Llevamos más de un año de pandemia y muchas son las cosas que están cambiando en el mundo y en nuestras vidas: restricciones de movilidad, trabajo en remoto, confinamiento domiciliario, enfermedad e incluso muerte de nuestros seres queridos… En algunos momentos nos hemos quedado bloqueados como si la historia se hubiera detenido. Pero la realidad es que la vida, la nuestra y la de las personas que tenemos alrededor, sigue, en términos generales, su curso.
Pero mientras cada uno de nosotros lucha por sobrevivir y sacar adelante a nuestra familia, los que tienen poder en nuestros respectivos países siguen legislando, decidiendo y adoptando medidas que nos afectan a todos. En España- mi patria- en pleno estado de alarma se ha tramitado, por vía de urgencia, una reforma educativa que no tiene otro propósito que apoderarse de la conciencia de nuestros niños y jóvenes.Y se encuentra en la recta final una de las leyes de eutanasia más permisivas del mundo.
En la bandeja de salida de nuestros legisladores están muchos otros proyectos. Por ejemplo, una Ley Trans que permitirá que el Gobierno te quite la patria potestad de tus hijos menores si te opones a que les hormonen o mutilen para cambiar su apariencia y hacernos creer que han cambiado de sexo. Y una reforma de la ley del aborto que pretende que las menores aborten sin conocimiento ni consentimiento de sus padres.
Estoy segura de que en sus países está pasando algo parecido. El miedo al virus, las restricciones de movilidad, la pérdida de seres queridos, los cambios en la rutina y los problemas económicos, unidos a la incertidumbre respecto al futuro, nos paralizan. Pero nuestros gobernantes, administradores y legisladores mantienen su agenda y deciden por nosotros mientras permanecemos en casa con el único objetivo vital de conservar nuestro trabajo y poder alimentar a los nuestros.
Mi mensaje es muy sencillo y es el título de este artículo que, por cierto, he tomado prestado del libro Que no decidan por ti. Todos pueden hacer política en la era de la posverdad’ de mis buenos amigos Carlos Beltramo y Carlos Polo. Y es que los que quieren decidir por usted y por mi nos quieren callados, tranquilos, confinados y distraídos en nuestros hogares viendo series. Y, por supuesto, con nuestras necesidades básicas atendidas para que no protestemos.
Mi consejo: trabaje, cuide de usted y de su familia, sea un ciudadano responsable, disfrute de la vida mientras pueda… Pero, por favor, manténgase informado a través de varios medios, no se crea todo lo que dicen los medios de comunicación oficiales o subvencionados por los gobiernos. Participe en alguna asociación o iniciativa civil o política acorde con sus valores. Deje su opinión en redes sociales sin miedo. Y, sobre todo, defienda activamente, con uñas y dientes, lo que es importante para usted: la familia, el derecho a la vida, la libertad de decidir y educar a sus hijos conforme a sus valores.
Recuerde la frase de Martin Luther King: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”. No deje que ellos decidan su futuro y el de los suyos. Es tiempo de batallar. Es mucho lo que nos jugamos.