Inculcar la fe en los niños…¿es imponer?

No entiendo ese afán de decir que la fe no se debe ‘imponer’ a los niños, que deben ver tu ejemplo y seguirlo… pero las demás cosas sí las ‘impones’

Desde bien pequeñitos, casi bebés, empiezas a decirles que se laven los dientes, no hay discusión, se los tienen que lavar y punto. Porque es bueno para ellos.

Tienen que comer fruta y verdura, aunque no les guste, porque es lo mejor para ellos.

Entonces, ¿por qué tanto revuelo porque les digas que recen? Es, sin duda, lo mejor para ellos, o al menos así lo crees tú que eres su padre o su padre. Y tú eliges por ellos

Eliges el cole, eliges el sitio en el que van a vivir….tu eliges por ellos también que amen a Dios, porque eres su padre o su madre y quieres lo mejor y tienes la obligación, el derecho y el gusto  de elegir por ellos lo que crees que es lo mejor.

Si te gusta la montaña, les llevas a la montaña desde bebés en una mochilita de esas portabebés, si patinas, les enseñas a patinar casi antes de que empiecen a caminar, si eres friki de Star Wars, le compas sábanas de cuna de Yoda y le pones las pelis casi desde que están aún en la tripa de mamá…

Entonces, si tu mayor pasión es Dios, ¿nos les vas a hablar de Él y llevarles a verle desde el primer aliento de vida? Si sabes que nada les va a dar plena felicidad excepto Dios, no les llevas a amarle? ¿no es, acaso, lo mejor para ellos?

No entiendo ese afán de decir que la fe no se debe ‘imponer’ a los niños, que deben ver tu ejemplo y seguirlo… pero las demás cosas sí las ‘impones’. Lógicamente no todo lo hacen todos siempre, las cosas de adaptan a la edad y los momentos, como todo.

Pues si la fe es parte de tu vida, es la parte central que conforma todo lo demás, se la inculcas  desde pequeños, como el gusto por la música de Mozart o el flamenco. No sé si se llama imponer, inculcar, ofrecer o cómo, pero lo que sí sé es si el amor a Dios, la piedad y la vida en la Iglesia es el centro de la vida familiar, entonces deberá formar parte de la vida de todos y todos lo viven juntos. Cuando rezamos, rezamos todos juntos, cuando vamos a ver a Jesús, vamos todos, cuando vamos a Misa, vamos todos, punto. Igual que si nos vamos de vacaciones o de excursión o al cine, nos vamos todos.

Luego crecerán y ya se preguntarán, y tendrán que ‘reelegir’. Pero si no han tenido una rutina, un encuentro personal con Dios amor, si no forma parte de su vida, si no han aprendido a vivir en su presencia o no conocen una vida familiar centrada en Dios, esa reelección se complica porque no se ama lo que no se conoce, y menos en la adolescencia…

Cuando crezcan, a lo mejor un día te dicen que no quieren ir a Misa, ahí entonces entra en escena su libertad y tú podrás decirles y rezar por ellos, pero su libertad es sagrada. Pero mientras tanto, sigues marcando el camino.

Dios te los encomendó para mostrarles el camino al cielo, darles la mano y guiarles por él. No para caminar tú y esperar que te sigan.

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