Activistas conservadoras de Concerned Women for America (CWA) están pidiendo urgentemente a la administración del Presidente Donald Trump que examine la rampante infiltración de propaganda LGBT en la programación infantil de Netflix, especialmente ante la posible adquisición de Warner Bros. Discovery por parte de la plataforma de streaming. CWA advierte que este contenido subversivo adoctrina a jóvenes influenciables con preocupaciones sexuales adultas, socavando la autoridad paterna y los valores tradicionales.
Con estadísticas impactantes que revelan una exposición generalizada, el grupo exige la intervención del gobierno para proteger a las familias de la decadencia moral de Hollywood y evitar un monopolio que amplifique mensajes tan dañinos. El explosivo informe del 8 de diciembre de CWA expone el alcance de este ataque ideológico: el 33% de todas las categorías de clasificación de la programación de Netflix presentan contenido LGBT, disparándose al 41% en series con clasificación G y programas de TV-Y7, con un 24% de los programas de TV-Y7 que contienen «contenido gay muy explícito».
La CEO Penny Nance critica estos «números impactantes», señalando que la mayoría de los padres permanecen felizmente inconscientes mientras Netflix subvierte el entretenimiento inocente. Insta a los reguladores a detener la distorsión del mercado, enfatizando cómo clásicos revividos como The Magic School Bus, She-Ra, Power Rangers y The Fairly OddParents ahora insertan personajes homosexuales ausentes de los originales, forzando la confusión de género en los niños bajo el disfraz de la diversidad.
El inminente acuerdo con Warner Bros. aumenta los riesgos, ya que el dominio de Netflix —reforzado por favoritos familiares como Harry Potter— podría presionar a los hogares a aceptar esta agenda o enfrentarse a opciones limitadas. Nance insiste en que el gobierno debe incorporar revisiones de contenido en las discusiones sobre la fusión, proponiendo un consejo independiente que represente a los padres para revisar las clasificaciones y salvaguardar a los niños de las consecuencias a largo plazo. Este impulso refleja la furia conservadora por los gigantes de Big Tech y los medios de comunicación que priorizan el progresismo por encima de la narración sana y orientada a la familia que respeta la realidad biológica y los límites morales.













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