La ley de Ohio que prohíbe los procedimientos de transición de género a los menores y excluye a los varones de los programas deportivos específicos para mujeres seguirá adelante, según dictaminó el juez Michael Holbrook del condado de Franklin.
Sugirió que la desaprobación de la política pertenece a los debates de la opinión pública, no a los pleitos.
La Ley para Salvar a los Adolescentes de la Experimentación (SAFE, por sus siglas en inglés), también llamada HB 68, establece una serie de restricciones destinadas a limitar las decisiones relacionadas con la transexualidad en la vida de los menores.
Por el contrario, el gobernador Mike DeWine vetó la ley, alegando que su alcance era excesivamente amplio, antes de que la asamblea legislativa de Ohio le desautorizara, promulgando oficialmente la ley.
La aplicación de la ley en abril se retrasó debido a una demanda de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), que alegaba una violación de la Constitución de Ohio.
Sin embargo, Holbrook desestimó esta semana las alegaciones de la ACLU en una sentencia de 13 páginas, lo que permite que la Ley SAFE comience a salvaguardar a los menores.
Explicó que la Constitución de Ohio no había sido violada por la ley, ya que sirve al propósito común de regular a los transexuales y está racionalmente relacionada con el interés legítimo del Estado en proteger la salud y la seguridad de sus ciudadanos.
Las pruebas revelan que afirmar la confusión de género puede ser perjudicial, especialmente para los niños que aún no tienen la madurez suficiente para comprender los efectos a largo plazo de las decisiones y los procedimientos que cambian la vida.
Las investigaciones sugieren que la mayoría de los niños que experimentan disforia de género la superan en la edad adulta.
Además, la cirugía de reasignación a menudo no consigue aliviar las tendencias autolesivas y suicidas de los individuos con confusión de género, incluso puede exacerbar estas tendencias.
En cuanto a la inclusión de individuos transgénero en deportes de sexo opuesto, socava la justificación del atletismo específico de sexo y priva a las atletas femeninas de oportunidades y viola sus derechos de seguridad y privacidad.
Ha habido numerosos casos de hombres que han ganado competiciones femeninas, lo que pone de relieve las ventajas atléticas inherentes que tienen los hombres y que no se ven anuladas por la supresión hormonal.