Me atrevo a quedar con Leopoldo Abadía, el inefable, todavía cuando los últimos estadios del Gran Confinamiento ya superado, para pedirle pistas por teléfono. Le pido a Don Leopoldo pistas para afrontar la gran depresión que nos viene —de bruces nos daremos contra ella si antes no variamos el rumbo— ante el gran vacío existencial que se hace cada vez más patente en nuestra civilización occidental a medida que avanzamos en esta crisis sanitaria global, y ya viéndose al final del túnel la luz. Nuestra conversación telefónica tiene lugar sorteando la distancia entre Zaragoza, donde vivo —y de donde origina Don Leopoldo por cierto—, y la conurbación de Barcelona donde vive Don Leopoldo, y de donde yo procedo. En esta dislocación espacial por cable y entre esas pistas que le pido —y que me da— despunta la cultura del esfuerzo, y ese optimismo que no vende Don Leopoldo, pero que rezuma constantemente de sus palabras y de su actitud. Un esfuerzo que propugna Don Leopoldo, porque, al final del día, la suerte, la inspiración, visita a los que están preparados, el novio da paso a las vírgenes que llevan el aceite en sus lámparas (cfr. Mateo 25, 1-13).
«Mi mujer a veces me ha dicho, —En España hace falta una posguerra—. Y yo le digo —Mamá, para que haya una posguerra tiene que haber una guerra—. Ahora estamos en una guerra gravísima. El problema económico me preocupa relativamente poco porque se trata solo de fabricar dinero». Así de claro es Don Leopoldo, haciéndonos más fácil comprender conceptos que para los comunes de los mortales nos serían más difíciles de asimilar.
Jordi Picazo – International Family News.– Cómo enfrentar esa gran depresión que nos viene, Don Leopoldo, si me permite; ese vacío existencial que saldrá a nuestro encuentro cuando pase esta crisis global sanitaria por el llamado COVID19. O tal vez, ¿de repente habremos todos cambiado para mejor?
Leopoldo Abadía.– Si tuviéramos prisa, que no la tenemos, te diría que creo que todo seguirá igual. Y entonces colgaría y me iría corriendo. Bueno, vamos a ver. Después que se acabe esto… [suspira] pues no lo sé, la verdad es que no lo sé. Mira, mi mujer dice que en España hace falta una posguerra. Yo siempre le he dicho ‘mamá, sí pero para que haya una posguerra tiene que haber una guerra’.
En la posguerra éramos austeros —hombre claro, no había nada— se había pasado una época terrible, la gente moralmente era mejor, intentaba cumplir con sus compromisos, entonces… ahora estamos en una guerra gravísima. Esto de ahora es una guerra. A mí cuando me dicen, “esto es una crisis” digo “esto no es una crisis, ¿eh? Esto es una guerra en la que todo el mundo está en un mismo bando, y un enemigo desconocido en otro. Por ahora nos va ganando”. Es decir, por ahora nos va ganando, el día que no nos mata a 399 personas estamos felices, ¿te das cuenta? “El otro día solo 399”, ¡oh, qué bien!” ¡Cómo que qué bien! ¡Un desastre!
Bueno, entonces qué pasa. Pues lo que pasa es que cuando todo esto se acabe, que tardará, que tardará, estaremos en una posguerra. No sé qué decirte, vienen tiempos muy duros, muy duros, que se van a resolver, yo creo…
Cuando hablamos en concreto de temas económicos… ¿tú has visto una serie que se llama la “Casa de papel”?
JP IFN.- No. ¿Debo verla? ¿Me la aconseja?
LAb.- No, no, vamos nooo, simplemente te cuento la historia muy brevemente: unos atracadores atracan la casa de la moneda pero con el ánimo no de robar nada, sino de fabricar dinero. Llega un señor, se encuentra con uno que sabe fabricar dinero, tienen las maquinas, tiene papel, ‘fabriquemos mil millones y nos vamos’. Y esto es el atraco, y no roban nada. Fabrican.
Esto de hoy, en lo económico se resuelve fabricando dinero, que es lo que estamos haciendo ya. Es decir, cuando en Estados Unidos se monta un plan de 1,8 billones, europeos, 1,8 millones de millones [contrastar con este artículo en “La Vanguardia” española -Nota del Autor], que ya están repartidos muchos de ellos incluso a la gente y se les está mandando por correo el dinero…, ese dinero ya está fabricado ¿eh? Con eso te quiero decir que a mí el tema económico me preocupa relativamente poco. Es cuestión de fabricar dinero, no se considera inflación, ahora la propuesta de España a la Unión Europea, es una cuestión de deuda perpetua, que no haya que devolver nunca: fabriquemos. Te iba a decir pues, que de esta saldremos, se fabricará todo el dinero necesario. Esto en el terreno económico en concreto.
