Saborear la infancia

Para un niño, la naturaleza debía ser ya en sí emocionante, apasionante, precisamente porque la naturaleza no tiene prisa ni necesita aditivos. Un niño debería tener siempre las manos sucias de barro o los pantalones de verdín.

“Yo sabía que la vida, ala fuerza, tenía que ser algo más alegre, más real, más trascendente, y el mundo un lugar más hermoso. No deberíamos odiar los lunes y vivir para los fines de semana y las vacaciones. No deberíamos tener que estar siempre bajo techo cuando hace un día bonito, una y otra vez”. Charles Einsenstein

Hace poco me encontré en Instagram con esta frase. La publicaba una madre que educa a sus hijos en casa.

Una madre cuyos hijos han tenido tiempo para crecer sin prisa, jugar en el campo hasta la noche, leer poesía, aprender a dibujar, fabricar herramientas con sus propias manos además de tener una formación académica exquisita que incluye el latín y la filosofía nivel top.

En España los niños pasar en día entero en el colegio, y luego tienen deberes o sus padres les inflan a extraescolares por unas u otras razones.

Y no tienen tiempo para jugar, para construir cabañas, dibujar, leer, hacer recortables y pasear sin prosa, sin mirar el reloj, recreándose en lo que hacen y disfrutarlo.

Los niños no saben mirar al cielo y pasar el rato buscando las formas de las nubes, observar la lluvia al caer o una hormiga llevando una carga. O van con prosa o la vida les aburre porque no se mueve a velocidad de video juego o efectos especiales.

Y para un niño, la naturaleza debía ser ya en sí emocionante, apasionante, precisamente porque la naturaleza no tiene prisa ni necesita aditivos. Un niño debería tener siempre las manos sucias de barro o los pantalones de verdín.

Y los que viven en las ciudades y no pueden ensuciarse tanto, entonces deberían tener un lápiz siempre a mano, acuarelas, pinceles, libros, sábanas para hacer cabañas en el salón de casa…

Pero, sobre todo, deberían tener tiempo. Y a sus padres cerca todo ese tiempo.

No sé si la respuesta es el homeschooling, que entiendo que no puede ser para todos, pero sí un horario y un sistema educativo que permita a los niños ser niños. Y a sus padres, ser padres.

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