Como cada mes, el sábado pasamos fuimos a rezar el Rosario frente a un lugar en el que se hacen abortos en Madrid, la capital de España. La ley que prohíbe “acosar” a las mujeres que van abortar ya está en vigor. Por eso en esta ocasión había varios medios de comunicación importantes, entre ellos la Sexta (medio radical de extrema izquierda) y Televisión Española (medio público militante de izquierda). Y había también un pequeño grupo de feministas pitando y gritando.
Más tarde, en Twitter se organizó bastante revuelo con cientos de mensajes insultándonos y acusándonos de delincuentes.
Leyendo en diagonal algunos mensajes, me llamaba la atención que muchos nos echaban en cara el ir a rezar y decían cosas del estilo “bastante tienen las que van a abortar para demás añadirle el encontrarse con vosotros allí”. De alguna manera me alegré de ver que, incluso entre los proabortistas activos, se mantiene la mentalidad de que abortar es un drama para la mujer. Pero entonces no puedo comprender por qué defienden que sea un derecho, es decir, que sea algo positivo y bueno para esas mismas mujeres y por ello deba defenderse y atacar a quienes tratan de ayudar a esas mujeres, que como ellos mismos reconocen, están sufriendo.
El día anterior al Rosario, el viernes, estaba una de mis hijas en la Fundación Madrina ayudando como todos los viernes por la tarde, cuando llamaron del Refugio Provida ubicado frente a la Dator. Había allí una chica que había acudido pidiendo ayuda. Estaba embarazada, su novio quería que abortase y ella se negaba, la había echado de casa y no tenía nada. Fue mi hija a recogerla y la acompañó a la Fundación donde se hicieron cargo de ella, la acogería en uno de los pisos que tienen y la ayudarían a encontrar trabajo, le daría apoyo y compañía para que pudiese tener a su bebé y criarlo con serenidad y acompañada.
Las personas que el sábado nos atacaban y que en Twitter hostigaban e insultaban, no sé si conocen estas cosas, si saben la maravilla que es poder acoger a quien quiere tener a su bebé, si han conocido de cerca dramas humanos de este tipo.
Y es que, efectivamente, la mayoría de las mujeres que abortan no quieren hacerlo. Por eso hay que acoger, ayudar y rezar. No matar.