumplir nueve años, nació y fue la “mejor decisión” que pudo tomar su madre. “Nunca me he arrepentido y ahora tengo una hija que me hace muy feliz a mí y a todos los que me rodean”, declara la señora Doussinague, entrevistada por el canal El Rosario de las 11 pm .
Menos de uno de cada cien lo hace
Durante los nueve años de vida de Marieta, su madre, María, y su padre, César, han intentado, en la medida de lo posible, establecer una red de contactos con cientos de otras familias de niños con trisomía 21. “De las 400 familias que conozco -explica María-, aproximadamente la mitad tienen hijos con síndrome de Down que vinieron al mundo porque no hubo diagnóstico prenatal y sus madres se enteraron durante el parto. Lamentablemente, si muchas de estas familias descubrieran hoy en día que un niño es deficiente durante el embarazo, “la mayoría abortaría”. Además, las estadísticas de la Fundación Síndrome de Down España muestran que de los aproximadamente 400.000 niños que nacen cada año en España, sólo 150 tienen síndrome de Down: casi el 100% de ellos son abortados. Por tanto, Marieta forma parte del otro 0,000…%.
Desde el momento en que María recibió el diagnóstico de su hija, se dio cuenta inmediatamente de que el mayor problema no era el síndrome de Down en sí, sino la falta de información. Entonces se fijó una misión: “Transformar el mundo para que los niños con síndrome de Down no sólo nazcan, sino que sean acogidos”. La página El cromosoma de Marieta se creó, por tanto, con la intención de “derribar mitos” y “mostrar el valor de la discapacidad en nuestra sociedad”, explica.
La vida de un niño con síndrome de Down no es ciertamente fácil, pero puede ser hermosa y sin duda es una vida que merece la pena vivir, ni más ni menos que cualquier otra. Las fotos de la pequeña Marieta en su rutina diaria son increíblemente tiernas y hasta ahora han conseguido más de 10.000 seguidores. Son fotos que muestran la vida de Marieta como lo que es: una niña normal, que experimenta con alegría todo lo que hacen sus compañeros. La madre se mostró infinitamente agradecida por la atención mostrada a la página de Instagram y al tema del síndrome de Down en general. “Han visto en Marieta una luz en sus vidas”, dice la madre de los muchos que la siguen en su misma condición: “el camino que recorrerá su hijo y la esperanza de ver cómo una niña puede ser feliz, hablar, reír, jugar como cualquier otro niño”.
Un niño feliz
La madre y el padre de Marieta nunca pensaron: “¿Por qué yo?”. Viven el síndrome de Down de su pequeña hija más como una condición y un estado de cosas que como un “drama”. “Me está haciendo crecer y tener una vida mucho mejor que si Marieta no hubiera existido. Esta hija que Dios ha enviado a mi familia nos ha hecho mejores”, reitera María, convencida de que un niño con síndrome de Down puede ser feliz, sin ser nunca “una carga para sus hermanos”. El testimonio de la familia Doussinague confirma que esto es posible.
Actualmente, Marieta se está preparando para la Primera Comunión y, según cuenta su madre, “conoce perfectamente el Padre Nuestro y el Ave María, a pesar de sus dificultades lingüísticas”. La niña ya ha desarrollado su propia religiosidad y sus padres la ven rezar con devoción. “Le encantan las clases de religión, conoce la vida de Jesús, María y José, también le gusta todo lo relacionado con la Navidad, los Reyes Magos y se sabe todos los villancicos”, dice su madre. “Nos enseñó a disfrutar de la vida, a celebrar todo, los pequeños y grandes progresos, y a apreciar cada detalle de lo que tenemos” y a “tener presente lo que es realmente importante en la vida y olvidar las pequeñas cosas que no son necesarias”. Todo esto nos lo enseñó Marieta”, concluye la madre.