La Marcha por la Vida de Viena aterrorizada con una amenaza de bomba falsa

El 4 de octubre, los asistentes a la “Marcha por la Vida” de Viena se vieron sacudidos a primera hora del día cuando se descubrió una bolsa sospechosa, que emitía un ruido de tictac, dentro de la iglesia de San Carlos. Poco después, se encontró otro objeto detrás de un pilar. Las fuerzas de seguridad evacuaron rápidamente a los feligreses, y la unidad especializada Cobra, junto con expertos en desactivación de bombas, determinaron que ambos dispositivos eran falsos, pero colocados deliberadamente para provocar el pánico.

El momento y el lugar de estos explosivos falsos sugieren un esfuerzo calculado para intimidar a los cristianos que participan en un evento pacífico en favor de la vida. En las horas previas a la marcha, un canal radical de izquierda en línea había hecho circular un gráfico de “¡LLAMADA A LA ACCIÓN!” que representaba la iglesia envuelta en llamas junto con lemas que alentaban la violencia contra los cristianos. Cerca se encontraron mensajes escritos con tiza que invocaban el odio hacia los conservadores, incluida una referencia al comentarista estadounidense Charlie Kirk.

Líderes de Christenschutz y autoridades eclesiásticas locales condenaron el intento como un ataque directo a la libertad religiosa. Jan Ledóchowski calificó el episodio como “una escalada aterradora de hostilidad hacia los cristianos”, mientras que el Rector de San Carlos y los organizadores reafirmaron que no se dejarían intimidar ni darían marcha atrás. Calificaron el incidente como un ataque al derecho fundamental a rezar y a reunirse sin miedo.

A pesar de este intento de intimidación, la Marcha por la Vida continuó sin incidentes. Unas 2.500 personas marcharon en apoyo de la vida, sin dejarse intimidar por la amenaza y decididas a afirmar la dignidad de los niños no nacidos y los defensores de la fe.

Este evento subraya la preocupante realidad de que los cristianos en Europa se enfrentan cada vez más a la hostilidad y la agresión simbólica simplemente por expresar públicamente sus convicciones. El intento de utilizar tácticas de miedo en una reunión religiosa es un claro recordatorio de que la defensa de la fe y la conciencia a menudo requiere valor frente a la oposición, y que la libertad religiosa debe protegerse con celo, incluso bajo amenaza.

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