El gobierno canadiense, encabezado por el Primer Ministro Justin Trudeau, considera que el movimiento LGBTQ+ se enfrenta a una “creciente ola de odio” a pesar de su omnipresente influencia en todas las instituciones nacionales.
Mientras el gobierno sigue financiando actos pro-LGBTQ+, la reacción parece provenir principalmente de las protestas encabezadas por inmigrantes musulmanes y de la resistencia pública a las iniciativas LGBTQ+, como la pintura de pasos de peatones arco iris. Los críticos sugieren que el gobierno y los medios de comunicación exageran estas reacciones para promover la narrativa victimista del movimiento.
Pintar el símbolo del arco iris en los pasos de peatones, un símbolo LGBTQ+ ampliamente reconocido, ha suscitado cierto desacuerdo entre los canadienses.
El gobierno de Trudeau lo ha calificado rápidamente de “creciente ola de odio” y los medios de comunicación lo han presentado hiperbólicamente como un resurgimiento del fascismo.
Curiosamente, la ciudad de Waterloo llegó a calificar de vandalismo las marcas de neumáticos dejadas en un paso de peatones arco iris, un hecho que los críticos han tachado de trivial.
El gobierno de Trudeau ha presentado su política LGBTQ+ como radical, distanciándola de las nociones de igualdad y derechos individuales.
Por ejemplo, la reciente medida de Nueva Brunswick de implicar a los padres en los debates sobre la transición social de sus hijos en las escuelas, que muchos consideran una política de sentido común, ha sido condenada por Trudeau. Califica la medida de aislante y cruel para con los niños trans, pintando así a los padres como amenazas potenciales para sus propios hijos.
La postura de Trudeau ha provocado debates sobre la participación de los padres en la educación de los hijos. El Primer Ministro de Nuevo Brunswick, Blaine Higgs, aboga por el equilibrio, afirmando que los padres tienen un papel vital en el desarrollo del niño. Sus opiniones ponen de relieve la creciente controversia en Canadá sobre el simple concepto de participación de los padres en la vida de los hijos.
Pierre Poilievre, líder conservador, ha decidido dejar las cuestiones de política educativa en manos de las provincias, desatando las críticas de quienes sostienen que los políticos conservadores deberían apoyar inequívocamente los derechos de los padres.
Los críticos afirman que cualquier dirigente conservador que no proteja el derecho de los padres a estar informados sobre lo que ocurre con sus hijos en la escuela es ineficaz.