La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha suscitado críticas por respaldar la idea de que los niños puedan consentir tratamientos médicos experimentales “transgénero”, a pesar de reconocer la necesidad de más investigación.
La AAP apoya la “atención de afirmación del género”, que incluye intervenciones como los bloqueadores de la pubertad y las hormonas transgénero. Muchos países europeos han adoptado un enfoque más cauteloso, adoptando una postura de “espera vigilante” y retirando el apoyo a las intervenciones de género en la infancia.
Faltan pruebas concretas que respalden la eficacia y la seguridad de estos tratamientos. El uso de bloqueadores de la pubertad y de hormonas sexuales cruzadas puede provocar desequilibrios hormonales y riesgos potenciales a largo plazo como infertilidad, baja densidad ósea y mayor susceptibilidad a las enfermedades.
Médicos y expertos han testificado en contra de la financiación de los cuidados de reafirmación de género a través de Medicaid, destacando la falta de estudios de investigación fiables y válidos sobre la eficacia y seguridad de estas intervenciones.
Argumentan que las actuales normas de atención que respaldan estos tratamientos están más impulsadas por los esfuerzos políticos y de defensa que por un análisis objetivo.
La decisión de la AAP de poner en marcha una revisión sistemática de las pruebas es un paso en la dirección correcta. El número de personas deportadas que dan un paso al frente para contar sus historias de horror es prueba suficiente de que este proceso no sólo es moralmente corrupto, sino que también es increíblemente devastador para la salud física y mental de los niños.
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