¿Qué están haciendo con nuestros hijos?, me pregunto realmente consternado. ¿Y qué hay detrás de todo ello?
A todos los padres nos preocupa (y mucho) la educación de nuestros hijos. Es por eso que, como padres, somos conscientes de que cada vez están más indefensos y expuestos a las acometidas y a los desenfrenos ideológicos de algunos.
Los lobbies LGTB y los partidos, organismos y asociaciones que los respaldan y que fomentan la propagación de la ideología de género, llevan años inmersos en una cruzada para inculcar sus ideas a los niños. Si a nuestros hijos se les ataca y machaca con esas ideas día tras día, año tras año, todos acabarán pensando como ellos quieren.
Ellos son el futuro. Pero un futuro cada vez más incierto.
Hemo sido testigos -una vez más- de cómo nuestros hijos, alumnos de un instituto público de Móstoles, han sido sometidos a este martillo ideológico.
Acuden a un instituto público en el que hace falta (como es lógico) autorización para sacarlos de excursión, del que no pueden salir si no es acompañados, etc., pero al que puede entrar cualquiera (¡sin permiso ni conocimiento paternos!) a convencerles de que los hombres son opresores de cuyo yugo hay que liberarse o de que deben empezar a hormonarse cuanto antes para comenzar a ser ellos mismos.
Este año, mi hijo (que está en segundo de la ESO) ha sufrido esa charla, cargada de violencia y plagada de invectivas y consignas destructivas para la persona.
Ya la presentación de la mujer fue una declaración de intenciones: “Me llamo … y soy lesbiana”. ¿Es que acaso le importa a mi hijo (o a alguien) la orientación sexual de esta señora?
El año pasado la charla tuvo que sufrirla otro de mis hijos. Hablé entonces con el director para pedir explicaciones: ¿por qué no se avisa a las familias sobre la temática de las “tutorías”?, ¿saben quién viene a hablar y qué es lo que va a contar?, ¿quién decide tanto los temas como los ponentes?, ¿podemos los padres proponer los temas, sugerir ponentes o decidir que nuestros hijos no reciban alguna de esas “tutorías”?, y los chicos, ¿pueden decidir algo?
Tras mucha discusión y muchos balones fuera, conseguí sacar una idea en claro: los temas (especialmente este tipo de temas) y quién los imparte vienen dictados e impuestos ¡por el ayuntamiento! No hay alternativas. Y no hay posibilidad de zafarse.
Los chicos ya están concienciados de la imposibilidad de luchar. Saben que no pueden evitar estar presentes. Ellos dicen que tratan de pensar en otras cosas mientras aquella persona habla.
Son conscientes de que no pueden replicar o expresarse si no quieren ser señalados y sancionados por el colegio. Y alguien dijo que estábamos en una democracia…
Me encantaría pensar que la solución pasa por cambiar a mis hijos de colegio. Pero no es tan fácil. Por desgracia, los colegios donde no dejan entrar esta apisonadora ideológica son privados y, por ende, caros. Nos encantaría poder cambiarlos, sí, para que respiraran un poco de aire puro y libertad; pero no podemos.
La pregunta que nos debe surgir a todos es: ¿por qué los fondos públicos se utilizan para promover e imponer una agenda política o ideológica? ¿No es esto una violación flagrante de los derechos que tenemos los padres a educar a nuestros hijos de acuerdo a nuestros principios, creencias y valores, o al menos, a que nuestros hijos tengan una educación imparcial y objetiva?