Los ecologistas españoles han conseguido un triunfo en su batalla por la protección de las especies cinegéticas, al conseguir que el lobo sea incluido como especie de especial protección, en contra de la petición de ganaderos y pastores asturianos (provincia costera del norte conocida como “Paraíso Natural”) que abogaban por un control de la especia mediante matanzas selectivas.
Sin embargo, nadie parece ocuparse ni preocuparse de otra especie en peligro de extinción: “LA FAMILIA”. Vendría muy bien la aparición de grupos “ecologistas de familia” que defendiesen con rotundidad la necesidad de mantener viva esta institución, para garantizar la supervivencia de nuestra especie, en general, y alcanzar los niveles mínimos de natalidad para poder garantizar el relevo generacional.
La Familia, es la institución mejor valorada en España según estudios publicados por el INE (Instituto Nacional de Estadística), pero al mismo tiempo, la más denostada y perseguida por los poderes públicos.
En la familia es el único lugar de la sociedad en la que sus componentes no son valorados por circunstancias exógenas ,sino por su condición de personas humanas merecedoras de cariño, cuidado y educación y por la relación interpersonal que se produce entre los distintos miembros y el amor fraternal, o paterno filial que se profesan entre sí.
La Familia es una institución que, hasta ahora, no podemos decir que sucederá en el futuro, ha resultado inexpugnable a los ataques dirigidos desde los poderes políticos, especialmente interesados en destruirla por ser un reducto educativo que mantiene incólumes los principios que le inculcan sus creadores.
Resulta muy difícil para los políticos introducir sus proclamas ideológicas en el seno familiar, por ese motivo, intentan crear brechas en las estructuras familiares para a través de esas brechas tener acceso a las nuevas generaciones.
John Broadus Watson (Greenville, 9 de enero de 1878 – Nueva York, 25 de septiembre de 1958) fue un psicólogo estadounidense considerado el fundador formal del Conductismo, al que se le atribuye la siguiente frase: “Dadme una docena de niños sanos, bien formados, para que los eduque, y yo me comprometo a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que se convierta en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger -médico, abogado, artista, hombre de negocios e incluso mendigo o ladrón- prescindiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus antepasados”.
Esta frase resume porqué los ideólogos políticos quieren acabar con la familia para convertir al estado en educador de los principios e ideologías del gobernante / partido político de turno.
En España, existe desde los tiempos de Rodríguez Zapatero como Presidente, un ataque frontal a la institución familiar. Su ley de matrimonio homosexual y la posibilidad de adopción de niños fue su mayor contribución al ataque a la Familia,
Recientemente Isabel Celá, actual Ministro de Educación, dijo: Los hijos no son de los padres, queriendo establecer el axioma de que los padres no tenían derecho a la educación de sus hijos.
Queremos mencionar que, en nuestra opinión, uno de los motivos de este menosprecio de la familia, es que, la familia, como primera célula de la sociedad, es un coto cerrado para la implementación de ideologías de cualquier tipo, lo que es inadmisible para los políticos.
Según encuesta realizadas por el INE, la familia, es la institución mejor valorada de España, pero si, políticamente, se consigue minusvalorar esa institución y presentarla como un reducto de retrógrados casposos que no permiten avanzar se habrá dado un gran paso en la implantación de las ideologías.
La LOMLOE (Ley de Educación), es una prueba más del intento de menospreciar el valor de familia, privando a los padres de derechos fundamentales reconocidos en los artículos 27.3 de la Constitución Española; Artículo 14.3 de la Carta Europea de Derechos Humanos y el Artículo, 10 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, usurpando el y expropiando el Estado competencias educativas que son exclusivas de los padres.
Todo ello corrobora la existencia de un desprecio político hacia una institución básica, y muy necesaria, para la recuperación económica en la denominada “España vacía”.