Las Grandes Tecnológicas están aplastando la disidencia; es hora de tomar distancia

Aplastar las voces conservadoras no es el objetivo final de la izquierda radical, es sólo un importante primer paso.

Last updated on enero 20th, 2021 at 03:26 pm

Las consecuencias de los trágicos acontecimientos ocurridos en la manifestación de apoyo a Trump de la semana pasada en Washington, DC, en la que algunos simpatizantes del Presidente Trump irrumpieron en el Capitolio interrumpiendo el proceso de certificación de la elección de Joe Biden y Kamala Harris. Fue una escandalosa violación de la seguridad y un asalto sin precedentes a la transición pacífica del poder que es un sello distintivo del sistema constitucional de Gobierno. La pérdida de vidas en los altercados es además de trágica, intolerable. Me uno a numerosos líderes conservadores, incluyendo al presidente de la IOF Brian Brown, editor de iFamNews, para exigir que todos aquellas personas que estuvieran involucradas sean procesados con todo el peso de la ley. Sin embargo, la reacción de la izquierda ante esta situación, como era de esperar, ha sido utilizar la crisis como una oportunidad para ganar puntos a expensas de los conservadores. Todo esto mientras se les llena la boca de querer “unir” al país en el momento de más división de la historia moderna.

Con una administración Trump de salida, los gigantes de los medios sociales están confabulados en una conspiración para aplastar a la disidencia y acallar las voces conservadoras. En primer lugar, Twitter, Facebook e Instagram bloqueraon al presidente Trump el acceso a sus plataformas, eliminando de esta manera su eficiente capacidad de comunicarse con sus casi 100 millones de seguidores en los medios sociales. Piénsalo – están tratando de silenciar al Presidente de los Estados Unidos. Afirman que el Presidente es el responsable de incitar los disturbios en el Capitolio y por lo tanto no pueden permitir que siga transmitiendo más comunicaciones. Irónicamente, el bloqueo limitó la dfusión de la excelente aclaración del Presidente Trump, que pedía que los alborotadores fueran procesados a la vez que prometía ayudar en la transición pacífica del poder.

Las acciones de estos gigantes de los medios de comunicación social fueron secundadas rápidamente por otros proveedores de servicios de Internet. Al menos un proveedor, tal vez más, de correo electrónico del Presidente Trump y su campaña le han prohibido comunicarse con sus partidarios. Para ahondar más en la herida, el procesador de tarjetas de crédito online dominante en el país, Stripe, ha bloqueado cualquier donación a la campaña del Presidente Trump. Para no quedarse atrás, la plataforma de comercio electrónico líder en la nación – Shopify – ha decidido prohibir la venta del merchandising entorno a Trump. Han cerrado varios sitios de compras pro-Trump. Incluso la web de música por streaming Spotify ha prohibido al Presidente Trump el uso de su sitio.

Viendo lo que Twitter, Facebook, Instagram y los demás le hacían al Presidente Trump, millones de sus partidarios acudieron a una plataforma alternativa, Parler. Durante años, cuando nosotros los conservadores nos hemos quejado de la censura de nuestros puntos de vista por parte de los gigantes de los medios sociales, se nos dijo que construyéramos nuestra propia plataforma. Eso es exactamente lo que hicieron los fundadores de Parler. Ahora que han crecido hasta el punto de atraer una masa crítica de usuarios, las Grandes Tecnológicas han demostrado que “construir tu propia plataforma” era una mentira. Apple, Google y Amazon se han unido abiertamente a la conspiración contra los conservadores y han cerrado Parler. Mienten al decir que les preocupaba convertirse en una plataforma donde existieran “discursos de odio” contando con escasos recursos para vigilar el contenido y poder proteger al público. En realidad, les preocupa que el discurso conservador tenga algún lugar para expresarse y donde la disidencia antes sus peligrosas políticas de izquierdas pueda afianzarse. A partir de hoy, Parler no se le permite funcionar.

Este bloqueo a Parler obedece a la decisión del lobby de las Grandes Tecnológicas de prohibir o limitar la difusión del explosivo informe punlicado en el NY Post sobre Hunter Biden en los días previos a las elecciones de noviembre. Los Amos de los medios sociales decidieron que esta historia no ayudaba a su particular narrativa de que Joe Biden debía ser elegido, así que lo censuraron.

