El 18 de septiembre de 1987, el presidente Ronald Reagan nominó al juez Robert Bork al Tribunal Supremo de los Estados Unidos.
Bork, un destacado jurista conservador, abogó por la moderación judicial y el originalismo, influyendo en la jurisprudencia conservadora.
Su nominación desató un intenso debate, que condujo a su rechazo por el Senado, pero galvanizó los esfuerzos conservadores para dar forma al poder judicial.
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