Un análisis reciente del estadístico Ryan Burge ha puesto de relieve una interesante correlación entre la afiliación religiosa y las tasas de fertilidad.
Su estudio sugiere que una disminución de la adhesión religiosa podría conducir a un descenso de las tasas de fertilidad.
Arraigadas en siglos de teología e instrucción que enfatizan el valor de la familia y la procreación, las tradiciones religiosas se han relacionado a menudo con tasas de fertilidad más elevadas.
Según la investigación de Burge, la tendencia actual de los estadounidenses a desvincularse de las afiliaciones religiosas se ha traducido en un menor número de nacimientos.
Sus datos revelan que las mujeres de entre 15 y 50 años, que se identificaban como no afiliadas a ninguna religión, tenían el doble de probabilidades de no haber estado nunca embarazadas en comparación con las que se identificaban con una fe.
En el caso de las mujeres no religiosas de entre 35 y 50 años, más de la mitad no tenían hijos o sólo tenían un hijo, en comparación con una proporción significativamente menor entre las protestantes, las católicas y las seguidoras de otras religiones.
A partir de estas cifras, Burge concluye que las mujeres no religiosas tienden a tener tasas de fertilidad más bajas que las asociadas a cualquier confesión religiosa.
Esta correlación entre la afiliación religiosa y las tasas de fertilidad arroja luz sobre los posibles cambios sociales y demográficos y ofrece una nueva perspectiva sobre el papel de la religión en el tejido sociocultural.