Aplastar las voces conservadoras no es el objetivo final de la izquierda radical, es sólo un importante primer paso. Al empujar a los conservadores fuera de la plaza pública, tiene más fácil atentar contra la Constitución y nuestras tradiciones nacionales para poder imponer su agenda radical. ¿Qué es lo que tienen en mente?

Primero, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, promete un Impeachment al Presidente Trump a pesar de estar en su última semana en el cargo. Quiere manchar a Trump señalándolo como el único presidente de los EE.UU. que ha tenido dos Impeachments. También confía evitar que se presente de nuevo a las elecciones. Para mostrar cuán transparente es esta acción política, Pelosi mantendrá la tramitación del Impeachment en el Senado durante casi cuatro meses para no distraer al Senado de su trabajo para ayudar a la administración entrante de Biden con la confirmación de los nombramientos y el avance de su agenda. Así, a finales de esta primavera, los demócratas exigirán la condena de Trump en el Senado y su destitución del cargo – mucho después de que ya haya dejado la Casa Blanca. Es una locura.

Expertos en Derecho como los profesores Alan Derschowitz y Jonathan Turley han señalado que este movimiento hace un gran daño a la Constitución, porque daña tanto el proceso de Impeachment como la 25th Enmienda de la Constitución. Impugnar a un presidente por un discurso legal, aunque no guste, como pretenden hacer por los comentarios del presidente Trump en la manifestación de la semana pasada, significa que cualquier presidente pueda ser impugnado o retirado de su cargo bajo la 25th Enmienda cualquiera que sea la causa.

Pero a la izquierda no le importa la Constitución más de lo que le importa las voces y los valores conservadores. Están empeñados en imponer su agenda a toda costa. El alcalde de Washington DC ha pedido a los Demócratas que hagan del Distrito de Columbia el estado número 51 en un plazo de 100 días. El Gobernador de Puerto Rico también ha exigido a los Demócratas que cumplan su promesa de convertirse en Estado. El que pronto será el nuevo senador del país, Raphael Warnock, de Georgia, se niega a responder a las preguntas sobre si votará a favor de modificar el Tribunal Supremo de los Estados Unidos para dar a los liberales una mayoría.

Estas normas y muchas otras políticas radicales exigirían que el Senado se deshiciera de la regla del filibustero que efectivamente resulta en un requisito de los 60 votos para aprobar la mayoría durante la legislación. Si todos los Demócratas se mantuvieran firmes, podrían hacerlo posible en una votación alineada al Partido. El líder de la mayoría entrante, Chuck Schumer, ha dicho que esto debería ponerse sobre la mesa, pero el senador Joe Manchin, demócrata de Virginia Occidental, ha adelantado que no votará para eliminar el filibustero. ¿Será capaz de resistir a la presión de sus colegas y la izquierda radical – sin duda amplificada por los amos de las Grandes Tecnológicas? El mes pasado, Manchin afirmó que se “oponía frontalmente” al deseo del presidente electo Biden de enviar cheques de estímulo de 2.000 dólares a millones de estadounidenses. Ahora, aparentemente, ha cambiado de opinión, por medio de un portavoz que afirma que puede estar abierto a ello “en el momento apropiado”.

Podemos ver cómo la izquierda radical con sus aliados en las Grandes Tecnológicas y de los intereses corporativos están en una carrera apresurada para amoldar América para reaformar su poder. Chuck Schumer prometió que esto ocurriría si los Demócratas ganaban los dos escaños del Senado en Georgia, lo cual hicieron. De eso se trata, y tiene implicaciones extremadamente peligrosas para los grupos pro-familia.

Antes, los defensores de la familia natural y de los valores familiares tradicionales se veían obligados a debatir los temas de manera unilateral. Grupos como IOF y la Organización Nacional para el Matrimonio por un lado y Hollywood, los intereses corporativos, las grandes ligas deportivas, celebridades, el lobby LGBT y las empresas de tecnología por el otro. Apenas nos dimos cuenta de esta situación, tan injusta, que puede resultar que se añoren los “buenos viejos tiempos”.

No podemos permitir que esto continúe. Con los Demócratas pronto controlando la Cámara de Representantes, el Senado de EE.UU. y la Casa Blanca, no hay esperanza de que los Grandes Tecnológicos cambien su comportamiento censor en el corto plazo. Hago un llamamiento a todos los Fiscales Generales para que trabajen juntos para presentar demandas antimonopolio contra todos y cada uno de los participantes en este cártel tecnológico. Estas compañías deben cesar por el interés público. No hay otra alternativa realista cuando se quiere eliminar la voz de la mitad de un país.

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