Transhumanismo. Respuesta cristiana

El transhumanismo puede ser capaz de arrancar al ser humano su ser espiritual para convertirlo en una máquina productiva. Para reflexionar…

El escritor Francis Fukuyama, expone en su obra El final de la historia, que “el transhumanismo es la ideología más peligrosa del siglo”[1]. ¿Realmente lo es?

Según el profesor Robert Gahl[2] transhumanismo quiere decir “algo diferente o más allá de lo humano. Y éste es un concepto anticristiano. No puede existir el otro-humano en la historia. El hombre no puede convertirse en otro. Porque el punto de referencia estable en el tiempo es Jesús, hombre perfecto, ayer, hoy y mañana”.

Este término, encuentra su origen en el siglo XX[3]. El biólogo Julián Huxley, hermano del escritor Aldous Huxley, menciona por primera vez este término. Sin embargo, no fue hasta la década de 1980, en California, donde un grupo de científicos, artistas y futuristas proponen que los seres humanos se transformen en seres que expandan sus capacidades hasta convertirse en poshumanos.

La idea que se sigue es que la teoría de la evolución natural darwiniana, ya es insuficiente, por lo que es necesario el empleo de medidas artificiales para acelerar la evolución mediante la tecnología.

De hecho, están apareciendo avances tecnológicos a un ritmo impensable hace pocos años como puede ser Nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información, ciencia cognitiva, inteligencia artificial, robótica, realidad virtual, transferencia mental, criónica…, y que, sin duda, nos traen grandes beneficios, pero también pueden emplearse hacia fines negativos y lucrativos.

Pretender mediante ellas lograr construir un ser humano inmortal, tal y como llevamos tiempo viendo en las películas como Matrix o Avatar es ir contra la biología humana y contra Dios creador.

“La llamada fuente de la eterna juventud, nos indica este profesor, es una especie de transhumanismo pero antiguo”. Y nos continúa afirmando que “la Iglesia impulsa el progreso científico, por los descubrimientos dirigidos a beneficiar al hombre, mejorarlo, potenciarlo. Pero ésta es contraria a la manipulación del hombre, a los experimentos con el hombre, porque van contra la libertad y la dignidad”.

Que se utilicen las tecnologías para mejorar la salud, alargar la esperanza de vida o perfeccionar ciertas capacidades, no es en sí malo. Está bien emplearla para salvar vidas, como son los marcapasos para el corazón con el cyborg que es según la Rae, un ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos, o el empleo del neuro enhancement, un tipo de desarrollo para aumentar la función neuronal.

Pero las tecnologías no deberían ser nunca aceptadas para explotar al hombre con fines egoístas y sustituir la comunicación humana, el contacto afectivo y el amor. Tampoco para tratar de buscar la perfección humana, porque eso es imposible aquí en la tierra.

No olvidemos a su vez que “el avance de las biotecnologías también ha tenido un fuerte impacto sobre la natalidad”[4], como observamos en los métodos de manipulación embrionaria, los diagnósticos prenatales que pueden llevar a la selección humana, la fabricación de vidas en laboratorios o las diversas técnicas abortivas, son algunos ejemplos.

Cuando se desprecia la dignidad de la persona y se ignoran las normas éticas, el transhumanismo puede llegar a ser tan peligroso como eficaz para fabricar personas perfectas a la carta. Según el científico Domenico Coviello[5], “el Crispr-Cas9 es una nueva tecnología de ingeniería genética que abre la posibilidad de modificar el ADN” ante la que afirmaba que “todavía no conocemos con certeza las capacidades de esta tecnología, pero podría ser utilizada con fines de control y planificación de la especie humana”.

Juán Manuel de Prada nos habla de este transhumanismo como “la promesa de un Paraíso en la Tierra que anticipe los gozos ultraterrenos y glorifique nuestra carne mortal, a costa de privarla de la gloria eterna”[6].

Por esto, el transhumanismo implica la aceptación de la Ideología de género, pues promueve esta nueva concepción de un ser humano sin base humana, arrancando su naturaleza biológica y su ser espiritual inmortal. Ejemplos de este hombre nuevo, no nos faltan. No sólo están los travestis, dragqueen o andróginos. También podemos encontrar transespecies[7], transraza[8], transedad[9] y todo lo que quepa en nuestra ilimitada imaginación.

El transhumanismo radical será aceptado por todo aquel que reniegue de su condición de persona con fecha de caducidad, ignorante de que su ser entero está formado también por un alma inmortal. Su base es una incipiente e inagotable fuente egoísta que desprecia la vida, su realidad, y por lo tanto será defendido por aquellos cuyas esperanzas y anhelos no van más allá de sus capacidades físicas e intelectuales, cuya visión queda encerrada en el materialismo superficial y vacío.

Este pensamiento transhumano puede tornarse sumamente peligroso y destructor de todo aquello que sea verdaderamente humano, en donde la medicina se puede poner al servicio de la reingeniería social en busca del nuevo ciudadano, despreciando a los enfermos, ancianos e inútiles económicamente. Albert Cortina, experto en transhumanismo, afirma que “se parte de una cosmovisión cientificista, materialista y atea del ser humano”[10]. Además, va en la línea de la Nueva Era y las nuevas corrientes gnósticas que nos llevan a una nueva cosmovisión posthumana anticristiana[11].

La Iglesia denuncia esta conjura contra la vida pues ésta no se puede valorar en base a su estado de bienestar, y proclama que no puede instrumentalizarse la investigación, volviéndose en contra mismo de los seres humanos[12].

El transhumanismo puede ser capaz de arrancar al ser humano su ser espiritual para convertirlo en una máquina productiva. Para reflexionar…


[1] Diario digital Aleteia. Míriam Díez Boch ¿Cuál es la postura cristiana ante el transhumanismo?. 02-08-2019.

[2] Americano de Wisconsin, ingeniero, filósofo y teólogo, que enseña Ética fundamental en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma. Ver más en la revista digital Catolic.net. “El transhumanismo y la Iglesia”.

[3]. Fuente diario digital diariocrítico, Bernardo Rabassa, “El transhumanismo y la inteligencia artificial”. 21-05-2019.

[4] Sínodo de los Obispos. Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización. Relatio Synodi. N. 10. 2014.

[5] Científico director del laboratorio de análisis genéticos del Hospital Galliera de Génova, que intervino en una ponencia en la XVI conferencia anual de la asociación católica Ciencia y Vida  en Roma el 25 de mayo de 2018, bajo los auspicios del Cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de Perugia y presidente de la Conferencia Episcopal de Italia (CEI). El tema de ese año fue: Homo Cyborg, el futuro del hombre entre las tecnociencias, la inteligencia artificial y el nuevo humanismo.

[6] Revista digital Religión en libertad. “Transhumanismo”. Juán Manuel de Prada. 05-01-2019.

[7] Cambio de persona a animal.

[8] Cambio de una raza a otra, por ejemplo, de negro a blanco.

[9] Cambio de una edad a otra.

[10] Revista digital Infocatólica. Albert Cortina: El transhumanismo parte de una cosmovisión cientificista, materialista y atea del ser humano. 10-05-2018.

[11] Idem.

[12] Catecismo de la Iglesia Católica. N. 2243-2245.

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