La doctora Ghazaleh Moayedi, abortista afincada en Texas, ha declarado en un reciente post con motivo del Día de la Madre que el hecho de convertirse en madre ha reforzado su decisión de ofrecer abortos, alegando que se trata de un acto de amor.
En su artículo para Glamour, la Dra. Moayedi abordó la noción de maternidad y su supuesto contraste con la prestación de servicios de aborto. Argumentó que su experiencia como madre ha reforzado su compasión y su compromiso de proporcionar la atención que necesitan las mujeres que se plantean abortar. Lo que realmente se describe aquí no es amor, sino un sentido egoísta de autopreservación y una falta de voluntad para aceptar responsabilidades.
La Dra. Moayedi expresó su decepción por la falta de reconocimiento social de la difícil decisión a la que se enfrentan muchas madres cuando eligen abortar. Afirmó que, al igual que otras acciones relacionadas con la maternidad, decidir abortar puede considerarse un acto de amor.
Cree que elegir cuándo ser padres es una expresión de amor, al igual que decidir interrumpir un embarazo. En su artículo, la Dra. Moayedi relata un incidente en el que practicó un aborto a una madre de dos hijos. A pesar de las sombrías circunstancias, recordó la calidez de su conversación sobre la maternidad durante la intervención.
Sin embargo, la Dra. Moayedi también reveló los retos a los que se enfrentó como residente embarazada durante su formación en obstetricia y ginecología. El sistema médico, dice, la disuadió de ser madre en ese momento de su carrera. Se enfrentó a comentarios despectivos y se sintió obligada a esforzarse más para demostrar que su embarazo no mermaría sus responsabilidades médicas.
Mientras que la Dra. Moayedi afirma que “elegir un aborto es un acto de amor”, los detractores de su punto de vista, como Andrea Trudden, Vicepresidenta de Comunicaciones y Marketing de Heartbeat International, sostienen lo contrario. Destacan el daño causado al feto en un aborto y cuestionan a quién beneficia exactamente este acto de supuesto amor.
Estas alegaciones están plenamente justificadas. Llamar al aborto “acto de amor” es lo mismo que llamar a la eutanasia “muerte piadosa”. Ambos son asesinatos, y ninguna excusa de no estar preparado o miedo al fracaso justifica el asesinato.
Ahora hay lugar para la compasión hacia aquellas mujeres que luchan por saber qué hacer durante un embarazo inesperado. Es un momento muy confuso y aterrador, y puede parecer que el aborto es la única opción. Pero nunca lo es, y el asesinato de un niño inocente e indefenso nunca puede concebirse como un “acto de amor”.
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