Pero si tú crees que la gente dirá, ‘me he portado mal y tengo que portarme bien’, ¡uy!, no lo sé, ¿eh? No lo sé, no lo sé.
LA CULTURA DEL ESFUERZO
Un día le decía a Antonio Valero, gran primer Director General del IESE —él fue un gran Director General del IESE, los demás hemos sido aprendices—, le dije… ‘algunos están asombrados del éxito fulgurante del IESE’, y él me dijo, ‘mira, Leopoldo, el éxito fulgurante del IESE, no es más que la demostración de lo que pueden hacer 20 personas, de inteligencia normal, trabajando en serio, 8 horas’. Y no hay más, ¿eh? Y no hay más. Una persona con un talento excepcional, que fue Antonio Valero, que aún se nota…, y luego los demás éramos personas de inteligencia normal que hacíamos lo que podíamos. Y ya está. Y esto sirve para el IESE y sirve para cualquier cosa, ¿eh?
JP IFN.– La cultura del esfuerzo, ¿no, Don Leopoldo? Insistiendo en el cambio en las personas, ¿Tal vez por la Gracia de Dios? Existe la Gracia de Dios, tal vez, una conversión a lo de caída de caballo? “Devuélvenos Señor a como Tú nos habías soñado”.
LAb.- Cuando uno se cae de un caballo… pero si 7.300 millones se caen de 7.300 millones de caballos me cuesta mucho de creer. Me parece que saldremos de esta, que nos saludaremos… Mira, me he hecho muy amigo de siete señoras de siete balcones, ¡qué bonito!, nos saludamos con la mano a las 8 de la tarde, entendemos cosas de sentimentalismos, pero yo no creo, de verdad, que esto solucione nada. Estamos sufriendo mucho. Cuando esto se acabe… no lo sé; no tenemos que hacer caso a las fechas que nos da el gobierno, todo esto es falso. Cuando todo esto acabe… pues, entonces seguiré saludándome con las 7 señoras de aquí en frente, pero como ya no saldré a las 8 a aplaudir, pues ni me las encontraré.
Es posible que algún gobierno se tambalee y que haya que echar a algún gobierno, yo me haría muy pocas ilusiones, y cuando se acabe esto, pues se habrá acabado. Y será la hora de salir, y nada más; es lo que pienso. Y me parece que se acabará la pandemia y, y seguiremos igual, ¿eh?
Puede sonar esto a pesimismo… yo creo que no; yo creo que no. Y la pandemia habrá servido para llorar, para acordamos de lo muertos, una burrada de muertos. Aparte de eso, igual habrá servido para ver si lo hemos hecho bien, si hemos luchado contra la pandemia bien, o hemos hecho otras cosas, pero nada más, ¿eh? Y a mí me parece que lo de la caída de los caballos creo que pueden estar tranquilos, que no se cae nadie del caballo, y habrá quien dirá ‘¡qué bonito, somos mejores’, y todas esas cosas bonitas… ‘saldemos mejores, todos juntos’. Mentira, mentira… eso es lo que llaman wishful thinking, ¿sabes? Ya me gustaría que por culpa de la pandemia esto se arreglase, yo creo que no, pero chico, yo qué sé, yo qué sé.
JP IFN.–Entonces lo que tendremos es que seguir luchando, los cristianos, con optimismo y alegría sobrenatural, y aprovechar; aprovechar lo que tendremos en ese momento, que será el recuerdo reciente de un pandemia que nos puede llevar a hablar con nuevas palabras en el apostolado personal que en el fondo es a lo que se reduce todo, la gran misión, ‘id y predicad y convertid’…
Continuará.
* Nacido en Zaragoza el 7 de septiembre de 1933, Leopoldo Abadía lleva 60 años casado con su mujer y es padre de 12 hijos, abuelo de 49 nietos y ya es bisabuelo. Es Doctor Ingeniero Industrial e ITP Harvard Business School. Fue miembro del equipo del IESE que viajó, a principio de los años 60, a Boston para traer a España el concepto “master” y poner en marcha el primer Master de Empresa que hubo en nuestro país. Actualmente el IESE es una de las grandes escuelas de negocios a nivel mundial, donde Abadía impartió la asignatura de Política de Empresa durante más de 30 años. Fue nombrado Ingeniero del Año por el Colegio de Ingenieros de Madrid en 2010. Su documento “La Crisis Ninja” está considerado como la mejor explicación en español sobre la crisis económica mundial de las hipotecas subprime que sacudió al mundo en 2008.
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