Last updated on noviembre 23rd, 2021 at 07:42 am
ADVERTENCIA: Este artículo trata de un tema extremadamente inquietante, la medida en que las escuelas están exponiendo a los niños pequeños a material indecente, incluso pornográfico, en las bibliotecas escolares. Al presentar este material a los lectores, utilizamos las descripciones reales de varios actos sexuales y fantasías sexuales utilizadas por los autores de los libros porque es importante tener una comprensión del mundo real de la depravación que se está impulsando. Pedimos disculpas a cualquier lector que pueda sentirse ofendido por el tema. Nos ofende tener que escribir sobre ello. – Los Editores de IFamNews
Ha llegado el momento más temido que todos recordamos de nuestra época escolar: UN EXÁMEN SORPRESA.
Esta es la pregunta: ¿Qué tienen en común las dos citas siguientes?
Cita A: “Erase una vez cuatro pequeños conejos, que se llamaban Flopsy, Mopsy, Cottontail y Peter”.
Cita B: “Tengo un nuevo arnés con correa… estoy ansioso de tener ya tu **lla en mi boca”.
No te alarmes si fallas. No es obvio, para la gente normal. Pero la respuesta es: ambas son textos que su hijo de quinto grado podría leer en libros sacados de la biblioteca escolar.
La primera cita es de los queridos cuentos de “Peter Rabbit” (de Beatrix Potter).
La segunda es una cita del libro de Maia Kobabe titulado “Gender Queer: A Memoir”.
Los libros tienen más en común de lo que se podría pensar, ya que ambos están dirigidos a los jóvenes de esa edad y están ilustrados con mucho colorido. En el primer caso, las ilustraciones son de una simpática familia de conejitos que viven aventuras imaginativas. En el segundo caso, las ilustraciones son de los descubrimientos del autor sobre la masturbación y el sexo oral.
Y también tienen esto en común: La Izquierda cree que no hay ningún problema en que cualquiera de esos libros esté en la biblioteca de la escuela de su hijo. (En realidad, puede que esto ya no sea exacto. Algunos izquierdistas han intentado cancelar Peter Rabbit porque los conejitos son demasiado “clase media”).
El libro de Kobabe ha sido noticia en más de una ocasión. Ya ha desencadenado guerras entre padres y educadores en algunos lugares de Estados Unidos. Pero esta semana la controversia que rodea al libro alcanzó su máximo nivel, cuando el gobernador republicano de Carolina del Sur, en Estados Unidos, Henry McMaster, lo mencionó en un comunicado de prensa.
El comunicado se refería a la petición de McMaster de que el Superintendente de Educación del Estado investigue cómo los materiales obscenos y pornográficos han llegado a las bibliotecas de las escuelas públicas de todo el Estado. Los textos de Kobabe estaban en el meollo de la cuestión: en el distrito escolar de Fort Mill, SC, los padres se habían visto obligados a solicitar que el libro fuera retirado de la biblioteca escolar, a pesar de que, como explica el comunicado de McMaster, “si el personal de la escuela hubiera realizado una revisión superficial en este caso concreto, habría descubierto que el libro contiene dibujos sexualmente explícitos y pornográficos, que sobrepasan la definición legal de obscenidad”.
En Carolina del Sur La ley de obscenidad incluye en su definición “material [que] represente o describa de forma claramente ofensiva una conducta sexual”. El libro de Kobabe parece encajar perfectamente en esta definición, ya que está claramente (1) dirigido a los jóvenes y (2) es un novela gráfica (un cómic) que describe con ilustraciones, entre otras cosas, la experiencia del autor siendo adolescente masturbándose mientras conducía con la fantasía de recibir sexo oral.
La indignación de McMaster, y la preocupación de los padres, son “obvias”; pero, por desgracia. Porque hay algunas personas en nuestra sociedad tan descerebradas (o al menos con un buen lavado de cerebro) como para indignarse no con el hecho de que el libro se puso a disposición de los estudiantes en las bibliotecas escolares, sino con el hecho de que sea retirado.
Un ejemplo: los lectores aborregados del blog (incitador de odio) New Civil Rights Movement, etiqueta la historia de la investigación ordenada por McMaster en la categoría “Extremismo de Derecha” y califica la acción de retirar pornografía de las escuelas como “un ataque a los estudiantes LGBTQ.”
Sin embargo, no se trata sólo de radicales marginales. Una polémica similar estalló en la Commonwealth de Virginia, donde un consejo escolar votó por unanimidad retirar también los títulos sexualmente explícitos de las estanterías de sus bibliotecas escolares. Un representante de las escuelas del país comentó que, en su opinión, este material pornográfico orientado a los niños debería “arrojarse al fuego”. Lo que, para los delirantes ideólogos de los medios de comunicación masivos significaría que es básicamente un nazi. Pues retuercen el sentido de sus palabras para afirmar que “la quema de libros vienen de una oscura historia ligada a la censura y a los regímenes represivos que a menudo se asocian con la Alemania nazi”, este periodista en particular parece haber pasado por alto -irónicamente, en un entorno literario- que la hipérbole forma parte de la historia ligada a la expresión pública y a la retórica. Además, comparar prohibir a un autor como Hemingway por ser “poco alemán” para los nazis nada tiene que ver con retirar del alcance de los niños libros que de forma lúdica y entretenido tratan (¡e ilustran!) de cómo usar un consolador.
Por nuestra parte, afirmamos que McMaster está haciendo lo que cualquier estadista y padre de familia sensato debería hacer ante tal absurdo. La reacción de la izquierda, mientras tanto, muestra lo verdaderamente cegada y estúpida que las ideologías radicales pueden llegar a representar para la gente. La ley sobre la obscenidad de Carolina del Sur en la que se basa el Gobernador, al igual que muchas leyes sobre delitos sexuales de los Estados de todo el país, apela al sentido común. Desgraciadamente, vemos cada día, y en la airada reacción a esta polémica, que el sentido común se ha vuelto escaso en algunos ámbitos.