El proyecto de ley 900 de la Cámara de Representantes de Texas entró en vigor el 1 de septiembre, y el 13 de diciembre el Consejo de Educación del Estado de Texas votó 13 a 1 a favor de adoptar nuevas normas que obliguen a las escuelas a prohibir los contenidos sexualmente explícitos y a limitar los materiales sexualmente relevantes en las bibliotecas escolares.
Las nuevas directrices exigen a las bibliotecas locales que reconozcan a los padres como los “principales responsables de la toma de decisiones sobre el acceso de sus alumnos al material de la biblioteca” y prohíben la “posesión, adquisición y compra de material perjudicial”, como el contenido “sexualmente explícito”.
Ahora se exige a los libreros que clasifiquen los libros que venden a los distritos escolares en función de su contenido sexual. Los vendedores no pueden vender libros considerados sexualmente explícitos a los distritos escolares, y éstos no pueden comprar aquellos que no utilicen las clasificaciones exigidas por el estado.
Mientras que los libros considerados “sexualmente explícitos” no pueden conservarse en las bibliotecas escolares, los considerados “sexualmente relevantes” sí pueden, y los alumnos pueden tomarlos prestados con el permiso de sus padres, es decir, con un consentimiento por escrito.
Según el Federalist, en agosto, la Comisión de Bibliotecas y Archivos del Estado de Texas cortó lazos con la Asociación Americana de Bibliotecas (ALA) por la agresiva agenda de extrema izquierda del grupo.
Cuando la ALA eligió a su nueva presidenta el año pasado, ésta se declaró abiertamente “lesbiana marxista” y se comprometió a declarar la guerra a los padres que intenten proteger a sus hijos de la ideología LGBT.
El representante estatal republicano Brian Harrison escribió que “La ALA trabaja en contra de los padres luchando por mantener los materiales pornográficos en las bibliotecas públicas bajo el pretexto de oponerse a la “censura”.
El representante Jared Patterson, autor de la ley HB 900, había escrito previamente una carta al Consejo de Educación del Estado de Texas en la que afirmaba “Los materiales contra los que luché personalmente son escandalosos y de naturaleza tan explícita que los programas de noticias ni siquiera podían mostrar las imágenes en pantalla o leer pasajes por la radio debido a las normas de la FCC”.
Pero a la ALA no parece importarle y se muestra inflexible a la hora de permitir el acceso de los niños a materiales explícitos que no pueden leerse en voz alta en las reuniones de los consejos escolares, por ejemplo, ni emitirse por televisión.
En abril, la ALA publicó una lista de 13 libros que calificó como los “más desafiantes” de 2022, celebrando a “los autores valientes cuya obra desafía a los lectores con historias que alteran el statu quo”.
Todos los libros de la lista presentan material sexualmente explícito, y algunos son poco menos que pornográficos, y todos se comercializan entre adolescentes y adultos jóvenes.
Los grupos bibliotecarios estatales de al menos otros ocho estados también han roto lazos con la ALA, o están siendo instados a hacerlo por los legisladores estatales.
Aun así, la ALA ni siquiera intenta ocultar el hecho de que está decidida a luchar contra los estadounidenses religiosos por sus derechos parentales. Parece que la ideología de género es la colina en la que quieren morir. A los estadounidenses decentes y amantes de la libertad les parece bien.