Está surgiendo una alarmante tendencia a la escalada de violencia y extremismo entre los activistas transexuales radicales, con la aparición del término “Trantifa” para describir esta rama del movimiento militante de extrema izquierda Antifa. Caracterizados por su postura agresiva y sus ideologías anarquistas, estos individuos se mueven por una perspectiva radical de género.
Reem Alsalem, relatora especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, expresó su honda preocupación por el auge del activismo transgénero extremo.
Citó incidentes como la agresión sufrida por la activista Riley Gaines, abierta detractora de que se permita a los varones biológicos competir en deportes femeninos.
Gaines fue abordada y agredida físicamente por airados activistas trans durante un discurso público en San Francisco. El agente de Riley, Eli Bremer, calificó el incidente de escandalosa agresión a una mujer que defendía los derechos de la mujer.
Alsalem instó a las autoridades de todo el mundo occidental a salvaguardar la libertad de expresión y pensamiento, incluidos los debates sobre sexo, género e identidad de género. Este llamamiento se ajusta a los valores conservadores que defienden las libertades individuales y el libre intercambio de ideas.
El redactor jefe de Townhall, Julio Rosas, que ha informado ampliamente sobre Antifa, ofreció sus puntos de vista. Sugirió que los activistas trans encuentran una causa común con los grupos de extrema izquierda por compartir ideologías anarco-comunistas.
Perciben a Estados Unidos como un país intrínsecamente racista y opresivo hacia las personas queer. Resulta inquietante que equiparen las leyes contra la mutilación infantil con un supuesto genocidio trans y tomen represalias violentas.
Los incidentes de violencia transgénero de gran repercusión, como la matanza perpetrada por la tiradora Audrey Hale en una escuela primaria cristiana, han intensificado esta preocupación. Y lo que es aún más preocupante, algunos grupos radicales parecían defender tales acciones.
Por ejemplo, la Red de Resistencia Trans insinuó que los actos violentos de Hale eran un intento desesperado de hacerse ver ante una supuesta embestida legislativa antitrans.
Leirre Keith, fundadora del Frente de Liberación de la Mujer, expresó su preocupación por el hecho de que si las activistas se sienten amenazadas por el genocidio, pueden racionalizar cualquier acción, por extrema o violenta que sea.
La aleccionadora realidad de este relato subraya la necesidad de un diálogo equilibrado y racional sobre cuestiones de género, sustentado en el respeto de los derechos y libertades individuales.